Porque escribir

…“Rinaldo, Rinaldo te estamos esperando, ahora vamos a hacer un tema de Rinaldo, poné más agudo esto”… “Hola, hola, hola, parezco un político. No se escucha parece…Bueno, este, yo voy a hacer un tema que se llama La Niña… Esteeee… La niña es, …esteee… es muy dulce, muy mansa… ¡Que pasa!, ¡que pasa!, hola, hola. Bueno,… escucha la letra porque yo, esteeee, mejor cuando se escribe que cuando se habla... Y después queda, ¡viste!....”

Rinaldo Rafanelli, en concierto de despedida Sui Generis 1975

lunes, 16 de marzo de 2015

CLASE 11 DE MARZO

La clase comienza a las 19:00. Explico algunos detalles de mi desarrollo profesional, fundamentalmente el cómo me fui haciendo experto en desarrollar experiencias pedagógicas en contextos de alta complejidad, vulnerabilidad (palabra que a muchos sociólogos o estudiosos críticos de la niñez y adolescencia no gusta), riesgo social, etc. La experiencia de desarrollar una apuesta pedagógica en la orilla de un abismo provocado por la profunda y oprobiosa desigualdad, presente siempre en la historia de Chile, pero profundizada a un grado vergonzoso en los último 40 años.

El el contexto anterior damos un repaso al modelo educacional instalado en dictadura, el que, de la mano del modelo neoliberal, transformó completamente la forma de relacionarnos y de pensar en nuestro país, atomizándonos, segregándonos y generando una cultura de la ignorancia y la superficialidad de la cual no salimos aún. 

La escuela chilena está lejos de desarrollar pensamiento complejo en sus estudiantes y, probablemente, esa carencia es, la que en definitiva ha querido instalar este modelo. De otra manera no me explico que el concepto de calidad esté todavía y porfiadamente ligado al de una prueba como la del SIMCE. En fin
Termina la primera sesión con un par de juegos. En primer lugar con uno de presentación y uso de los dos hemisferios cerebrales, finalmente otro juego de presentación junto a un test proyectivo. Cerramos la noche con la importancia de incorporar elementos propios de las ciencias sociales a nuestro trabajo cotidiano. De la psicología, y para comenzar a comprender la complejidad de nuestro hacer pedagógico cotidiano, debiésemos considerar al menos estos 3 ámbitos.
- Test proyectivos
- Intervención en crisis
- Comunicación no verbal

Cerca de las 22:00 hrs finaliza la primera sesión sin actividad para trabajar durante la semana

domingo, 8 de marzo de 2015

EL PESO DE LAS CREENCIAS - Cuento oriental

Este breve cuento, encontrado en algún rincón azaroso del planeta virtual me conecta de inmediato con un tema que desde hace mucho tiempo hemos venido trabajando en formación inicial de profesionales de la educación: El de las preconcepciones. Pareciera que el efecto devastador en el desarrollo de pensamiento complejo, provocado por los años de escolaridad en este modelo global instalado en dictadura y "perfeccionado" en los siguientes años por los sucesivos gobiernos del binominal, ha permeado a nuestros estudiantes de pedagogía de manera tal que ni siquiera los 5 años de formación universitaria han sido capaces de estremecerlos al grado de modificar su forma de concebir el aula y los procesos pedagógicos vividos en la escuela... Aunque, para ser coherente con la reflexión crítica que hemos venido instalando en las páginas precedentes, la institución universitaria tampoco escapa a este adormecimiento intelectual de nuestros profesores, más bien termina promoviéndolo, con sus metodologías que no dan cuenta de la realidad. La universidad pedagógica forma profesores para una escuela que no existe en la realidad y para estudiantes ideales, que tampoco existen. Peor este es un interesante tema para otra reflexión. He aquí el cuento en cuestión.

EL PESO DE LAS CREENCIAS
Dos jóvenes monjes fueron enviados a visitar un monasterio cercano. Ambos vivían en su propio monasterio desde niños y nunca habían salido de él. Su mentor espiritual no cesaba de hacerles advertencias sobre los peligros del mundo exterior y lo cautos que debían ser durante el camino. Especialmente incidía en lo peligrosas que eran las mujeres para unos monjes sin experiencia:

– Si veis una mujer, apartaos rápidamente de ella. Todas son una tentación muy grande. No debéis acercaros a ellas, ni mucho menos hablarles y, por descontado, por nada del mundo se os ocurra tocarlas. Ambos jóvenes aseguraron obedecer las advertencias recibidas, y con la excitación que supone una experiencia nueva se pusieron en marcha. Pero a las pocas horas, y a punto de vadear un río, escucharon una voz de mujer que se quejaba lastimosamente detrás de unos arbustos. Uno de ellos hizo ademán de acercarse.

