Porque escribir

…“Rinaldo, Rinaldo te estamos esperando, ahora vamos a hacer un tema de Rinaldo, poné más agudo esto”… “Hola, hola, hola, parezco un político. No se escucha parece…Bueno, este, yo voy a hacer un tema que se llama La Niña… Esteeee… La niña es, …esteee… es muy dulce, muy mansa… ¡Que pasa!, ¡que pasa!, hola, hola. Bueno,… escucha la letra porque yo, esteeee, mejor cuando se escribe que cuando se habla... Y después queda, ¡viste!....”

Rinaldo Rafanelli, en concierto de despedida Sui Generis 1975

jueves, 8 de septiembre de 2011

TESTAMENTO, Por Ariel Dorfman

Les dejo otro texto que da cuenta de nuestro Chile pasado. Ese país que algunos han querido olvidar, dejar en el pasado, borrar de la historia, pero que de tanto en tanto, cada septiembre de todos estos años, asoma porfiadamente, para recordarnos que antes de la larga oscuridad (de la que habla este breve poema) que precedió a la amnesia colectiva de la cual el vigor y la claridad estudiantil nos están despertando lentamente, hubo un Chile distinto, un Chile en el que los obreros iban a su trabajo leyendo un clásico de la literatura universal, un Chile en el que faltaba mucho por hacer, pero había tiempo, ganas y esperanza en el porvenir, un Chile en el que las leyes laborales protegían al trabajador y los sindicatos convertían a la clase obrera en la tercera más organizada de Latinoamérica, un Chile en el que cada ciudadano era libre de expresarse como mejor prefiriera y el concepto de cultura era un verbo que se conjugaba a diario.
El texto pertenece a Ariel Dorfman, otro de los escritores nacionales que han brillado más afuera que al interior de nuestra angosta geografía

TESTAMENTO
Cuando te digan
que no estoy preso,
no les creas.
Tendrán que reconocerlo
algún día.

Cuando te digan
que me soltaron,
no les creas.
Tendrán que reconocer
que es mentira algún día.
Cuando te digan
que traicioné al Partido,
no les creas.
Tendrán que reconocer
que fui leal algún día.
Cuando te digan
que estoy en Francia,
no les creas.
No les creas cuando te muestren
mi carné falso,
no les creas.
No les creas cuando te muestren
la foto de mi cuerpo,
no les creas.
No les creas cuando te digan
que la luna es la luna,
si te dicen que la luna es luna,
que esta es mi voz en una
grabadora,
que esta es mi firma en un papel,
si dicen que un árbol es un árbol,
no les creas,
no les creas
nada de lo que digan
nada de lo que te juren
nada de lo que te muestren,
no les creas.
Y cuando finalmente
llegue ese día
cuando te pidan que pases
a reconocer el cadáver
y ahí me veas
y una voz te diga
“Lo matamos
se nos escapó en la tortura
está muerto”,
cuando te digan
que estoy
enteramente absolutamente
definitivamente
muerto,
no les creas,
no les creas,
no les creas,
no les creas.

martes, 6 de septiembre de 2011

LA CLASE PERDEDORA

Este es un interesante texto publicado en el diario El País de España a principios de abril de 2009 pero que guarda, pese a la distancia y al tiempo transcurrido una innegable similitud con nuestro propio proceso de discusión respecto de la EDUCACIÓN QUE QUEREMOS y la educación que hemos recibido de acuerdo a nuestra condición social. El texto pertenece a José Luis Barbería y entre los elementos centrales a destacar está, por ejemplo el rol del sistema educativo en su conjunto como un agente reproductor, promotor y perpetuador de las desigualdades sociales. En otras palabras, es el sistema educativo el que, según tu procedencia social y el colegio que te tocó en concordancia con eso, te educa para seguir siendo quien eres en la cadena económica. Si tuviste la suerte de haber nacido en una familia acomodada, basta que estudies en los colegios que el sistema educativo ha organizado para ti para que continúes progresando y acumulando capital. Si, por el contrario, naciste pobre, extrema pobreza, clase media emergente o cualquiera de los eufemismos afines para señalar a quienes no gozamos de más privilegios que el de estar vivos, el colegio que te toque o le toque a tus hijos te garantizará que seguirás siendo el mismo de siempre, cero movilidad, cero posibilidad de “surgir” a través de la educación, “ser alguien en la vida”, “llegar más lejos que tus padres”, como nos inculcaban en la niñez.

Si mientras lees esta breve introducción y vives en Chile te revuelves incómodo en tu asiento pensando en tus hijos o en los hijos que aún no has tenido y en que tu realidad socioeconómica está cruzada por la palabra DEUDA o como dice nuestro pueblo: “calilla” y que según la lógica de la comprensión lectora tus hijos heredarán ese mundo de los sueños inconclusos, de las cosas compradas a 24 cuotas, de los intereses onerosos, de los atrasos en el pago y de los intereses más abusivos aún, de un sistema económico que te agobia, que te comprime, que hace que tu sueldo de fin de mes resulte un mal chiste, no tienes de que preocuparte… El texto es de hace dos años y está reflexionado tras mirar la realidad del sistema educativo español, al otro lado del gran atlántico… Cualquier semejanza con la realidad… ¿Será mera coincidencia?... He aquí el texto.

LA CLASE PERDEDORA
JOSÉ LUIS BARBERÍA

Imaginemos el sistema educativo como una larga de carrera de obstáculos. Lo primero que salta a la vista es el alto grado de abandonos prematuros y de participantes descalificados por no haber cubierto la distancia mínima en el plazo establecido. Lo segundo que llama la atención es la extracción social de los que se quedan por el camino, ya en los primeros tramos, y cargan con los sambenitos estigmatizadores del "fracasado escolar" y de "repetidor". Quítese de la cabeza la convicción de que la escuela es, por excelencia, el espacio natural de la igualdad de oportunidades que consagra la Constitución. Hágase a la idea de que, pese a los buenos propósitos, el éxito académico no depende exclusivamente del esfuerzo y de la capacidad personal de su hijo.

¿Cómo se explica, si no, que los perdedores pertenezcan de forma tan abrumadoramente mayoritaria a las familias de rentas más bajas? Por muchos casos de hermanos con rendimientos académicos dispares que se den, el análisis del problema establece que no estamos ante cuestiones personales. No es cierto que los alumnos partan de la línea de salida en condiciones idénticas y con competencias similares. Las diferencias están ya presentes en el kilómetro cero porque a la hora de matricularles por primera vez ya hay niños a los que se les ha inculcado el amor por la lectura y el conocimiento y otros a los que no. Por lo mismo, hay padres que acompañarán los estudios de sus hijos y velarán para que adquieran la mejor formación y otros que se inhibirán de esa tarea.

España partía hace sólo tres décadas de una situación muy alejada de los países desarrollados, también educativamente hablando, pero ha conseguido en ese tiempo ampliar la escolarización obligatoria hasta los 16 años, con uno de los sistemas educativos más equitativos de la OCDE, según el Informe Pisa -que evalúa el nivel de conocimientos de los jóvenes de 15 años de 55 países del mundo. El informe dice que si se eliminan los condicionantes socioeconómicos y culturales de los alumnos, las escuelas españolas públicas, privadas y concertadas dan unos resultados muy similares entre sí. Sin embargo, ese contexto sigue pesando enormemente. Los hijos de los trabajadores no cualificados tienen 4,5 veces menos de probabilidades de acceder al ámbito universitario que los vástagos de los profesionales de alto nivel. Sólo un tercio de los de familias obreras o de asalariados del campo cursará el Bachillerato y de ellos únicamente la mitad llegará a la universidad. Si usted no tiene estudios, le conviene saber que su chico cuenta con 20 veces más de posibilidades de incurrir en el fracaso escolar que el hijo de padres universitarios; exactamente, el 40% contra el 2%, según el estudio recientemente publicado por el profesor de Sociología de la Universidad de La Laguna, José Saturnino Martínez.

El sistema educativo es una maquinaria de reproducción de las desigualdades socioeconómicas, aunque en el caso de los alumnos particularmente brillantes y trabajadores deje márgenes de maniobra para "la movilidad de clase" y haya acompañado la irrupción de las mujeres, cuyo rendimiento es muy superior.

Gracias a las becas, siguen dándose ejemplos de alumnos de familias de rentas muy bajas que acaban una y hasta dos carreras universitarias. Pero no dejan de ser una notable excepción en un modelo en el que el capital cultural y económico condiciona fuertemente el rendimiento escolar y el estatus social. Es lo que las estadísticas llevan voceando tercamente sin que ese debate llegue a prender en la opinión pública. Y eso, que, como han puesto de relieve los economistas Jorge Calero y Josep-Oriol Escardíbul, la educación determina cada vez más la posición laboral y las trayectorias vitales de las personas.

"La extensión de la escolarización y la evidencia de que, por lo general, los hijos superan el nivel de conocimiento de sus padres contribuye a ocultar que las desigualdades relativas se mantienen más bien constantes para los chicos, aunque hayan disminuido entre las mujeres", opina José Saturnino Martínez.

Pero las estadísticas hablan de un problema colectivo que, además de socavar la equidad y la justicia, compromete el futuro del país arrojando al mercado de trabajo a masas de jóvenes poco cualificados para afrontar la "sociedad del conocimiento". Ahora vemos en las colas del paro a esos chicos que, sobre todo en el Sur y el Levante español, abandonaron prematuramente sus estudios tras el reclamo de un buen salario en la construcción o la hostelería.

