Porque escribir

…“Rinaldo, Rinaldo te estamos esperando, ahora vamos a hacer un tema de Rinaldo, poné más agudo esto”… “Hola, hola, hola, parezco un político. No se escucha parece…Bueno, este, yo voy a hacer un tema que se llama La Niña… Esteeee… La niña es, …esteee… es muy dulce, muy mansa… ¡Que pasa!, ¡que pasa!, hola, hola. Bueno,… escucha la letra porque yo, esteeee, mejor cuando se escribe que cuando se habla... Y después queda, ¡viste!....”

Rinaldo Rafanelli, en concierto de despedida Sui Generis 1975

martes, 29 de marzo de 2011

ESCUELA "LA ESPERANZA"

Probablemente este no sea el mejor título de este cuento, pero es así como lo encontré en la red y así lo mantendré. Mis estudiantes de la Universidad Silva Henríquez ya lo conocen, siempre lo leo en las primeras sesiones, en aquellas donde comenzamos a tomar el pulso a los futuros maestros. La historia es sencilla pero muy conmovedora, habla de las palabras, y de la profunda herida que pueden dejar algunas de ellas lanzadas sin pensar. Nuestra labor cotidiana está cruzada de palabras, rectoras, creadoras, propositivas, castigadoras, generadoras de ideas, vacías, etc. Su adecuado o inadecuado uso ha de ser determinante para nuestros estudiantes,sobre todo cuando están en juego la potencia creadora y la imaginación de un niño bajo nuestro resguardo e influencia en una sala de clases. Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra, el adjetivo cuando no da vida: mata, decía el maestro Huidobro hace un tiempo, a juzgar por este cuento y por el manoseado, aunque no menos cierto, concepto de que las palabras construyen realidad, tenía toda la razón.

UN NIÑO
Una vez un niño fue a la escuela. Él era bien pequeño y la escuela era bien grande, pero cuando el niño vio que podría ir solo hasta su clase, directamente, caminando desde la puerta de calle, se sintió feliz, y la escuela no le parecía tan grande. Una mañana, cuando hacía poco que él estaban en la escuela, la maestra les dijo: “hoy vamos a hacer un dibujo”. –Bien- pensó él. A él le gustaba dibujar. Él podía hacer todas las cosas: leones y tigres, gallinas y vacas, trenes y barcos…y tomó su caja de lápices para dibujar. Pero la maestra dijo: ¡esperen!, no es hora de comenzar. Y él esperó hasta que todos estuvieran listos. Hoy, dijo la maestra, vamos a dibujar flores. Bueno, pensó el niño, a mí me gusta dibujar flores, y comenzó a dibujar flores muy bonitas, con lápices rojos, naranja, azul, amarillo, etc., pero la maestra dijo ¡esperen!, yo les mostraré como se hacen las flores, y dibujó en la pizarra una flor roja con un tallo verde. Ahora si, -dijo la maestra-, ahora pueden comenzar. El niño miró la flor que hizo la maestra y luego miró la suya. A él le gustaba más su flor, pero no reveló eso, simplemente guardó el papel con la flor que él había dibujado, e hizo una flor como la de la maestra, roja con tallo verde. Así, aprendió a esperar, a observar y a hacer cosas como el modelo que daba la maestra, ya no hacía cosas por sí mismo. Entonces sucedió que el niño y su familia se tuvieron que mudar a otra ciudad y él tuvo que ir a otra escuela, y esta nueva escuela era mucho más grande que la anterior. El día que él fue a su primera clase en esa escuela, la maestra del curso dijo: “hoy vamos a hacer un dibujo sobre una flor”, -bien- pensó el niño, y esperó a que la maestra indicara como hacerlo y diera un modelo, pero la maestra no dijo nada. La maestra empezó a recorrer los puestos y cuando llegó donde el niño le preguntó ¿tú no quieres dibujar o no sabes dibujar una flor?. Si, le respondió el niño, -si quiero dibujar-, ¿Pero... Cómo la hago?, “como tú quieras”, les respondió la maestra, y el niño dibujó una flor roja con el tallo verde. (Helen Buckley)

