Porque escribir

…“Rinaldo, Rinaldo te estamos esperando, ahora vamos a hacer un tema de Rinaldo, poné más agudo esto”… “Hola, hola, hola, parezco un político. No se escucha parece…Bueno, este, yo voy a hacer un tema que se llama La Niña… Esteeee… La niña es, …esteee… es muy dulce, muy mansa… ¡Que pasa!, ¡que pasa!, hola, hola. Bueno,… escucha la letra porque yo, esteeee, mejor cuando se escribe que cuando se habla... Y después queda, ¡viste!....”

Rinaldo Rafanelli, en concierto de despedida Sui Generis 1975

lunes, 24 de junio de 2013

UN NUEVO WETRIPANTU

Una noche más, la última de un largo ciclo comenzado una noche igual de fría que esta el año pasado. La luna nos mira más cerca que nunca, es esplendida su belleza tan circular como la historia americana. Todo ha de volver al origen, Viracocha cumplirá su promesa y renaceremos más morenos que nunca, más profundos, más sensibles, más respetuosos del entorno que nos cobija. Toda la sangre derramada por nuestros antepasados, por nuestros hermanos y hermanas, nuestros padres y abuelos y los abuelos de nuestros abuelos no fue derramada en vano, aún navegan en nosotros sus sueños, aún habita en nuestros pechos su melodía ancestral, aún hoy vibramos con la energía viva de la lluvia, con la oscuridad de una noche campesina, con el misterio insondable de la oscuridad, con la fragancia que arrastra el viento sur. Aún hoy miramos con profundidad y amor esta tierra que nos sustenta, y la buscamos y la regamos a diario y sembramos en ella con devoción y nos reímos cuando nuestros hijos corren por ella y derribamos los cercos y no comprendemos los letreros que anuncian la propiedad privada y escuchamos el canto de los pájaros y nos avergüenza la injusticia y nos revienta el pecho la desigualdad y la palabra libertad nos arrulla y nos hace fuertes, y la palabra libertad nos sueña y nos despierta cada mañana y la palabra libertad le da sentido a cada uno de nuestros pasos y la palabra libertad es nuestra brújula, nuestro timón y nuestro barco y las velas que desplegamos cuando la brisa nos saluda.


Faltan tan sólo unos pocos minutos, siento la energía del cosmos moverse en la boca de mi estómago, mañana el sol comenzará el lento e inexorable regreso a paso fino de gallo, el tiempo de lluvias anuncia su retorno. 10 veces venceremos nos dicen los guerreros, 10 veces venceremos, 10 veces, 10.

lunes, 17 de junio de 2013

A 4 DÍAS DEL NUEVO SOL

En este preciso momento en que atravesamos la barrera arbitraria de un día domingo para entrar, en medio del sueño, al lunes otra vez, subrepticiamente, en completo silencio y en medio de una noche fría como las últimas de un sol que muere irremediablemente, nuestro planeta atraviesa el breve espacio que le circunda a una velocidad vertiginosa para nuestro humano entendimiento, 28, 9 kilómetros por segundo. Debo señalar que yo no siento el vértigo profundo de ese movimiento mientras escribo, y tampoco sé si la cifra dura, menos sé comprender respecto de qué punto de referencia en el espacio está señalada esta cifra. El viejo Einstein diría que no se puede medir la velocidad y el movimiento de los objetos en el espacio si no contamos con algún miserable punto de referencia. Yo no sé nada de esas cosas, sólo sé que se mueve y salta en el vacío de la materia oscura como una delicada pieza de un engranaje más complejo, como un tornillo suelto en el mecanismo de Anticitera.
Puedo oler el paso de los días y escucho a los pájaros treiles cantar cuando la lluvia se aproxima, puedo sentir el frío de una noche despejada avisar el fin de un nuevo ciclo, el tiempo de descanso “rimû” llega a su fin y el tiempo de lluvias “pukem” comienza con el retorno del sol para continuar los ciclos permanentes de la naturaleza.
Y así avanzamos, sin detenernos siquiera para
mirar el reflejo de estrellas que murieron hace mucho tiempo atrás, avanzamos camino de la muerte como quién sabe lo que quiere, como quien intuye que este camino es un sendero de aprendizaje, cada experiencia es una experiencia vital, cada persona que se nos cruza en el camino es una pieza importante de este rompecabezas que vamos armando con esmero y algo de despreocupación a veces, cada nueva duda es la posibilidad cierta de saltar desde nuestra zona de confort hacia lo desconocido, cada nuevo día es un desafío que nos hace más fuertes y serenos. La Tierra cruza, pertinaz, el polvo cósmico a una vertiginosa velocidad. Yo miro desde mi ventana la estela invisible que deja su paso, la huella molecular de la historia, y me abandono y me dejo caer al abismo del sueño, a la espera del nuevo día, con su carga de horas y piel y tiempo sobre la vereda interminable del tiempo.