Sólo el 68% de los jóvenes españoles cursa los estudios secundarios post obligatorios del bachillerato y los Ciclos Formativos de Grado Medio, frente al 81% medio del conjunto de la OCDE. Ese dato nos sitúa a la cola de Europa, únicamente por encima de Portugal y Malta, en un momento en el que la UE aspira a que el 85% de los jóvenes menores de 22 años hayan "completado" los estudios de Enseñanza Secundaria Superior en 2010. A ese "cuello de botella" en el sistema hay que sumar una tasa de fracaso escolar del 30,8%, el doble de la media de la UE-27. "El sistema reproduce la estructura social de España. Las familias de rentas altas envían a sus hijos a las escuelas privadas, en su mayoría, regidas por la Iglesia católica, mientras que las familias de rentas medias y bajas los envían a escuelas públicas, donde se concentran los hijos de los inmigrantes. Esta polarización por clase social caracteriza el sistema escolar en España", afirma Viçenc Navarro, economista y politólogo.

De hecho, las diferencias de rendimiento escolar registradas en el Informe PISA se explican básicamente por el nivel social, tanto de los padres como de los centros. Los investigadores han llegado a la conclusión de que la variabilidad observada entre centros educativos en las pruebas de lectura está asociada en un 50% a las características del estudiante, muy particularmente, al estatus socioeconómico de su familia y también al sexo, la edad y la condición o no de inmigrante. Las características del centro influirían en los resultados en un 16%, mientras que la naturaleza competitiva o cooperativa de los métodos didácticos, los medios materiales y el tipo de gestión no superarían el 6%. Descubrir que los elementos determinantes del rendimiento escolar son, en gran medida, ajenos al sistema ha sido una gran sorpresa para muchos teóricos que fían todas las soluciones a las reformas políticas o al incremento de la financiación.

No es un secreto que los alumnos de los colegios privados (independientes y concertados) obtienen, por lo general, mejores promedios que los de las escuelas públicas, aunque tampoco es evidente que esos resultados reflejen mejoras educativas. "Los centros privados pueden conseguir un mejor clima escolar por la vía de concentrar alumnos de características parecidas, pero el rendimiento académico de los adolescentes de los centros públicos sería, incluso, superior si se descontaran los factores socioeconómicos", sostienen Calero y Escardíbul. Así, la supuesta "calidad" educativa de esos centros no sería otra cosa que la "calidad" cultural y económica de los padres que llevan a sus hijos a esos colegios.

La mayoría de los expertos opina que el nivel cultural de los padres pesa más que sus recursos económicos. Queda fuera de toda duda que el sistema muestra una enorme resistencia a ser modificado. "La segregación urbana produce segregación escolar porque los centros privados están ubicados generalmente en áreas de población de nivel socioeconómico elevado y, por lo tanto, tienen mayores probabilidades de matricular a usuarios de ese nivel", indica Escardíbul. Las familias con más recursos seleccionan con mayor cuidado el centro escolar de sus hijos. Jorge Calero y otros estudiosos ponen el acento en lo que denominan el "efecto suelo", según el cual, el temor a perder posición social y la preocupación por la formación aumentan a medida en que se asciende de clase. Por lo mismo, y a la inversa, las familias de rentas más pobres tendrían menos inquietudes de esa naturaleza por la imposibilidad misma de descender en la escala social. Según esta teoría, la actitud de los padres ante la educación estaría, pues, condicionada por el análisis coste-beneficio. Las familias de menores rentas tienen mucho más en cuenta los ingresos que se dejan de percibir por aplazar la entrada en el mercado de trabajo.

¿Es exagerado afirmar que en la medida de sus recursos, las familias "compran" el nivel social, económico y de formación de los compañeros de colegio y potenciales amigos de sus hijos? Los centros privados tienden a seleccionar a sus alumnos-usuarios y a blindarse contra los estudiantes problemáticos. De alguna manera, la particularidad de su oferta descansa, precisamente, en su capacidad de seleccionar a sus estudiantes. Y eso que en el plano académico y de la disciplina no se puede homogeneizar bajo la misma mirada prejuiciosa a todos los hijos de la inmigración. "Me gustaría tener más inmigrantes en mi clase, pero siempre que sean chinos", apunta, con un punto de humor, una profesora de un centro público de Madrid.

Aunque, según algunos teóricos, la financiación pública adicional a los centros privados apenas mejora los resultados educativos, no se puede negar que, desde el punto de vista de los intereses particulares, optar por la enseñanza privada en España es una buena inversión. Puede, incluso, decirse que es tan buen negocio privado como mal negocio para el conjunto de la sociedad. La huida de la escuela pública que las clases medias iniciaron a mediados de los noventa no se ha detenido. El número de estudiantes de las universidades privadas pasó de 58.875 a 132.794 durante los años 1995- 2003, periodo en el que la enseñanza pública superior descendió de 1.449.967 a 1.349.248 alumnos. Contra lo que se supone, la incorporación de los hijos de inmigrantes sin formación no repercute negativamente en el rendimiento escolar medio si son menos del 10% de la clase.

"Ningún otro país europeo presenta porcentajes tan altos de población en la enseñanza privada, que genera un gasto superior por alumno. En España, la escuela es clasista en lugar de ser una institución multiclasista donde cristalice el concepto de ciudadanía", critica Vincenç Navarro. Los estudios de la OCDE ponen de manifiesto el elevado peso proporcional del gasto privado español en educación, -0,5% del PIB en 2002, el más elevado de la UE a 15 -, en un país que invierte en enseñanza -4,3% del PIB en 2002- un punto menos de su PIB que los socios europeos.

En el extremo opuesto, los hijos de familias que responden a los indicativos de una madre inmigrante de cuello azul (trabajadora no cualificada) con menos de 100 libros en casa, aparecen potencialmente abocados al fracaso.

Remover las desigualdades sociales requiere que la educación sea lo más independiente posible de las condiciones socioeconómicas de los alumnos. "Habría que invertir justamente la situación actual para que la igualdad formal de oportunidades se convierta en igualdad real de oportunidades. Hay que impedir que las desigualdades de origen colonicen el sistema", subraya Jorge Calero. Según Escardíbul, la proclamada igualdad de oportunidades se resiente también porque la reserva de plazas limita la posibilidad de que los alumnos de incorporación tardía, inmigrantes, por lo general, entren en un centro concertado. La capacidad de recabar recursos económicos de las familias y de seleccionar a los alumnos de Bachillerato en función de sus notas constituye, a su juicio, otro obstáculo adicional.

"Aunque las becas y los programas de educación compensatoria cumplen una función notable, el sistema sigue siendo bastante selectivo en el acceso a los centros concertados y actúa insuficientemente en las aulas para corregir las desigualdades sociales. Las Administraciones deberían tener en cuenta que ubicar las escuelas en tal o cual zona contribuye a reducir o a incrementar la segregación", indica. El incremento de las becas y la inversión, la evaluación pública de los resultados de cada centro y la promoción del consumo familiar de bienes culturales son otras de sus propuestas.

Pero el obstáculo mayor que lastra el objetivo de la igualdad de oportunidades es el bajo nivel educativo de los padres. Aunque España es el cuarto país del mundo con mayor diferencia de nivel educativo entre la generación de los padres y la de los hijos, este despegue no le ha liberado todavía del peso inerte del pasado. El grado de formación de los padres que en 2004 tenían hijos de 17 o 18 años era el más bajo de la UE, excepción hecha de Portugal.

Los déficit académicos de los alumnos son, en buena medida, fruto de las carencias culturales de la propia sociedad. Tenemos la paradoja de que el fracaso y la repetición de curso son moneda corriente, incluso en comunidades como La Rioja o Castilla y León que, por sí mismas, podrían disputar a Finlandia y a Corea del Sur los primeros puestos de la excelencia en el Informe PISA. La tardía expansión de nuestro sistema académico hace que los escolares paguen hoy el retraso acumulado a lo largo de décadas.

jueves, 1 de septiembre de 2011

VIVA CHILE MIERDA

Comienza septiembre, nuestro mes de la contradicción total. El mes del chovinismo radical, de las banderas, los himnos nacionales, las cuecas inagotables, los asados en la parrilla hechiza, borracheras interminables, la parada militar, el colorido mes de la primavera tras la dureza inclemente del frío invierno de 2011. Septiembre es también el mes de la memoria, del dolor, del recuerdo hacia tantos y tantos hermanos que ya no están, de La Moneda bombardeada, de los que tuvieron que partir corriendo para no caer en la maquinaria del terror, de los que aquí crecimos, en medio de toques de queda, detenciones por sospecha, olor a neumáticos encendidos, barro en el que hundías los zapatos en invierno, polvo y basura en el verano, lacrimógenas, palos, noches de pintura conciente en los muros del viejo y querido barrio, organización, conciencia y memoria viva, nuestro mes de septiembre.
Comienzo este proceso de reflexión con un texto que pertenece a Fernando Alegría, un escritor chileno de esos que hay que leer y disfrutar. El texto no podía ser más pertinente y se llama así, sencillamente: “Viva Chile Mierda”.

VIVA CHILE MIERDA
Cuando al alba sale el huaso a destapar estrellas
y, mojado de rocío, enciende el fuego en sus espuelas
cuando el caballo colorado salta la barra del mar
y se estremece el lago con una lenta bruma de patos,
cuando cae el recio alerce y en sus ramas cae el cielo:
digo con nostalgia ¡VIVA CHILE MIERDA!

