Porque escribir

…“Rinaldo, Rinaldo te estamos esperando, ahora vamos a hacer un tema de Rinaldo, poné más agudo esto”… “Hola, hola, hola, parezco un político. No se escucha parece…Bueno, este, yo voy a hacer un tema que se llama La Niña… Esteeee… La niña es, …esteee… es muy dulce, muy mansa… ¡Que pasa!, ¡que pasa!, hola, hola. Bueno,… escucha la letra porque yo, esteeee, mejor cuando se escribe que cuando se habla... Y después queda, ¡viste!....”

Rinaldo Rafanelli, en concierto de despedida Sui Generis 1975

lunes, 13 de septiembre de 2010

DOMINGO, UNA VEZ MÁS

AUNQUE NO CUALQUIER DOMINGO…

Yo miro lo que queda del día, tan sólo fracciones de segundos, tan sólo pedazos de tiempo a la deriva, tan sólo tiempo y más tiempo a la deriva del tiempo.

Una pequeña copia del Guernica aquel de Pablo Picasso me observa en su multidimensionalidad cubista cargada de dolor. Yo siento el paso de la Legión Cóndor coronada de swásticas en homenaje al generalísimo Franco, en el primer y terrible bombardeo aéreo que recuerda la historia. Luego vendrían otros y otros y dentro de quizás cuánto tiempo más otros tantos devastadores.

Cómo arrancarse de la retina el bombardeo incesante a los arrozales y a la obstinada testarudez de la selva en Vietnam, las llamaradas anaranjadas de napalm, ¿haz visto caer la lluvia?, la lluvia dorada, la lluvia de fuego, que todo lo atrapa en su escozor quemante, las miles y miles de toneladas de bombas de napalm descargadas con toda la furia humana sobre un pueblo digno que caminaba descalzo por la selva.

Cómo no ver con furia el paso único y silencioso del Enola Gay y su carga de átomos dispersos. Little Boy se llamaba el muchacho, inocente criatura que encerraba en sus entrañas la voracidad del infierno y que derramó toda su locura no una sino dos veces sobre suelo oriental, primero en Hiroshima y luego en Nagasaki.

¿Qué digo entonces?, ¿en qué pienso a veces?, ¿de dónde vengo y adónde voy en medio del caos y la sordera y el olvido que nos invade?… Y la Moneda bombardeada… Y Stalingrado. Y Bagdad, cuna y madre de la civilización occidental. Y Pear Harbour (¿así se escribe?) Y la vieja Yugoeslavia. Y el canto profundo de tantos cantores enterrado y pisoteado por el odio, Y TANTOS Y TANTOS Y TANTOS MÁS.

Cosas de la guerra, como cosas del fútbol. Vergüenza, vergüenza, vergüenza, esa es la historia de la humanidad resumía Nietzsche jactancioso y arrogante frente a un mundo sordo y silencioso. Audacia, audacia y más audacia es lo que necesitamos para triunfar proclamaba Dantón en el fragor de la Revolución Francesa; luego caería guillotinado por sus antiguos amigos, al igual que Marat, en brazos de su amante, al igual que Lautaro traicionado por un hijo de la tierra, un paria sin patria, un mendigo sin honor, sin un pedazo de suelo donde morir en paz. Al igual que el Che traicionado por los comunistas en Bolivia.

No hay patria entonces, no hay nada que celebrar, otro próximo título pronto a publicarse. No hay fronteras posibles. La raíz disléxica de mis palabras no es capaz de entender nada de lo que he querido decir en estas breves líneas sin inspiración alguna. Sólo sé que se trata de septiembre y el peso de su memoria cargada de sangre lo que me carcome de angustia en este día, sólo sé que se trata sólo de eso, sólo sé que una pequeña copia del Guernica de Picasso me observa en su multidimensionalidad cubista impregnada de dolor. Espadas rotas y ojos aterrados mirando hacia un cielo oscuro, animales despedazados, una flor que se marchita en medio del caos, una luz que brilla pese a todo, tal vez reflejo de la esperanza, la luz de una ciega esperanza, la luz de lo que está por venir, la luz de mañana lunes, pasada ya la tormenta cerebral de este día domingo como todos los domingos, en medio de la guerra, en medio del fragor innecesario de la guerra y sus constantes y terribles bombardeos. Sólo sé que salgo a caminar por esa gran Alameda y rostros desconocidos me observan y en realidad ni me observan, rostros cargados de apuro, silenciosos y ermitaños, esclavos del reloj y de sueldos miserables y de deudas que pagar a fin de mes y nada es mejor y cuando amanece el día pienso... pienso tan sólo en el próximo día, en mañana, pues mañana será otro buen día. Solamente muero los domingos, sobre todo este domingo de septiembre... y los lunes ya me siento bien.

No hay comentarios:

Publicar un comentario