lunes, 10 de junio de 2013

LA UTOPIA QUE NOS MUEVE

Pareciera ser un lugar común decir que la educación chilena está en crisis y todo el mundo se refiere a ella con desenfado y cierto conocimiento de causa, desde el ámbito de la tecnocracia, la clase política, las otras ciencias, todos hacen las veces de doctor y miran a este enfermo crónico con preocupación y soluciones cuál de todas más novedosa e impertinente. Somos una espina dolorosa clavada en el lugar más sensible de un país que no ha terminado de hacerse grande, que se queda irremediablemente en la adolescencia, en la irresolución, en la impulsividad, en un eterno ensayo respecto de cómo sería mejor seguir caminando.


Los únicos que vivimos con un relativo silencio todo este torbellino de ideas y discursos cada cuál más grandilocuente respecto de “nuestro tema” somos precisamente los profesores. ¡Qué falta hemos hecho en este debate!, ¡la de ideas que pudiésemos aportar!, ¡la experiencia que podemos poner al servicio de la más noble de las causas cual es la de formar a las nuevas generaciones!.

Muchos de los nuestros están cansados, desmotivados, sin ganas. La compleja realidad que les ha tocado vivir en el plano laboral ha sido más fuerte que sus propios sueños y convicciones y se han quedado ahí, anquilosados a viejas prácticas que no dan cuenta de lo que sucede en su entorno, son hombres y mujeres inmóviles, que en su conducta cotidiana inmovilizan a generaciones enteras haciendo un daño irreparable.

Otros, sin embargo, en medio de la tormenta despliegan las velas, se nutren cada día de nuevos aprendizajes, a las dificultades las llaman desafíos, ven en cada ser humano con los que le toca en fortuna trabajar una posibilidad, aprovechan los errores como herramientas poderosas de construcción pedagógica, su mirada sabe lo que busca, miran pedagógicamente, son hombres y mujeres que dejan huella, que calan hondo en la vida de sus estudiantes, que marcan rumbos nuevos y son inolvidables. ¡Cuán necesarios son esos Maestros y Maestras!.
Creo firmemente en el poder fabuloso de la educación. Creo que una persona “educada” no es aquella que sabe cómo sentarse en una mesa de un lujoso restaurante y sabe que cubiertos tomar y que copa usar según qué trago… Una persona educada es aquella que mira con profundidad la vida que está viviendo, que enfrenta con inteligencia los desafíos ponderando una u otra posible solución, que sabe cómo tomar decisiones, que no le tiene miedo a las nueva experiencias que lo hacen moverse de su zona de confort, que sabe que equivocarse es una condición natural de la humanidad, al igual que acertar y ambas nos nutren de experiencia, que sabe lo que quiere y aun cuando no lo sabe tiene plena conciencia de este hecho y no se asfixia con ella, la vida no es acaso un gran tablero de ajedrez y siempre hay más de un camino, vivir es caminar, aprender del otro y otra, respetar, ver al otro como un legítimo otro, como diría nuestro Maturana, “obrar de modo tal que usemos la humanidad, tanto en nuestra persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca solamente como un medio”, como diría el viejo Kant. Una persona educada irradia algo especial, su voluntad mueve montañas.