Cuando el buzo ilumina su escafandra
y las ballenas se acercan a mamar en el vientre de las lanchas
cuando cae al fondo del océano la osamenta de la patria
y como vaca muerta la arrastra la ola milenaria
cuando explota el carbón y se enciende la Antártida:
digo, pensativo, ¡VIVA CHILE MIERDA!


Cuando se viene el invierno flotando en el Mapocho
como un muerto atado con alambres, con flores y con tarros
y lo lamen los perros y se aleja embalsamado de gatos
cuando se lleva un niño y otro niño dormidos en su escarcha
y se va revolviendo sus grises ataúdes de saco:
digo enfurecido ¡VIVA CHILE MIERDA!

Cuando en noche de luna crece una población callampa
cuando se cae una escuela y se apaga una fábrica
cuando fallece un puerto en el Norte y con arena lo tapan
cuando Santiago se apesta y se oxidan sus blancas plazas
cuando se jubila el vino y las viudas empeñan sus casas:
digo cabeza bajo ¡VIVA CHILE MIERDA!

Me pregunto de repente y asombrado, por qué
diré Viva Chile Mierda y no Mier... mosa Patria?
quizás en mi ignorancia repito el eco de otro eco:
¡Viva! dice el roto con la pepa de oro entre los dedos
¡Chile! dice el viento al verde cielo de los ebrios valles
¡Mierda! responde el sapo a la vieja bruja de Talagante
¿Qué problema tan profundo se esconde en las líneas de mi mano?
¿Es mi país una ilusión que me sigue como la sombra al perro?
¿No hay Viva entre nosotros sin su Mierda, compañeros?
la una para el esclavo, la otra para el encomendero
la una para el que explota salitre, cobre, carbón, ganado
la otra para el que vive su muerte subterránea de minero.
Y como penamos y vivimos en pequeña faja de abismo
frente al vacío alguien gritó la maldición primero.
¿Fue un soldado, herido en la batalla de Rancagua?
¿Fue un marino en Angamos? ¿Un cabo en Cancha Rayada?
¿Fue un huelguista en La Coruña? ¿Un puño cenado en San Gregorio?
¿O un pascuense desangrándose en la noche de sus playas?
¿No cantó el payador su soledad a lo divino
y a lo humano se ahorcó con cuerdas de guitarra?
¿No siguió al Santísimo a caballo y a cuchillás mantuvo al diablo raya?
¡Ah!, qué empresa tan gigante para destino tan menguado.
Entre nieve y mar, con toda el alma, nos damos contra un rumbo ya tapiado,
por consecuencia, en la mañana cuando Dios nos desconoce,
cuando alzado a medianoche nos sacude un terremoto,
cuando el mar saquea nuestras casas y se esconde entre los bosques,
cuando Chile ya no puede estar seguro de sus mapas
y cantamos, como un gallo que ha de picar el sol en pedazos,
digo, con firmeza, ¡VIVA CHILE MIERDA!

Y lo que digo es un grito de combate
Oración sin fin, voz de partida, fiero acicate
Espuelazo sangriento con las riendas al aire
Galopón del potro chileno a través de las edades
Es crujido de capas terrestres, anillo de fuego,
Vieja ola azul de claros témpanos pujantes.

¡País-Pájaro, raíz vegetal, rincón de donde el mundo
se cierra!
Quien lo grite no tendrá paz, caerá para seguir
adelante.
Y porque de isla en isla, del mar a la cordillera
De una soledad a otra, como de una estrella a
otra estrella
Nos irá aullando en los oídos la sentencia de la tierra:
Digo finalmente ¡VIVA CHILE MIERDA!

Del libro ¡Viva Chile M! de Fernando Alegría
Editorial Universitaria S.A
Tercera edición agosto de 1967

martes, 9 de agosto de 2011

EL TEMOR ATÓMICO

Este breve texto surge a raíz de conmemorarse hoy un aniversario más de la segunda bomba atómica lanzada sobre una población civil en la ciudad de Nagasaki.
El paso del terremoto en nuestro país el pasado 27 de febrero de 2010 despertó una profunda crítica en algunos sectores políticos respecto de la tozudez de nuestro gobierno de llevar adelante los estudios de factibilidad técnica respecto de la posibilidad de instalar centrales nucleares para producir energía. El posterior terremoto y tsunami en Japón y la falla, que aún perdura, en la central de Fukushima parecieron dar la razón a quienes promueven otros tipos de búsquedas de energía. Sin embargo los estudios, aunque menos entusiastas que antes, persisten y más temprano que tarde podemos oír una sorpresa al respecto.
Un país como el nuestro, destinado a vivir en medio de terremotos y explosiones volcánicas, con una altísima y reconocida vulnerabilidad sísmica, con una geografía “a lo largo” que torna muy difíciles las comunicaciones en casos de emergencia (basta recordar las horas posteriores a nuestro terremoto), con innumerables fallas geológicas, incluso una que atraviesa nuestra capital por la zona precordillerana y que, para infortunio nuestro pasa por debajo de la Central Nuclear de La Reina, pareciera ser el lugar menos indicado para promover la energía nuclear como respuesta a la demanda empresarial de energía… Pero aquí estamos. Las primeras preguntas que surgen peregrinamente respecto de esta delicada posibilidad ¿Dónde se instalaría la Central, cerca de qué pueblos, dónde irían a parar los desechos atómicos, quién nos garantiza que no habrá fugas radioactivas, quién nos asegura que no suceda lo que en la Escuela La Greda, en la que los niños contaminados con arsénico están condenados a morir de cáncer el día de mañana y la planta del Complejo Ventanas de CODELCO funciona impunemente; se contamina un pueblo entero, pero son los niños y su escuela los clausurados y trasladados llevándose el veneno en sus cuerpos un poco más lejos donde no puedan molestar mucho.

La posibilidad de aumentar la matriz energética a partir de la energía nuclear en nuestro suelo es a esta altura, otra probable irresponsabilidad del poder económico, probablemente la más letal. En su afán permanente por obtener jugosas ventajas económicas la élite se ha empecinado por tensionar al máximo nuestra relación con la naturaleza y cada uno de sus elementos. Pareciera que mientras más podamos depredar, cortar, aserrar, romper, secar, desviar, trasladar, convertir en ganancia para los bolsillos de unos pocos, más desarrollados estamos y somos, pero eso no se condice con la realidad que muchos de nosotros vemos a diario en nuestros diversos puntos de trabajo. Un sector cada vez más grande de la población no vive ni disfruta de ese Chile que entró a la OCDE, ese Chile que goza del prestigio internacional por su sólida economía, ese Chile de las grandes inversiones, del dinero abundante, el Chile de la leche y la miel. Lo que a diario vive un gran sector de nuestra población es el Chile de la postergación, de los sueldos miserables cuando hay sueldo, de una relación patronal abusiva y medieval, de viviendas precarias como calaminas del desierto en pleno ciudad. Para qué seguir. Cada vez más en nuestro país los grandes discursos de transformación y crecimiento económico están puestos en entredicho por la enorme brecha económica que separa a los poderosos del resto de la población. El tema de la energía nuclear es uno más entre todos estos grandes temas que determinan nuestra visión de desarrollo.
Los sobrevivientes de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki aún conservan en sus cuerpos la marca radioactiva, sus hijos heredaron sus mutaciones y los hijos de sus hijos también. El uso responsable de la energía nuclear ha garantizado el abastecimiento eléctrico para varios países, pero el costo de una fuga radioactiva sería terrorífico. Actualmente son 8 los países que poseen bombas atómicas (EEUU, Rusia, Francia, Inglaterra, China, India, Pakistán, Corea del Norte) y algunos analistas plantean las sospechas no confirmadas respecto de Israel. Los 5 primeros han firmado un Acuerdo de No Proliferación Nuclear. Según consigna una reseña del diario El País de España en su edición online el pasado 14 de marzo de 2011, existen a esa fecha, 442 reactores nucleares repartidos en 29 países, siendo el de mayor cantidad de reactores EEUU (104), pero considerando a Francia (que posee 58) como el país con mayor cantidad de reactores nucleares en relación con su población. En América Latina, tanto Brasil, como Argentina y México poseen 2 cada uno, pero en todos hay estudios aprobados para aumentar la cantidad de reactores. Este tema está lejos de agotarse, mientras tanto un breve paso por el recuerdo con este corto japonés y un trozo de un tema clásico de los 80 en nuestro país y en clave rockera

CORTO JAPONES


Les sugiero este enlace a la canción "Enola Gay" del grupo de rock chileno "Rimel". Es una joyita del rock clásico criollo. Lamentablemente la canción no está completa, existe otra versión en youtube pero no se puede escuchar. Dejo también una dirección donde sólo pueden escuchar la canción como mp3 e intentar bajarla

LO QUE PIENSAN LOS DEL OTRO LADO

El siguiente es un texto publicado hoy, martes 09 de agosto de 2011 en la página web del diario La Nación, www.lanación.cl, firmado por el ex presidente de la Cámara de diputados Antonio Leal y que nos muestra la mirada del sector gobiernista respecto de las movilizaciones estudiantiles y sociales del último período.

