Porque escribir

…“Rinaldo, Rinaldo te estamos esperando, ahora vamos a hacer un tema de Rinaldo, poné más agudo esto”… “Hola, hola, hola, parezco un político. No se escucha parece…Bueno, este, yo voy a hacer un tema que se llama La Niña… Esteeee… La niña es, …esteee… es muy dulce, muy mansa… ¡Que pasa!, ¡que pasa!, hola, hola. Bueno,… escucha la letra porque yo, esteeee, mejor cuando se escribe que cuando se habla... Y después queda, ¡viste!....”

Rinaldo Rafanelli, en concierto de despedida Sui Generis 1975

miércoles, 20 de julio de 2011

LOS CORISTAS

CLAVE: Profesor de música

Esta cinta siempre me ha provocado efectos contradictorios. Por un lado la encuentro, en extremo, parecida en su búsqueda evidente de la emoción fácil, a la otra que presenté hace un tiempo “La Sociedad de los Poetas Muertos”. Por otro, sin embargo, es una cinta que debe estar aquí, en esta reseña que avanza más lento de lo que quisiera, de películas con la clave de profesores (as), maestras (os), educadores que con su energía y su propuesta pedagógica son capaces de alterar, de mover el piso, de producir miradas, de rearticular los paradigmas en sus estudiantes. En este sentido hay mucho hilo que cortar. Por lo demás este espacio (aunque a veces es imprescindible tratar el tema de la fotografía, de la música, el guión, las actuaciones) no es uno de crítica cinematográfica. Aquí lo que nos interesa es construir una necesaria y lo más completa posible reseña de CINE-PEDAGOGÍA.

La cinta tiene como principal protagonista al señor Mathieu, un profesor de música cesante, que es contratado para trabajar de vigilante (en Chile diríamos Inspector de Patio) en una suerte de escuela correccional para niños y jóvenes en el período posterior a la Segunda Guerra Mundial. La práctica “pedagógica” instalada en la escuela es aquella muy fielmente representada por el profesor de educación física: Acción-Reacción y que su director, un tipo mediocre, un fascista sin estilo, venera con la lógica del que intenta reproducir aquel mundo perdido en ese microcosmos que resulta ser el espacio escolar.
Mathieu se instala con cierta humildad pero con total convicción en esa tensión producida por la vieja y manida estructura del poder y la rebeldía de los postergados, sometidos a castigos a cada instante y de la manera más arbitraria y rebeldes no tan sólo a causa de lo que han tenido que vivir en el mundo exterior sino también por lo que a diario viven en ese espacio, que debiese protegerlos pero que los coarta hasta casi anularlos.
La manera que encuentra Mathieu de seguir la lógica que le determina su corazón es a través de la música, la que él guarda celosamente pero que los jóvenes a su cuidado descubren y miran con cierto interés. La cinta no se detiene en los detalles finos que hacen notable a las grandes películas, no hay un trabajo de personajes y su mundo interior desarrollado con maestría, más bien pasa por muchos lugares comunes en el cine y nos muestra más rápido que la lógica el notable poder de convencimiento de la música para trasformar las vidas de los hasta hace poco irreductibles muchachos, los que ahora entonan como ángeles o interpretan melodías casi con la sencilla prestancia de los niños amazónicos de la cinta “La Misión”.
El hecho de que la cinta esté basada en hechos reales es tan sólo un detalle menor. Aunque en sí la historia no termina de resultar creíble para un ojo experto en la apreciación cinematográfica, para nosotros basta, logra emocionarnos, nos conecta, una vez más, con la magia que se produce cuando nos enfrentamos a un “maestro”, a un pedagogo el que, a través de la sencilla” presentación de su oficio es capaz de transformar la vida de quienes se cruzan, por fortuna, en su camino.
Demás está decir que el acento de la cinta está centrado en la banda sonora, que acompañada de una buena fotografía nos logra instalar en el ambiente semi claustrofóbico que el director quiso resaltar. No por nada gran parte de la cinta está rodada en espacios cerrados, al otro lado de la reja. Hasta es posible intuir que allá afuera las cosas no son tan mejores como creemos acá adentro en medio de la humedad y el encierro casi forzado. Sin embargo hay instalada en la melancólica presentación de la historia un perfume de esperanza, es decir, se instala entremedio de los textos la noción de un mundo mejor, la posibilidad de encontrar un “sitio” allá muy lejos, un lugar único, un espacio ineluctable que sólo nos pertenece a nosotros y al cual irremediablemente hemos de ir, el sitio de nuestro corazón como diría el viejo Don Juan del libro de Castaneda (“Las enseñanzas de don Juan”, para no hacerles más difícil las cosas). El arbitrario mensaje sería algo así como “Hasta en medio del barro o aún en medio de la total oscuridad es posible encontrar un camino y en la medida en que exista ese sendero es que podemos caminar, da lo mismo hacia donde, lo importante es echar a andar”. El motor que logró el milagro de echar a andar esa máquina de sueños fue la música y el señor conductor de esa temporal máquina es, quien otro, el profesor Mathieu.
Hay algunos aspectos de la cinta que sería interesante revisar y analizar en algún momento posterior, por ejemplo el tipo de pedagogía instalada en la escuela-correccional (conductismo teñido de fascismo, por cierto); el sentido de poder que tiende a hermanar la escuela con las lógicas relacionales carcelarias: Escuela-Cárcel, el viejo Foucault dijo mucho al respecto; el tratamiento que se le da al “alumno-problema”, ese que venía derivado de un siquiátrica y que la escuela terminó de hundir; y otros que perfectamente, a la usanza tradicional, pueden quedar como tarea para la casa.

FICHA TÉCNICA DE LA CINTA
NOMBRE: Les Choristes (francés) – Los Coristas (Hispanoamérica) – Los Chicos del Coro (España)
GÉNERO: Drama
DIRECTOR: Christophe Barratier
PRODUCCIÓN: Arthur Cohn, Jacques Perrin, Gérard Jugnot
GUIÓN: Christophe Barratier, Phillippe Lopes-Curval
FOTOGRAFÍA: Carlo Varino, Dominique Gentil
MÚSICA: Bruno Coulais
PAÍS: Francia, Suiza
AÑO: 2004
DURACIÓN: 97 minutos
DISTRIBUCIÓN: Alta Films
MONTAJE: Yves Deschamps
ACTORES: Gérard Jugnot como Clément Mathieu, Jean Bautiste Maunier como Pierre Morhange (niño), Francois Berléand como Rachind, Jacques Perrin como Pierre Morhange (adulto), Maxence Perrin como Pepinot (niño), Kad Merad como Chabert, Marie Bunel como Violette Morhange, Cyril Bernicot como Le Querrec, Simon Fargeot como Boniface

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