He sido profesor desde hace casi 15 años y cada día siento que queda un caudal inagotable de cosas que aprender. Desde el comienzo he querido trabajar en los espacios más complejos, en la orilla del precipicio, si un estudiante dejaba de ir a la escuela, ya sea por abandono o por rechazo de la institución escolar, simplemente se caía al abismo y no pasaban muchos días hasta que volvíamos a saber de él a través de la página roja de los noticieros. Vi a muchos estudiantes abandonar y ser abandonados por la escuela. Me formé la firme convicción de no dejar a ninguno de mis estudiantes de lado, de no cerrarles la puerta, de mirarlos con respeto, con ternura y ver en ellos un mundo de posibilidades. Me he caído y ha dolido mucho la caída, pero luego me he sentido más fuerte al ponerme de pie. He ido afinando el trazo en el camino, sé que un profesor “no cambia a nadie”, sólo es una buena o mala influencia. El que toma la decisión final es el otro u otra siempre. Nosotros nos movemos en ese punto medio e inasible entre la persona devenida en estudiante y el mundo de las posibilidades.

En este proceso de ir constituyéndome en maestro de este oficio he tenido la fortuna de vivir la experiencia de trabajar en dos realidades que de tan diametralmente distintas parecen irreconciliables. Por un lado el mundo carcelario con jóvenes privados de libertad en CIP CRC SAN BERNARDO y, por el otro, en el mundo de la academia, siendo profesor de los futuros profesores en la Universidad Católica Silva Henríquez, ¡Qué suma de experiencias tan diversas!. En ambas encuentro la certeza de que la escuela debe cambiar. La escuela debe sacudirse el polvo de los años y ser capaz de corregir los errores heredados de falsas creencias respecto de la educación. La escuela debe contar con liderazgos activos, que sean capaces de mover a sus profesores, de reencantarlos con la educación, pues ya no basta reencantar a nuestros propios estudiantes, es necesario hacer el mismo esfuerzo con los profesores, promover climas sanos de convivencia, facilitar tiempos y espacios para las coordinaciones de trabajos consistentes, apelar a los nuevos enfoques en pedagogía y trabajo en equipo. Los nuevos liderazgos en las escuelas deben saber estar presentes pero también deben saber delegar responsabilidades, deben conocer las capacidades y dificultades de cada profesor o profesora y fortalecer y promover esas capacidades, pero del mismo modo dar cuenta de las dificultades y convertirlas en desafíos.

La escuela es el espacio real en el que nos constituimos en profesores. La academia nos llena de teorías diversas y enfoques y miradas pedagógicas necesarias por cierto, pero es la práctica cotidiana la que en verdad nos constituye en lo que somos, nos hacemos profesores no precisamente el día en que recibimos nuestro diploma de titulación, nos hacemos profesores cuando somos capaces de tocar el corazón de un estudiante con nuestra acción pedagógica, nos hacemos profesores cuando en virtud de nuestra gestión de aula somos capaces de “mover”, de estremecer a nuestros estudiantes, de hacer que estos vayan descubriendo un sentido profundo en sus vidas y en las de sus semejantes.