UNA MANGA DE INÚTILES SUBVERSIVOS
La aseveración de Carlos Larraín, al inaugurar el Consejo Nacional del RN, de que los cientos de miles de jóvenes y de chilenos en general que se han movilizado en estas semanas serían “una magna de inútiles subversivos” no sólo revela el profundo desprecio a los ciudadanos de esta rancia aristocracia patricia, a la cual pertenece Larraín (no olvidemos que él trató de plebeyos pipiolos a sus opositores internos), sino la incomprensión absoluta de la derecha del sentido de las protestas y de los fenómenos complejos que cursan en nuestras sociedades del siglo XXl.

Esto sería una anécdota si Carlos Larraín fuera un simple aristócrata un poco desubicado de época. Sin embargo, él es el presidente del Partido del Presidente Piñera y sus palabras tienen un significado político evidente cuando uno piensa que en este partido militan nada menos que el Jefe del Estado, el ministro del Interior, el ministro de Defensa y otras autoridades muy importantes del país y que él mismo ha entrado en el Senado de la República; es decir a un importante cargo de representación parlamentaria, sin ser elegido más que por la mesa de su propio partido.
¿Cómo pretende Sebastian Piñera invocar el diálogo si los interlocutores reales, que son jóvenes que por decenas de miles están en calles luchando por una educación de mayor equidad y calidad, son considerados por el jefe de su partido como unos “inútiles subversivos”? No hay que ser muy agudos para darse cuenta que con sus palabras Carlos Larraín, que además habla de las protestas como de una “guerra” de día y de noche contra el Gobierno, está diezmando toda credibilidad al propio Presidente de la República para ser visto, especialmente por la nueva generación, como alguien que posee la dignidad y la autoridad suficiente como para abrir una conversación sobre los grandes temas que cruzan a la sociedad chilena. Es decir, Carlos Larraín bloquea el diálogo entre su gobierno y la sociedad civil mayoritariamente descontenta con el accionar del Gobierno. Por tanto, el primer damnificado político con las expresiones de Carlos Larraín es el Presidente de la República quien no despierta por sí mismo, de acuerdo a las encuestas, un grado suficiente de credibilidad y confianza en la opinión pública y al cual ahora el Consejo Nacional de su partido le hace un regalo envenenado por la irracionalidad que no dejará de profundizar ese sentimiento de separación y lejanía que el mandatario ya tiene con los chilenos. Sin embargo, la conclusión de fondo es que las palabras de Carlos Larraín denotan lo peligroso que resulta para la democracia chilena el ser gobernados por políticos que desprecian a su propia ciudadanía y que culturalmente aparecen como incapaces de leer bien y comprender el significado de las protestas que convulsionan al país. Peligroso para la democracia, porque si un gobierno llegara a la conclusión de Carlos Larraín de que centenares de miles de jóvenes que luchan por una educación mejor, que miles de ciudadanos que exigen vivir en un ambiente sano y se oponen a las represas en Aysén o quienes se manifiestan por derechos para las parejas de un mismo sexo o por los derechos de los pueblos originarios, o las capas medias que espontáneamente expresaron su descontento en un enorme caceroleo, son una “manga de inútiles subversivos” a ellos no sólo se les cierra la puerta al diálogo sino además se les debiera aplicar los métodos represivos que todo estado consagra contra la subversión.
¿Es esto lo que invoca Carlos Larraín al acusar de subversivos a una parte consistente de la sociedad chilena descontenta? Si fuera así, y tomáramos en serio y de manera rigurosa las palabras del Presidente del partido del Presidente Piñera, el país estaría entrando en una situación pre-dictatorial de extrema gravedad. Sin embargo, mi conclusión es más bien que las palabras de Carlos Larraín demuestran la incapacidad para comprender lo que vivimos y una lejanía total con los sentimientos de la sociedad chilena.
A Carlos Larraín y los suyos les resulta incomprensible que los estudiantes y sus familias, los docentes y la mayoría de los chilenos cuestionen un modelo, instalado por la dictadura de Pinochet, que estableció la mercantilización de la educación y destruyó la educación pública. Como ha dicho el propio Presidente Piñera la educación es mercado y éste se basa en la inversión y en el logro de utilidades; en la educación básica y media a través de los sostenedores, y en la educación superior a través de las inmobiliarias y de miles de otros subterfugios a través de los cuales se ha burlado la ley y se han construido grandes imperios educacionales.
A la derecha, y sobre todo a este gobierno de empresarios y gerentes, le es difícil gobernar porque su imagen, su “marketing”, está intrínsecamente ligado a los negocios, a un mundo que a la mayoría de los chilenos les despierta desconfianza porque son víctimas del engaño, de la letra chica, de los abusos que a diario se cometen por parte de las grandes empresas y entidades financieras del país.
Pero les es aún más difícil porque no logran entender a la sociedad digital, donde los ciudadanos tienen sus propias maneras de comunicar horizontalmente, de muchos a muchos, surge una nueva ciudadanía que reclama sus propios espacios, que no está dispuesta a entregar su representación a las formas tradicionales de mediación institucional, que quiere tener voz propia en las decisiones, que no canalizan su subjetividad a través de una política convertida cada vez más en ejercicio de unos pocos y en razón de estado. A esta ciudadanía le da lo mismo que “El Mercurio mienta” -denuncia que tanto nos importara a los estudiantes de hace algunos decenios donde la voz de este diario era el emblema del dominio de las comunicaciones-, porque dispone de medios digitales alternativos para contar su verdad y autoconvocarse.
Lo que Carlos Larraín no logra entender es que la democracia en sí misma es subversiva y que cada cierto tiempo el “topo” de la historia vuelve a revolucionar sus principios, sus valores, sus dignidades y ese proceso es el que hoy instala una nueva ciudadanía que en nuestro caso se expresa a través del reclamo magnífico de estos jóvenes que piden, a una clase política en la cual poco creen, que la educación sea más igualitaria, que haya una reforma tributaria para financiar la educación pública, que anhelan una Constitución legítima que los incluya y cree nuevos espacios de participación y democracia.
Los chilenos debiéramos estar orgullosos de esta juventud viva, rebelde, que quiere un rol en el futuro de Chile. Carlos Larraín está, lo desnudan sus propias palabras, fuera de la historia. Sobre todo de ésta que quieren construir estos jóvenes 2.0.

lunes, 1 de agosto de 2011

DE QUE SIRVE UN PROFESOR

El siguiente es un interesante y muy atingente artículo escrito por Umberto Eco y publicado en mayo de 2007 en el diario La Nación de Argentina respecto de cuál es nuestro rol hoy en día, en medio de esta vorágine tecnológica que tiende a dar la impresión de que ya no hacemos falta. El gran dios de nuestros tiempos es google o la serie de enciclopedias tipo Wikipedia que se van construyendo con una velocidad vertiginosa. Despejar QUÉ es exacto, real o valedero de todo lo que nos presenta el mundo cibernético es una tarea en extremo compleja y la sensación es que sólo basta apretar un botón, teclear unas palabras claves y el gran universo del conocimiento de despliega frente a nuestros ojos nos da un extraño poder que minimiza la figura sagrada del maestro de escuela. El Prometeo moderno es un aparato cada vez más pequeño, cada vez más poderoso, cada vez más impersonal y es, precisamente, en este mundo de impersonalidades en dónde nuestro quehacer es puesto en tela de juicio, cuestionado por los que nada saben. Yo sólo me quedo con mis imágenes de lo cotidiano, con la convicción de que algo muy distinto a un chip se mueve en nuestro corazón, con la certeza de que es a través de nuestro denodado esfuerzo e influjo que el mundo se mueve de tanto en tanto y se estremecen los cimientos de las viejas estructuras y se atisba otro mundo posible en medio de las nubes y un muchacho sencillo es capaz de encontrar un sentido profundo para su vida. He ahí el texto de Eco.

¿DE QUÉ SIRVE UN PROFESOR?
21 de mayo de 2007 - edición impresa
http://www.lanacion.com.ar/910427-de-que-sirve-el-profesor

En el alud de artículos sobre el matonismo en la escuela he leído un episodio que, dentro de la esfera de la violencia, no definiría precisamente al máximo de la impertinencia... pero que se trata, sin embargo, de una impertinencia significativa. Relataba que un estudiante, para provocar a un profesor, le había dicho: "Disculpe, pero en la época de Internet, usted, ¿para qué sirve?"

El estudiante decía una verdad a medias, que, entre otros, los mismos profesores dicen desde hace por lo menos veinte años, y es que antes la escuela debía transmitir por cierto formación pero sobre todo nociones, desde las tablas en la primaria, cuál era la capital de Madagascar en la escuela media hasta los hechos de la guerra de los treinta años en la secundaria. Con la aparición, no digo de Internet, sino de la televisión e incluso de la radio, y hasta con la del cine, gran parte de estas nociones empezaron a ser absorbidas por los niños en la esfera de la vida extraescolar.

De pequeño, mi padre no sabía que Hiroshima quedaba en Japón, que existía Guadalcanal, tenía una idea imprecisa de Dresde y sólo sabía de la India lo que había leído en Salgari. Yo, que soy de la época de la guerra, aprendí esas cosas de la radio y las noticias cotidianas, mientras que mis hijos han visto en la televisión los fiordos noruegos, el desierto de Gobi, cómo las abejas polinizan las flores, cómo era un Tyrannosaurus rex y finalmente un niño de hoy lo sabe todo sobre el ozono, sobre los koalas, sobre Irak y sobre Afganistán. Tal vez, un niño de hoy no sepa qué son exactamente las células madre, pero las ha escuchado nombrar, mientras que en mi época de eso no hablaba siquiera la profesora de ciencias naturales. Entonces, ¿de qué sirven hoy los profesores?