-Ni se te ocurra -le atajó el otro-. ¿No te acuerdas de lo que nos dijo nuestro mentor?
-Sí, me acuerdo; pero voy a ver si esa persona necesita ayuda- contestó su compañero.

Dicho esto, se dirigió hacia donde provenían los quejidos y vio a una mujer herida y desnuda.
-Por favor, socorredme, unos bandidos me han asaltado, robándome incluso las ropas. Yo sola no tengo fuerzas para cruzar el río y llegar hasta donde vive mi familia.

El muchacho, ante el estupor de su compañero, cogió a la mujer herida en brazos y, cruzando la corriente, la llevó hasta su casa situada cerca de la orilla. Allí, los familiares atendieron a la asaltada y mostraron el mayor agradecimiento al monje, que poco después reemprendió el camino regresando junto a su compañero.

-¡Dios mío! No sólo has visto a esa mujer desnuda, sino que además la has tomado en brazos.
Así era recriminado una y otra vez por su acompañante. Pasaron las horas, y el otro no dejaba de recordarle lo sucedido.

-¡Has cogido a una mujer desnuda en brazos! ¡Has cogido a una mujer desnuda en brazos! ¡Vas a cargar con un gran pecado!

El joven monje se paró delante de su compañero y le dijo:
-Yo solté a la mujer al cruzar el río, pero tú todavía la llevas encima.

domingo, 1 de marzo de 2015

INSTANTES. EL ÚLTIMO POEMA

Respecto del siguiente texto la amplia mayoría de las personas se lo adjudica a Borges, pero hay algunos que siembran la duda y hablan de otras autorías, como la de una poetisa nosteamericana Nadine Stair, quien lo habría publicado en 1978. Como está instalada la duda me quedo en ella y no sé a quién reconocer como autor de tan decidor texto. Me hace mucho sentido con la actividad que hace un tiempo les presenté respecto de los epitafios, aunque esta vez se trata de un a persona que está en la etapa final de su vida, que realiza las necesarias evaluaciones de lo que ha sido y no ha sido, y se da cuenta, con toda la pena y la inmutabilidad de aquello que ya no tiene vuelta, de que faltó por hacer tantas y tantas cosas, que termina abrumándose. Lo imagino en perspectiva de profesor o profesora, aquel o aquella maestra que se fue quedando en el camino, él o la que perdió la vertiginosa velocidad inicial, la inagotable fuente de sueños, las energías renovables día a día, las ganas de mover el mundo, la actitud desafiante y revoltosa del maestro que siembra dudas, chispas colmadas de energía, preguntas y posibilidades, en medio de la nada oscura. Ese o esa maestra que olfateando la proximidad de la muerte, se mira a sí mismo o a sí misma y de pronto, en un arranque asaz de lucidez, reconoce la delgada huella que dejará su historia. Todo un tema para una reflexión pedagógica

INSTANTES. EL ÚLTIMO POEMA

Si pudiera vivir nuevamente mi vida, en la próxima trataría de cometer más errores. No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más.

Sería más tonto de lo que he sido, de hecho tomaría muy pocas cosas con seriedad. Sería menos higiénico. Correría más riesgos, haría más viajes, contemplaría más atardeceres, subiría más montañas, nadaría más ríos.

Iría a más lugares a donde nunca he ido, comería más helados y menos habas, tendría más problemas reales y menos imaginarios.

Yo fui una de esas personas que vivió sensata y prolíficamente cada minuto de su vida; claro que tuve momentos de alegría. Pero si pudiera volver atrás trataría de tener solamente buenos momentos. Por si no lo saben, de eso está hecha la vida, sólo de momentos; no te pierdas el ahora.

Yo era uno de esos que nunca iban a ninguna parte sin un termómetro, una bolsa de agua caliente, un paraguas y un paracaídas; si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano.

Si pudiera volver a vivir comenzaría a andar descalzo a principios de la primavera y seguiría descalzo hasta concluir el otoño. Daría más vueltas en calesita, contemplaría más amaneceres, y jugaría con más niños, si tuviera otra vez vida por delante.

Pero ya ven, tengo 85 años...
Y sé que me estoy muriendo.