Por último una adecuada gestión de aula requiere ser fortalecida y promovida a través de una adecuada gestión de escuela. La escuela es aquel espacio vivo que no sólo sirve para “retener” a nuestros estudiantes mientras sus padres trabajan. La escuela debe hacer que sus “alumnos”, entendiendo este concepto desde la perspectiva socrática, amen lo que viven en sus salas, que vayan a ella con gusto, con placer, con sed de experiencias pedagógicas, con ganas de aprender temas nuevos y proponer otros. Cuando suene el último timbre de la tarde y sea la hora de irse a sus casas y nuestros estudiantes no quieran hacerlo, será la señal de que estamos comenzando a hacer lo correcto. Quien dice que esto es imposible, jamás ha sido profesor.

miércoles, 5 de junio de 2013

CUENTO SUFI - LAS ESTRELLAS DE MAR

Había una vez un escritor que vivía a orillas del mar; una enorme playa virgen donde tenía una casita donde pasaba temporadas escribiendo y buscando inspiración para su libro. Era un hombre inteligente y culto y con sensibilidad acerca de las cosas importantes de la vida.

Una mañana, mientras paseaba a orillas del océano vio a lo lejos una figura que se movía de manera extraña como si estuviera bailando. Al acercarse vio que era un muchacho que se dedicaba a coger estrellas de mar de la orilla y lanzarlas otra vez al mar. El hombre le preguntó al joven qué estaba hac
iendo. Este contestó: “recojo las estrellas de mar que han quedado varadas y las devuelvo al mar: la marea ha bajado demasiado y muchas morirán”. Dijo entonces el escritor: “Pero esto que haces no tiene sentido, primero es su destino, morirán y serán alimento para otros animales y además hay miles de estrellas en esta playa, nunca tendrás tiempo de salvarlas a todas”. El joven miró fijamente al escritor, cogió una estrella de mar de la arena, la lanzó con fuerza por encima de las olas y exclamó “para esta… sí tiene sentido”.

El escritor se marchó un tanto desconcertado, no podía explicarse una conducta así. Esa tarde no tuvo inspiración para escribir y en la noche no durmió bien, soñaba con el joven y las estrellas de mar por encima de las olas. A la mañana siguiente corrió a la playa, buscó al joven y le ayudó a salvar estrellas.

Encontrado en:
http://beto_jaton.espacioblog.com/post/2006/07/14/el-sentido-las-cosas-cuento-sufi-

domingo, 2 de junio de 2013

1:23 de la madrugada

1:23 de la madrugada, el frío de adueña de mi ventana y la humedece completamente. Yo miro, yo escucho, pero mis ojos y mis oídos no sirven de nada… Y sin embargo todo se mueve y está vivo y nosotros navegamos en medio de océanos de posibilidades, bajo el embate furioso del tiempo y sus andamiajes inoxidables. He ahí la rueda del destino, la piedra originaria, el primer grito de espanto dado al nacer, el primer ciclo, la primera vuelta del planeta en torno de su propio eje, el primer día de un nuevo tiempo que se viene y se viene, con el despuntar del alba dentro de unas pocas horas.


El sol se aleja irremediablemente, ahora no es más que el recuerdo difuso de un poco de calor almacenado en el pecho. Este mes no es más que el último de un largo ciclo de tiempo y piel sobre la vereda oscura del tiempo. Este mes no es nada más que la orilla inconclusa desde la cual iniciamos el gran viaje que nos tiene caminando y durmiendo sobre la extensión inconsistente de los días. Este mes occidental no es la mitad que representa con su frío semblante de mujer impenetrable y distante, no el punto medio ente una esquina y la otra de lo que definimos como un año, este mes que nos susurra palabras en un lenguaje olvidado por el peso de nuestra historia representa el momento previo al vacío, el instante preciso en que agotamos las palabras inútiles, en que cerramos los ojos y nos preguntamos por lo vivido y lo por vivir, en que preparamos el viejo y querido bolso para un gran viaje, en que contamos los pasos como un niño hambriento de vida y jugamos a saltarnos las líneas del camino, y pisamos los charcos y dejamos que la lluvia limpie nuestra cara y nos olvidamos de hacia dónde vamos y nos preguntamos la hora de ayer y la de mañana con la misma intensidad.

Estos son los días del último sol del año, cada segundo cuenta, el guerrero respira profundo y evoca la memoria viva de sus antepasados. Faltan sólo unos pocos días, la tierra palpita bajo mis pies