He dicho que el estudiante dijo una verdad a medias, porque ante todo un docente, además de informar, debe formar. Lo que hace que una clase sea una buena clase no es que se transmitan datos y datos, sino que se establezca un diálogo constante, una confrontación de opiniones, una discusión sobre lo que se aprende en la escuela y lo que viene de afuera. Es cierto que lo que ocurre en Irak lo dice la televisión, pero por qué algo ocurre siempre ahí, desde la época de la civilización mesopotámica, y no en Groenlandia, es algo que sólo lo puede decir la escuela. Y si alguien objetase que a veces también hay personas autorizadas en Porta a Porta (programa televisivo italiano de análisis de temas de actualidad), es la escuela quien debe discutir Porta a Porta. Los medios de difusión masivos informan sobre muchas cosas y también transmiten valores, pero la escuela debe saber discutir la manera en la que los transmiten, y evaluar el tono y la fuerza de argumentación de lo que aparecen en diarios, revistas y televisión. Y además, hace falta verificar la información que transmiten los medios: por ejemplo, ¿quién sino un docente puede corregir la pronunciación errónea del inglés que cada uno cree haber aprendido de la televisión?. Pero el estudiante no le estaba diciendo al profesor que ya no lo necesitaba porque ahora existían la radio y la televisión para decirle dónde está Tombuctú o lo que se discute sobre la fusión fría, es decir, no le estaba diciendo que su rol era cuestionado por discursos aislados, que circulan de manera casual y desordenado cada día en diversos medios –que sepamos mucho sobre Irak y poco sobre Siria depende de la buena o mala voluntad de Bush. El estudiante estaba diciéndole que hoy existe Internet, la Gran Madre de todas las enciclopedias, donde se puede encontrar Siria, la fusión fría, la guerra de los treinta años y la discusión infinita sobre el más alto de los números impares. Le estaba diciendo que la información que Internet pone a su disposición es inmensamente más amplia e incluso más profunda que aquella de la que dispone el profesor. Y omitía un punto importante: que Internet le dice "casi todo", salvo cómo buscar, filtrar, seleccionar, aceptar o rechazar toda esa información.

Almacenar nueva información, cuando se tiene buena memoria, es algo de lo que todo el mundo es capaz. Pero decidir qué es lo que vale la pena recordar y qué no es un arte sutil. Esa es la diferencia entre los que han cursado estudios regularmente (aunque sea mal) y los autodidactas (aunque sean geniales). El problema dramático es que por cierto a veces ni siquiera el profesor sabe enseñar el arte de la selección, al menos no en cada capítulo del saber. Pero por lo menos sabe que debería saberlo, y si no sabe dar instrucciones precisas sobre cómo seleccionar, por lo menos puede ofrecerse como ejemplo, mostrando a alguien que se esfuerza por comparar y juzgar cada vez todo aquello que Internet pone a su disposición. Y también puede poner cotidianamente en escena el intento de reorganizar sistemáticamente lo que Internet le transmite en orden alfabético, diciendo que existen Tamerlán y monocotiledóneas pero no la relación sistemática entre estas dos nociones. El sentido de esa relación sólo puede ofrecerlo la escuela, y si no sabe cómo tendrá que equiparse para hacerlo. Si no es así, las tres I de Internet, Inglés e Instrucción seguirán siendo solamente la primera parte de un rebuzno de asno que no asciende al cielo.

viernes, 29 de julio de 2011

BALANCE PATRIÓTICO

Traje a colación este texto clásico de Vicente Huidobro, poeta chileno del ramillete de los 5 grandes poetas nacionales, por su frescura y pertinencia, sobre todo considerando que desde su creación han pasado casi 100 años y, sin embargo, cada una de sus palabras es susceptible de ser extrapolada a nuestra agitada realidad. El texto fue escrito en 1925 y este chileno, el más europeo de nuestros poetas, nacido en auténtica cuna de oro, devenido en comunista por la acción de su candente corazón, muerto tras una vida dedicada a su arte, enterrado en medio de los cerros de Cartagena, como un hombre que sabe que la muerte debe ser sencilla, sin ostentación, como un hombre que sabe que al cruzar el umbral de esta vida no podemos llevar nada con nosotros salvo la caldera inagotable de nuestro fiero corazón, salvo nuestros principios, nuestra rectitud, nuestro imaginario, la estela difusa dejada por el paso de nuestra historia. He aquí el texto con una fotografía clasica de Huidobro al comienzo, un afiche clásico de Bansky al final y, en medio, algunos afiches del querido mayo francés de 1968:

..."Un país que apenas a los cien años de vida está viejo y carcomido, lleno de tumores y de supuraciones de cáncer como un pueblo que hubiera vivido dos mil años y se hubiera desangrado en heroísmos y conquistas. Todos los inconvenientes de un pasado glorioso pero sin la gloria. No hay derecho para llegar a la decadencia sin haber tenido apogeo.

Un país que se muere de senectud y todavía en pañales es algo absurdo, es un contrasentido, algo así como un niño atacado de arteriosclerosis a los once años. El sesenta por ciento de la raza, sifilítica. El noventa por ciento, heredo-alcohólicos (son datos estadísticos precisos); el resto insulsos y miserables a fuerza de vivir entre la estupidez y las miserias. Sin entusiasmo, sin fe, sin esperanzas. Un pueblo de envidiosos, sordos y pálidos calumniadores, un pueblo que resume todo su anhelo de superación en cortar las alas a los que quieren elevarse y pasar una plancha de lavandera sobre el espíritu de todo aquel que desnivela el medio estrecho y embrutecido.

En Chile cuando un hombre carga algo en los sesos y quiere salvarse de la muerte, tiene que huir a países más propicios llevando su obra en los brazos como la Virgen llevaba a Jesús huyendo hacia Egipto. El odio a la superioridad se ha sublimado aquí hasta el paroxismo. Cada ciudadano es un Herodes que quisiera matar en ciernes la luz que se levante. Frente a tres o cuatro hombres de talento que posee la República, hay tres millones setecientos mil Herodes. Y luego la desconfianza, esa desconfianza del idiota y del ignorante que no sabe distinguir si le hablan en serio o si le toman el pelo. La desconfianza que es una defensa orgánica, la defensa inconsciente del cretino que no quiere pasar por tal cree que sonriendo podrá enmascarar su cretinismo, como si la mirada del hombre sagaz no atravesara su sonrisa mejor que un reflector.

El huaso macuco disfrazado de médico que al descubrirse teoría microbiana exclama: a mí no me meten el dedo en la boca; el huaso macuco disfrazado de filósofo que al oír los problemas del transformismo dice: a otro perro con ese hueso; el pobre huaso macuco disfrazado de artista o de político que cree que diciendo: no comprendo, mata a alguien en vez de hacer el mayor elogio.

Por eso Chile no ha tenido grandes hombres, ni podrá tenerlos en muchos siglos. ¿Qué sabios ha tenido Chile? ¿Que teoría científica se debe a un chileno? ¿Qué teoría filosófica ha nacido en Chile? ¿Qué principio químico ha sido descubierto en Chile? ¿Qué político chileno ha tenido trascendencia universal? ¿Qué producto de fabricación chilena o qué producto del alma chileno se ha impuesto en el mundo?. No recuerdo nunca en una universidad de Europa, ni en Francia, ni Alemania, ni en ningún otro país haber oído el nombre de un chileno, ni haberlo leído en ningún texto.

Esto somos y no otra cosa. Es preciso que se diga de una vez por todas la verdad, es preciso que ni vivamos sobre mentiras, ni falsas ilusiones. Es un deber, porque sólo sintiendo palpitar la herida podremos corregimos y salvarnos aún a tiempo y mañana podremos tener hombres y no hombrinos.

Decir la verdad significa amar a su pueblo y creer que aún puede levantársele y yo adoro a Chile, amo a mi patria desesperadamente, como se ama a una madre que agoniza. Recorred nuestros paseos, mirad las estatuas de nuestros hombres de pensamiento: ¡qué cisos de valores efectivos! A la excepción de 4 ó 5, ninguno de ellos habría sabido responder en un examen universitario de hombres serios ¡qué sabios de aldea, qué cerebros más primarios! ¿En dónde fuera de aquí iban a tener estatuas esos pobrecitos?. Es necesario levantar estatuas en los paseos y como no hay a quién elevárselas, el pueblo busca el primero que pilla, y cuando es el pueblo el que levanta monumentos, ellos surgen debidos a las influencias de familias, son los hijos que levantan monumento al papá en agradecimiento por haberlos echado al mundo. ¡Es conmovedor!

¿Y el mérito, en dónde está el mérito? El pueblo pasa soñoliento y lánguido, arrastrando su cuerpo como un saco de pestes, su cuerpo gastado por la mala alimentación y carcomido de miserias y entre tanto la sombra de Francisco Bilbao llora de vergüenza en un rincón. ¿Qué hombre ha sabido sintetizar el alma nacional?. ¡Pobre país; hermosa rapiña para los fuertes!. Y así vienen, así se dejan caer sobre nosotros; las inmensas riquezas de nuestro suelo son disputadas a pedazos por las casas extranjeras y ellos viendo la indolencia y la imbecilidad troglodita de los pobladores del país, se sienten amos y les tratan como a lacayos, cuando no como a bestias. Ellos fijan los precios de nuestros productos, ellos fijan los precios de nuestra materia prima al salir del país y luego nos fijan otra vez los precios de esa misma materia prima al volver al país elaborada. Y como si esto fuera poco, ellos fijan el valor cotidiano de nuestra moneda.