lunes, 28 de marzo de 2011

PALABRAS



En fin, tras una larga ausencia y un ajuste en el orden de este texto, creo que me he dejado llevar una vez más por mis dedos que escriben y escriben sin control alguno, para ellos no hay sueño posible capaz de borrar las palabras que en caudal incontenible brotan desde el centro de mi pecho. Hay una conjugación perfecta entre mis manos, sus dedos y las letras que yacen en el teclado. El camino es perfecto, salto entre uno y otro espacio y voy dando coherencia a las letras sueltas, las letras se agrupan en estructuras simples llamadas palabras, las que a su vez se agrupan en estructuras más complejas llamadas oraciones; las oraciones son capaces de construir su propio territorio, se adueñan del paisaje, pueblan los espacios vacíos, el gigantesco territorio anecúmene del cual están compuestos la mayoría de los cerebros; las palabras instalan sus mediaguas, sus chozas mínimas, sus viviendas básicas que el viento del invierno frío e inclemente arrastra como motas ligeras de algodón. Y luego las palabras establecen acuerdos y mancomuniones y sociedades de socorros mutuos en defensa de su precario sistema organizativo y transforman el entorno y dan curso nuevo a la aurora y levantan puentes para unir territorios inexplorados y llevan la luz hacia los pantanos insondables donde reina la oscuridad casi perpetua, y avanzan y avanzan y avanzan... Las palabras, tras una larga revuelta y muchas pérdidas, se toman por fin el poder en mi sistema cognitivo. Todo mi universo paradigmático está compuesto de palabras, todos mis esquemas mentales, todo mi sistema de representaciones, toda mi carta cognitiva está tapizada por un gran mural maravilloso e inagotable de palabras. Palabras, palabras… Palabras que bailan la danza del amor como la palabra MÚSICA pronunciada por tus labios de terciopelo. Palabras que anuncian el advenimiento de algo más poderoso aún que el precario amor de los hombres, como la palabra LIBERTAD. Palabras que tiemblan solas en su vigor lúdico y maravilloso como la palabra ORGASMO. Palabras joviales, antiguas y necesarias como la palabra REBELIÓN. Palabras femeninas y sensuales como tu nombre, dulce mujer. Palabras, palabras que el viento sur arrastra sin prisa hacia un destino incierto cargado de emociones vitales y furiosos vendavales que hacen crecer los ríos cordilleranos. Palabras, palabras como la palabra FIN, tras de la cual, ya nada tiene sentido por esta noche.

sábado, 19 de marzo de 2011

TALLER DE CREACION LITERARIA

El último día de trabajo antes del receso veraniego terminé de realizar el primer ciclo de un Taller Literario en Casas 1 y 2 de CIP – CRC San Bernardo. Logré formar dos buenos grupos de trabajo en los que participaron 17 jóvenes de ambas casas hasta el final del taller y 25 en total. Los muchachos me esperaban todas las mañanas de sábado (que esos días realicé el Taller) y ya tenían la sala pedida y me reclamaban el atraso, sobre todo los del segundo grupo (Casa 2) pues en la anterior casa siempre nos alargábamos. Al principio no sabía cómo comenzar el taller. La mejor manera de acercar el mundo de la creación literaria a los jóvenes de la cárcel es generando producciones propias, con un sentido de pertenencia, en un contexto “significativo” dirían otros. Le di vueltas al tema durante varios días. El prejuicio inicial señalaba que los muchachos no escriben, que no les interesa, que no les reporta ningún beneficio inmediato, que no les hace mucho sentido escribir y sobre todo de sus vidas, pues las partes oscuras se las guardan celosamente en la intimidad de su memoria. Una parte de razón y mucho de no creer en las potencialidades de los jóvenes había en todo eso. En realidad en las entrevistas iniciales para estructurar el grupo con el que comenzaría las actividades, a muchos jóvenes el tema les pareció francamente una pérdida de tiempo. Cuando iba casa por casa invitándolos a participar del taller y les explicaba el sentido de este, me miraban como si yo fuese un verdadero idiota, pero algunos se interesaron genuinamente y otros pocos se interesaron porque era una buena instancia para reírse un momento. Fue con estos dos grupos que di comienzo al Taller.

DIFICULTADES INICIALES
Comenzamos en noviembre. Un Taller de Creación Literaria que busca potenciar la capacidad creadora que llevamos algunos más dormida que otros, no es fácil. Sobre todo cuando este taller se cruza con elementos estructurales deficitarios, como son un muy bajo nivel de comprensión lectora, una afición lectora casi inexistente, dificultades para redactar ideas de manera coherente, carencia de palabras para profundizar el lenguaje y matizar el fluir de las ideas entre otros elementos que complejizan cualquier actividad basada en la construcción de ideas. Por otro lado, el no contar con espacios de trabajo adecuados, salas con la suficiente aislación de ruido para fomentar la concentración no existen en el Centro. En casa 2 trabajé en tres salas distintas, una de ellas, la más aislada, está ubicada en medio de los pabellones donde duermen los muchachos y más específicamente en medio de los baños de los pabellones. El olor a encierro de cárcel, a baño colectivo, la humedad, la suciedad, sillas apiladas hasta casi tocar el techo, las griferías con el agua corriendo, la falta de ventilación eran y son potenciales enemigos de los procesos creativos, pero ¡¡qué diablos!!, era la sala más aislada, la más silenciosa, en la que menos éramos interrumpidos. De las otras salas, una estaba en medio de un pasillo muy transitado y el que pasaba por ahí golpeaba la puerta, las ventanas de policarbonato, gritaban, tiraban cosas por las rendijas o los espacios abiertos, o simplemente se quedaban mirando lo que hacíamos distrayendo a los de adentro. Yo, fiel a mi noción de puerta abierta dejaba entrar al que quisiera, y lo invitaba a participar de las actividades. Ellos se quedaban un rato, algunos comenzaban a escribir, otros a incomodar a sus compañeros y casi todos, tras un breve instante, se largaban tan intempestivamente como llegaron. La otra sala era perfecta también, pero pronto fue habilitada para realizar otros talleres en ella así es que la perdimos.