Vengan los cuervos. Chile es un gran panizo. A la chuña, señores, corred todos, que todavía quedan migajas sobre la mesa. ¡Es algo que da náuseas!. Chile aparece como un inmenso caballo muerto, tendido en las laderas de los Andes bajo un gran revuelo de cuervos.

El poeta inglés pudo decir: “Algo huele a podrido en Dinamarca”, pero nosotros, más desgraciados que él, nos veremos obligados a decir: “Todo huele a podrido en Chile”. Un gran banquero alemán decía en una ocasión a un ex Encargado de Negocios de Chile en Austria: “Los políticos chilenos se cotizan como las papas”, y un magnate de las finanzas francesas decía otra vez, y esto lo oí yo: “Desde que a los políticos argentinos les dio por ponerse honrados, el gran panizo para los negocios es Chile”.

Y esos prohombres de la política chilena, esos señores que entregarían el país maniatado por una sonrisa de Lord Curzon y unos billetes de Guggenheim, no se dan cuenta que cada vez que esos hombres les dan la mano, les escupen el rostro. ¡Qué desprecio deben sentir los señores del cobre por sus abogados!. ¡Qué asco debe sentir en el fondo de su alma en el amo de nuestras fuerzas eléctricas por los patrióticos tinterillos que defienden sus intereses en desmedro de los intereses del país!. Y no es culpa del extranjero que viene a negocios en nuestra tierra. Se compra lo que se vende; en un país en donde se vende conciencias, se compra conciencias. La vergüenza es para el país. El oprobio es para el vendido, no para el comprador.

Frente a la antigua oligarquía chilena, que cometió muchos errores, pero que no se vendía, se levanta hoy una nueva aristocracia de la banca, sin patriotismo, que todo lo cotiza en pesos y para la cual la política vale tanto cuanto sonante pueda sacarse de ella. Ni la una ni la otra de estas dos aristocracias ha producido grandes hombres, pero la primera, la de los apellidos vinosos, no llegó nunca a la impudicia de esta obra de los apellidos bancosos.

La historia financiera de Chile se resume en la biografía de unos cuantos señores que asaltaban el erario nacional, como Pancho Falcato asaltaba las casas de una hacienda. Pero aquéllos más cobardes que éste, porque el célebre bandido por los menos exponía su pellejo.

¡Pobre Chile! Un país que ha tenido por toda industria el aceite de Santa Filomena y los dulces de la Antonia Tapia. (Chile tiene hierro, Chile entero es un gran bloque de hierro y no posee altos hornos. La Argentina no tiene hierro y tiene altos hornos).

¿Y la justicia?. La justicia de Chile haría reír, si no hiciera llorar. Una justicia que lleva en un platillo de la balanza la verdad y en el otro platillo, un queso. La balanza inclinada del lado del queso. Nuestra justicia es un absceso putrefacto que empesta el aire y hace la atmósfera irrespirable. Dura o inflexible para los de abajo, blanda y sonriente con los de arriba. Nuestra justicia está podrida y hay que barrerla en masa. Judas sentado en el tribunal después de la crucificación, acariciando en su bolsillo las treinta monedas de su infamia, mientras interroga a un ladrón de gallinas. Una justicia tuerta. El ojo que mira a los grandes de la tierra, sellado, lacrado por un peso fuerte y sólo abierto el otro, el que se dirige a los pequeños, a los débiles.

Buscáis a los agitadores en el pueblo. No, mil veces no; el más grande agitador del pueblo es la injusticia, eres tú mismo que andas buscando a los agitadores de abajo y olvidas a los de arriba. Las instituciones, las leyes, acaso no sean malas, pero nunca hemos tenido hombres, nunca hemos tenido un alma, nos ha faltado el Hombre. El pueblo lo siente, lo presiente y se descorazona, se desalienta, ya no tiene energías ni para irritarse, se muere automáticamente como un carro cargado de muertos que sigue rodando por el impulso adquirido.

Hace días he visto al pueblo agrupado en torno a la estatua de O’Higgins. ¿Qué hacían esos hombres al pie del monumento? ¿Qué esperaban? ¿Buscaban acaso protección a la sombra del gran patriota?. Tal vez creían ellos que el alma del Libertador flotaba en el aire y que de repente iba a reencarnarse en el bronce de su estatua y saltando desde lo alto del pedestal se lanzaría al galope por las calles y avenidas, dando golpes de mandoble hasta romper su espada de tanto cortar cabezas de sinvergüenzas y miserables. No valía la pena haberos libertado para que arrastrarais de este modo mi vieja patria, gritaría el Libertador. Y luego, como una trompeta, exclamara a los cuatro vientos: despiértate, raza podrida, pueblo satisfecho en tu insignificancia, contento acaso de ser un mendigo harapiento del sol, resignado como un Job que lame su lepra en un establo.

Los países vecinos pasan en el tren del progreso hacia días de apogeo y de gloria. El Brasil, la Argentina, el Uruguay ya se nos pierden de vista y nosotros nos quedamos parados en la estación mirando avergonzados el convoy que se aleja. Hasta el Perú hoy es ya igual a nosotros y en cinco años más, en manos del dictador Leguía, nos dejará también atrás, como nos dejará Colombia, que se está llenando de inmigrantes europeos. ¿Y esto debido a qué? Debido a la inercia, a la poltronería, a la mediocridad de nuestros políticos, al desorden de nuestra administración, a la chuña de migajas y, sobre todo, a la falta de un alma que oriente y que dirija.

Un Congreso que era la feria sin pudicia de la imbecilidad. Un Congreso para hacer onces buenas y discursos malos. Un municipio del cual sólo podemos decir que a veces poco ha faltado para que un municipal se llevara en la noche la puerta de la Municipalidad y la cambiase por la puerta de su casa. Si no empeñaron el reloj de la Intendencia y la estatua de San Martín, es porque en las agencias pasan poco por artefactos desmesurados. ¿Hasta cuándo, señores? ¿Hasta cuándo?

Es inútil hablar, es inútil creer que podemos hacer algo grande mientras no se sacuda todo el peso muerto de esos viejos políticos embarazados de palabras ñoñas y de frases hechas. Al día siguiente del 23 de enero, cuando el país estaba sobre un volcán, ¿saben ustedes en qué se entretenía una de las lumbreras de nuestra vieja politiquería, a quienes preguntaban militares qué opinaban sobre la designación de don Emilio Bello para ponerle al frente del Gobierno? En dar una conferencia de dos horas para probar que el nombramiento de don Emilio Bello era razonable, pues este caballero había sido Ministro de Relaciones cuando el General Altamirano era Ministro del Interior; por lo tanto, pasando el Ministro del Interior a la Jefatura del país, al Ministro de Relaciones le tocaba pasar al Interior, automáticamente, según las leyes, a la Vicepresidencia de la República, en caso de quedar vacante la Presidencia, y por lo tanto..., etc.

No se le ocurrió por un momento hablar de la competencia ni de la energía, ni de los méritos o defectos del señor Bello. El pobre estaba buscando argucias justificativas cuando se trataba de obrar rápidamente, hipnotizado por las palabras cuando había que saltar por encima de todo. Pobre atleta enredado en la madeja de lanas de una abuela cegatona, en los momentos en que la casa esta ardiendo.

He ahí el símbolo de nuestros políticos. Siempre dando golpes a los lados, jamás apuntando el martillazo en medio del clavo. Cuando se necesita una política realista y de acción, esos señores siguen nadando sobre las olas de sus verbosidades. Por eso es que toda nuestra insignificancia se resuelve en una sola palabra: Falta de alma. ¡Crisis de hombres! ¡Crisis de hombres! ¡Crisis de Hombre!. Porque, como dice Guerra Junqueiro, una nación no es una tienda, ni un presupuesto una Biblia. De la mera comunión de vientres no resulta una patria, resulta una piara. Socios no es lo mismo que ciudadanos. Al hablar de Italia decimos: la Italia del Dante, la Italia de Garibaldi, no la Italia de Castagneto, y es que el espirito cuenta y cuenta por sobre todas las cosas, pues sólo el espíritu eleva el nivel de una nación y de sus compatriotas. Se dice la Francia de Voltaire, de Luis XIV, de Víctor Hugo, la Francia de Pasteur: nadie dice la Francia de Citroën, ni de monsieur Cheron. Nadie dice la España de Pinillos, sino la España de Cervantes. Y Napoleón solo vale más que toda la historia de la Córcega; como Cristóbal Colón vale más que toda la historia de Génova.

El mundo ignorará siempre el nombre de los pequeños politiquillos y comerciantes que vivieron en la época de los grandes hombres. Sólo aquellos que lograron representar el alma nacional llegaron hasta nosotros; de Grecia guardamos en nuestro corazón el nombre de Platón y de Pericles, pero no sabemos quiénes eran sus proveedores de ropa y alimentos.

En Chile necesitamos un alma, necesitamos un hombre en cuya garganta vengan a condensarse los clamores de tres millones y medio de hombres, en cuyo brazo vengan a condensarse las energías de todo un pueblo y cuyo corazón tome desde Tacna hasta el Cabo de Hornos el ritmo de todos los corazones del país. Y que este hombre sepa defendernos del extranjero y de nosotros mismos.

Tenemos fama de imperialistas y todo el mundo nos mete el dedo en la boca hasta la campanilla. Nos quitan la Patagonia, la Puna de Atacama, firmamos el Tratado de Ancón, el más idiota de los tratados, y nos llaman imperialistas. Advirtiendo de pasada que hubo un ministro de Chile en Argentina, el ministro Lastarria, que tuvo arreglado el asunto de la Patagonia, dejando a la Argentina como límite sur el río Negro, y este ministro fue retirado de su puesto por antipatriota. Tal ha sido siempre la visión de nuestros gobernantes. Los macucos tan maliciosos y tan diablos y sobre todo tan boquiabiertos.

Necesitamos lo que nunca hemos tenido, un alma. Basta repasar nuestra historia. Necesitamos un alma y un ariete, diré, parafraseando al poeta ibero. Un ariete para destruir y un alma para construir. El descontento era tan grande, la corrupción tan general, que dos revoluciones militares estallaron al fin: la del 5 de septiembre de 1924 y la del 23 de enero de 1925. La primera giraba a todos los vientos como veleta loca, para caer luego en el mismo desorden y en la misma corrupción que atacara en el gobierno derrocado, echando sobre las espaldas de un solo hombre culpas que eran de todos; pero más que de nadie, de aquellos que, en vez de ayudarle, amontonaban los obstáculos en su camino. La segunda, hecha por un grupo de verdaderos idealistas, se diría que principia a desflecarse y a perder sus rumbos iniciales al solo contacto de la eterna lepra del país, los políticos viejos.

¿Hasta cuándo tendrán la ingenuidad de creer que esa gente va a enmendarse y cambiar de un solo golpe sus manías del pasado, arraigadas hasta el fondo de las entrañas, como quien se cambia un paletó?. Dos revoluciones llenas de buenos propósitos, pero escamoteadas por los prestidigitadores de la vieja politiquería, de esa vieja politiquería incorregible y con la cual no hay que contar sino para barrerla.

El país no tiene más confianza en los viejos, no queremos nada con ellos. Entre ellos, el que no se ha vendido, está esperando que lo compren. Y no contentos con tener la mano en el bolsillo de la Nación, no han faltado gobernantes que emplearan a costillas del Fisco a más de alguna de sus conquistas amorosas, pagando con dineros del país sus ratos de placer. ¿Y éstos son los que se atreven hablar de patriotismo? Roban, corrompen las administraciones y, como si esto fuera poco, convierten al Estado en un cabrón de casa pública.

¿Qué se puede esperar de un país en el cual al más grande de los ladrones, al que comete la más gorda de las estafas, se llama admirativamente: ¡Gallo padre!? Este es un peine, dicen, y lo dejan pasar sin escupirle el rostro.

Se dice que el robo lo tenemos en la sangre, que es herencia araucana. Bonita disculpa de francachela. Pues bien, si lo tenemos en la sangre, quiere decir que hay que extirparlo cortando cabezas. Por ahí sale la sangre. Si no hay más remedio, que salga como un río. ¡Que mueran ellos, pero que no muera el país!. Que suban al arca unos cuantos Noé y los demás perezcan en el diluvio de la sangre pútrida. Como la suma de latrocinios de los viejos políticos es ya inconmensurable, que se vayan, que se retiren. Nadie quiere saber más de ellos. Es lo menos que se les puede pedir.

Entre la vieja y la nueva generación, la lucha va a empeñarse sin cuartel. Entre los hombres de ayer sin más ideales que el vientre y el bolsillo, y la juventud que se levanta pidiendo a gritos un Chile nuevo y grande, no hay tregua posible.

Que los viejos se vayan a sus casas, no quieran que un día los jóvenes los echen al cementerio. Todo lo grande que se ha hecho en América y sobre todo en Chile, lo han hecho los jóvenes. Así es que pueden reírse de la juventud. Bolívar actuó a los 29 años. Carrera, a los 22; O’Higgins, a los 34, y Portales, a los 36.

Que se vayan los viejos y que venga juventud limpia y fuerte, con los ojos iluminados de entusiasmo y de esperanza."
VICENTE HUIDOBRO

LOS CHACARILLA BOYS O DE LA AMNESIA CHILENA

No hay peor enfermedad social que la falta de memoria histórica. Chile la sufre de modo agudo. El 9 de Julio de 1977 un grupo de 77 jóvenes nacionalistas de extrema derecha subió al cerro Chacarillas, al lado del San Cristóbal en el acto más fascista de todos los tiempos de la historia de este país. Emulaban a los 77 soldados de La Concepción en la Guerra con el Perú. Bosques de banderas y antorchas al mas puro estilo del nacismo hitleriano iluminaban la noche de invierno. Pinochet en un momento de inspiración arrebatadora leyó su famoso discurso. “Mi corazón de viejo soldado , decía, revive con profunda emoción el coraje insuperable de Luis Cruz Martínez…que en plena soledad de la sierra peruana, supieron demostrar con la entrega de sus vidas, que nuestra Patria y los valores permanentes del espíritu están por encima de cualquier sacrificio personal que su defensa pueda demandar”.

En esos mismos días eran torturados en el “Palacio de la Risa”, así llamada la Villa Grimaldi, miles de chilenas y chilenos. Se las violaba, aterrorizaba, y luego se las iba a tirar al mar, como a Marta Ugarte una de las primeras que en esos mismos días apareció flotando en las playas de Longotoma. Mientras los jóvenes subían en medio de antorchas, los gritos de horror se escuchaban en los subterráneos del poder entusiasmado. “..las limitaciones excepcionales que transitoriamente hemos debido imponer a ciertos derechos, han contado con el respaldo del pueblo y de la juventud de la Patria, que han visto en ella el complemento duro pero necesario para asegurar nuestra Liberación Nacional”, dijo el General en medio de los aplausos de los jóvenes patriotas en medio de la noche de Chacarillas.

“El complemento duro pero necesario” da escalofríos y ganas de vomitar. Todos y todas quienes allí estaban sabían muy bien a qué se refería el General. Era explícito.

¿Quiénes subieron a Chacarillas? Ayer fue el cambio de Gabinete. El listado del Mercurio señala el número 15: Andrés Chadwick, hoy Ministro Vocero de Gobierno, número 38, Cristián Larroulet, Ministro del triunvirato de La Moneda, y 39 , Joaquín Lavín, defenestrado Ministro de Educación y resucitado Ministro de Planificación Nacional. La lista es larga y sería un ejercicio de “buena memoria” publicarla con letras de molde. El número 47 es el actual Presidente de la Cámara de Diputados, y el número 20 es el dueño de la Universidad San Sebastián, emblemático modelo de lo que debe ser la educación universitaria “con fines de lucro”. El número 17 se reía ayer a mandíbula batiente en La Moneda, al ver como sus “Chacarillas Boys” se tomaban finalmente La Moneda, en el asalto al Poder, que esa noche lluviosa del invierno del 77, los 77 cabalísticamente (como es propio de los fascismos corrientes) habían prometido solemnemente, Juan Antonio Coloma, se llama.

Ninguno de estos “Chacarilla Boys”, han hecho autocrítica alguna, pedido perdón, han pasado “colados” en medio de las tormentas. “No sabían” es lo que más mentirosamente han tratado de balbucear. ¿Qué no sabían? Todos los que vivíamos en Chile lo sabíamos detalladamente. ¿Ud Presidente no sabía y no sabe a quienes está metiendo en La Moneda?.

¿Nadie se acuerda cómo sacaban a miles de personas en las madrugadas de ese año 77 a una cancha de futbol a las seis de la mañana, congelada, y les pegaban, los fichaban , los denigraban y dejaban como estropajos? ¿Nadie se da cuenta que aplastaron un siglo de luchas obreras con el terror? ¿Nadie se acuerda que el próximo Ministro del Bienestar Social escribió el panfleto más deleznable de nuestra Historia Literaria, “La Revolución Silenciosa”? ¡¿Porqué no lo vuelven a publicar?

Pero lo peor es la confusión ideológica del momento. Y de los que alguna vez estuvieron en el lado de los perdedores. Hay quienes han dicho y siguen diciendo que ya la derecha no es la misma. Que Piñera es una nueva derecha. Se les fundió la memoria. Hay otros, de la otra banda, que acaban de decir que en Chile hay “dos derechas”. Con respeto personal, pero andan mas perdidos que el teniente Bello. Muy triste. Es una campaña la de los antiguos perseguidos de confundirlo todo. Los errores, desvaríos, silencios, de un Ricardo Lagos o una Michelle Bachelet, no tienen ni un punto de comparación con lo que se vivió en esos días y que fue aplaudido por las actuales autoridades del país.

Escucho desde mi mente deprimida los aplausos en Punta Peuco. En Bucalemu un difunto se da vueltas de alegría en su tumba. Los fantasmas están presentes, más que nunca. Gozan de buena salud. Se ríen con su sonrisa regordeta y a todo color digital, de la Historia de nuestro país. Y no me critiquen a los cabros que agarran piedras y destrozan el “mobiliario urbano” del Alcalde de Santiago. Cuando no hay espacio para la Memoria y las razones, solo hay piedras.