COMO DISEÑÉ EL TALLER
Centré el Taller en una premisa que comenté en el párrafo anterior: En la construcción de textos libres, a partir de ejercicios diversos que fueron aumentando lentamente su complejidad. Algunos de los ejercicios y juegos para desarrollar destrezas en el ámbito de la creación literaria los encontré en la red y busqué la mejor forma de adaptarlos para que no fuera un vulgar copiar y pegar, pero la mayoría de las actividades estuvo centrada en la DESCRIPCIÓN, que, en el fondo, es la primera y fundamental etapa para la elaboración posterior de ideas más complejas. De esta manera buscaba fotos interesantes y trabajaba preguntas sobre esas fotos que los muchachos respondían de manera escrita como si estuviesen contándole a alguien esa historia. Por ejemplo, en la segunda guía de trabajo les puse las ya clásicas fotos de una muchacha afgana, cuando era adolescente y 20 años después cuando el periodista que sacó la foto, buscó hasta encontrar a la muchacha y le volvió a sacar otra fotografía cuando ya, evidentemente, no era una muchacha y su rostro develaba el paso del tiempo, y de las guerras y quizás que otros tantos dramas. Respecto de la foto de cuando era joven, les pedí que respondieran preguntas tales como ¿Quién era la muchacha?, ¿En qué país vivía?, ¿Qué le había sucedido?, ¿De dónde venía?, ¿Hacia dónde iba? Y que la describieran físicamente. Tras esa primera parte les pedía que inventaran una breve historia que explicara porque esa muchacha llevaba su ropa raída. Posteriormente les mostraba la fotografía de 20 años después, les decía que eras la misma persona de la foto anterior y sus rostros de incredulidad eran para la risa. No podían entender como había cambiado tanto esa muchacha y el ejercicio evidente era señalar esas diferencias que estaban a la vista y la construcción de la historia que explicara el porqué de esos cambios tan marcados. Los textos que asomaban de este sencillo ejercicio resultaron ser, en su mayoría, bastante elaborados y cargados también de sus propias experiencias de vida. La pobre niña había sido abusada, golpeada por padre borracho, vendida como esclava, ultrajada por jaurías de enajenados, había tenido abortos productos de los golpes, se había prostituido, había vivido muy pobremente, sufrido mucho, había sido injustamente castigada, etc. y etc. Todo un desafío para un terapeuta sicoanalista.
En el formato de ese ejercicio descriptivo, trabajamos con pinturas de Dalí, de Munch (“El Grito”), de Picasso (“Guernica”), de Millet (“El Angelus”), de Renoir (“Joven peinándose”), del Bosco (Detalles de su cuadro “El jardín de las delicias”) de Matisse, Escher y otros. Con todos ellos la idea fue siempre aprovechar la imagen para generar reflexiones y textos.
Los muchachos comenzaron a inspirarse. En cada guía de trabajo les presentaba también, una serie de palabras bajo el formato de baúl de palabras, las que debían, una vez averiguado su significado, incorporar a sus textos. Lo anterior, sumado a otro baúl de palabras, esta vez de adjetivos, les permitía a los noveles escribientes, contar con una gran cantidad de palabras para usar, incorporar y aplicar a sus nacientes discursos creativos.

DE LO MÁS FÁCIL A LO MÁS COMPLEJO
Del mismo modo, en un principio comenzamos con la realización de acrósticos con sus nombres y otros con alguna palabra significativa para ellos. En ambos casos la idea fue siempre que hablaran sobre ellos, sobre sus sueños, sus aspiraciones, su vida. Respecto de la palabra significativa, la más recurrida fue, por cierto, la palabra LIBERTAD. Junto con los ejercicios de acrósticos realizamos ejercicios de encadenamientos, en los que debían continuar una oración ya establecida, pero repitiendo la última parte de la oración encadenándola con la anterior (en una próxima entrega dejaré ejemplos de los ejercicios realizados con los muchachos, que se explican mejor observándolos). Posteriormente dimos otro paso elaborando cartas a la mujer amada, a la mujer ideal, a la mujer que no sabe que la amamos, a la madre; trabajamos también con algunas figuras literarias (anáfora, aliteración, hipérbaton, hipérbole, metáfora, pleonasmo y símil), construyeron un personaje a partir de una serie de preguntas e instalamos ese personaje en una historia ambientada en los barrios de origen de los muchachos. Jugamos, también, a construir textos breves a partir de 5 palabras azarosas, elaboramos textos basados en una reconstrucción de recuerdos de su niñez y pudimos escribir un cuento colectivo… Los jóvenes participantes del taller no querían terminar, pero había que darnos un descanso tras unos sábados intensos. Ahora, hace dos semanas, comencé a realizar el segundo ciclo del taller. Espero tener pronto los frutos del primero, es lento transcribir y el tiempo es lo que más nos falta. Este nuevo taller está centrado, esta vez, en la Casa 2 y espera desarrollar otros aspectos que ya les contaré. En una próxima entrega, entonces, dejaré algunos textos de los muchachos con algunas de las actividades que les he comentado.