Vergüenza me da. Vergüenza me da de ser chileno.

José Bengoa Cabello
Historiador, Antropólogo y Filósofo chileno

sábado, 23 de julio de 2011

LA LENGUA DE LAS MARIPOSAS

CONTEXTO HISTÓRICO DE LA CINTA
De haber triunfado y haberse consolidado la Revolución Social que instaló a España en el corazón romántico y libertario de todo el mundo en la tercera década del siglo XX, la historia del siglo XX en Europa y el resto del mundo hubiese sido otra totalmente distinta. La primera Gran Revolución Social Libertaria de los tiempos modernos. Todo comenzó con la caída del Antiguo Régimen en España y el nacimiento de la Segunda República: El gobierno de los hombres y las mujeres, no ya de la curia, no ya de la élite, ni del ejército, ni de los poderosos de siempre. Hombres y Mujeres dignos en su concepción de seres humanos, libres, capaces de cambiar el curso de la historia, da hacer productivo el campo para todos y no para unos pocos, con una autoridad capaz de darle dignidad a las personas más allá de sus recursos económicos, de hacer leer y escribir donde antes reinaba la oscuridad de las letras, de permitirle el voto a la mujer, de velar por el cumplimiento de los derechos universales, con una educación laica, pública, mixta y obligatoria que veía en la educación el baluarte del nuevo mundo que se estaba comenzando a construir, en cuyas aulas se comenzaban a formar los hombres y las mujeres de la República, los hombres y mujeres libres del mundo.

El 14 de abril de 1931 comenzó la marcha de la Segunda República. Baste sólo analizar los documentos de la época para recordar lo medieval de las relaciones sociales en la España de aquella época, en el campo, en la ciudad, en los pequeños villorrios. Ninguna Reforma era suficiente, ni siquiera el cambio constitucional de diciembre de 1931. Hacía falta la creación de miles de escuelas, fueron ocupadas algunas casas particulares y otros lugares para no creer, mientras se construían las definitivas, todo servía en la medida que pudiese cobijar un grupo humano para educarse. Hacían falta para esas miles de escuelas, miles de profesores con sueldos dignos y una carrera profesional dignificante… Dignidad, nunca antes esa palabra tuvo tanto sentido en el día a día del pueblo español. Hacían falta, del mismo modo, prácticas pedagógicas nuevas y profundas; el énfasis se instaló en el estudiante, en sus procesos de aprendizaje, en su relación con el entorno, en su capacidad y no en su bolsillo, el profesorado debió perfeccionarse, adecuarse a los nuevos tiempos, despertar del letargo, activar sus andamiajes mentales dormidos y oxidados, hacía falta instalar al maestro en el ámbito inasible de la sabiduría, profesor fue siendo sinónimo de cultura, de intelectualidad, de conocimiento, pero también de posibilidad, de transformación, de cambio.

La gran extensión del campo se estremeció también con tanto cambio. En vastos sectores de Galicia, en la zona minera de Asturias, en los campos de Aragón, en Cataluña y otros puntos de la gran España la tierra dejó de ser propiedad privada y exclusiva de los privilegiados de siempre. Ahora la tierra era de todo el que la trabajara, más no de manera independiente y buscando el provecho particular y privado, la tierra se colectivizó en las diferentes organizaciones de campesinos que comenzaron a surgir. Una cinta dramática, pero que se instala precisamente en esta fotografía del tiempo es “Tierra y Libertad” del gran Ken Loach.

El cambio político que significó el advenimiento de la Segunda República fue dando paso en el fragor de 3 años a una Revolución que parecía imparable. Sin embargo el 18 de julio de 1936 comenzaba la asonada golpista del General Franco en las islas Canarias, dando paso al comienzo de la Guerra Civil Española. Luego vendría la tragedia y la épica, las columnas internacionales, la organización horizontal de la FAI y la CNT, el POUM, la guerra interna con el PC prosoviético y por ende estalinista que intenta administrar a su manera la Revolución, Guérnica y los aviones nazis, la heroica Columna de Durruti que en la medida que luchaba hacía Revolución instaurando la sociedad sin clases ni privilegios, la defensa de Madrid, la pérdida de Cataluña, la retirada hacia Francia de los sobrevivientes, las masacres de los vencedores, en fin.

LA CINTA

En el contexto de las películas presentadas en CINE PEDAGOGÍA, probablemente esta es una de las más conocidas. La Lengua de las Mariposas es una cinta ambientada, precisamente en ese espacio de tensión previo a la Guerra Civil. El escenario de la tragedia es Galicia y el año 1936. El hilo conductor de la cinta es la historia de Moncho, un pequeño que comienza su vida escolar tardíamente debido al asma que padece. Con su ingreso a la escuela comienza también el descubrimiento de un mundo más real, fascinante y complejo de lo que hubiese pensado. Moncho es influido bellamente por el viejo profesor ácrata Don Gregorio, un maestro de aquellos que mira a sus estudiantes con profundidad y con un respeto único por la dignidad que cada uno de ellos representa. El viejo profesor se esmerará por enseñar a Moncho todo aquello necesario para que el niño pueda descubrir e interpretar el mundo con sus propios ojos. Le motivará en la lectura, le hará comprender la naturaleza de manera empírica a través de la observación y de la experimentación, la enseñará la mejor forma de acercarse a la niña de sus amores como hacía el tilonorrinco para atraer a su hembra. Poco a poco Moncho superará su temor inicial y se transformará en un estudiante ávido de conocimiento, en un niño que comienza a mirar el mundo y su vastedad, en un “gorrión” que vuela y vuela muy lejos, sólo baste recordar sus ojos cargados de imaginación y sorpresa.

Junto con el episodio penoso que protagoniza Moncho en su primer día de clases de inmediato llama la atención el curso, caracterizado por las diferencias de edades y niveles, al que se integra este joven, tímido, pero vivaz jovencito. Nos hace recordar el curso de ese otro entrañable profesor de la cinta “Le Ecole Buissonniere”, el señor Pascal y nos remite, del mismo modo, a una realidad muy propia de nuestro país en la zona rural.

La cinta se articula en torno a varios puntos significativos. Por un lado en lo ya dicho, la relación pedagógica que Moncho establecerá con su maestro, relación basada en un respeto irrestricto del viejo profesor por el particular proceso de aprendizaje de su delicado pupilo. Del mismo modo su hermano Manuel cobra un bello protagonismo en la medida que se va haciendo dueño de su saxofón y sobre todo cuando encuentra la forma de declarar su amor a una silenciosa niña oriental con las notas que extrae de su instrumento. Manuel viene a ser el puente natural de Moncho y su particular mirada de niño y el mundo cada vez más arbitrario y menos fantástico de los adultos, el hermano mayor será una figura gravitante para que el niño vaya desarrollando su precario sistema de representaciones, su visión particular del mundo con sus categorías, su capital simbólico como diría Bourdieu. Por otro lado está presente la tensión que sacude a toda España en la figura del terrateniente, del sacerdote y de la omnipresente autoridad militar caracterizada en la Guardia Civil, (los 3 eternos poderes), en oposición a los republicanos cuya fuerza es la gente del pueblo, los campesinos. Vemos el colorido, la música, las fiestas, vemos a la parafílica Carmiña y su afición por hacer el amor con su hombre junto a su perro Tarzán, vemos las costumbres de la España rural, vemos las perspectivas políticas, la sutil presencia de la ideología del profesor cuando le presta un libro al “gorrión” y toma, por unos breves segundos, “La Conquista del Pan” de Kropotkin, luego le entregará “La Isla del Tesoro”. Vemos y sabemos que se acerca un desenlace inevitable, una guerra que quisiésemos haber ganado, un momento que quisiésemos nunca hubiese ocurrido, pero que llega irremediablemente. Una plaza atestada de gente, los derrotados, los republicanos, los vencidos que salen de un calabozo y entre ellos el viejo profesor que hacía más daño con su práctica que con su discurso. Vemos a la madre de Moncho tratando de salvar a su familia del terror que se viene a costa de la traición abierta, vemos al profesor y su mirada triste como la de un mundo que se muere y vemos al niño que le grita sin saber aún el significado de las palabras que grita, sin saber tampoco que con su grito termina por abatir el último reducto de esperanza y fe en la especie humana que el profesor abrigaba en su corazón.

Por último es interesante decir que la película está basada en una trilogía de cuentos de Manuel Rivas, compuesta por “La Lengua de las Mariposas”, “Un saxo en la Niebla” y “Carmiña” presentes en el libro“¿Qué me quieres, amor?”.

FICHA TECNICA DE LA CINTA
NOMBRE: La Lengua de las Mariposas
GÉNERO: Drama
DIRECTOR: José Luis Cuerda
GUIÓN: Rafael Azcona, José Luis Cuerda, Manuel Rivas
FOTOGRAFÍA: Javier Salmones
MÚSICA: Alejandro Amenábar
PAÍS: España
AÑO: 1999
DURACIÓN: 95 minutos
ACTORES: Fernando Fernán Gómez como Don Gregorio, Manuel Lozano como Moncho, Uxía Blanco como Rosa, Gonzalo Uriarte como Ramón, Alexis de los Santos como Andrés, Elena Fernández como Carmiña, Tamar Novas como Roque, Celso Bugallo como el Cura.

DISCURSO DE DESPEDIDA DEL MAESTRO


ESCENA FINAL