Porque escribir

…“Rinaldo, Rinaldo te estamos esperando, ahora vamos a hacer un tema de Rinaldo, poné más agudo esto”… “Hola, hola, hola, parezco un político. No se escucha parece…Bueno, este, yo voy a hacer un tema que se llama La Niña… Esteeee… La niña es, …esteee… es muy dulce, muy mansa… ¡Que pasa!, ¡que pasa!, hola, hola. Bueno,… escucha la letra porque yo, esteeee, mejor cuando se escribe que cuando se habla... Y después queda, ¡viste!....”

Rinaldo Rafanelli, en concierto de despedida Sui Generis 1975

domingo, 1 de marzo de 2015

INSTANTES. EL ÚLTIMO POEMA

Respecto del siguiente texto la amplia mayoría de las personas se lo adjudica a Borges, pero hay algunos que siembran la duda y hablan de otras autorías, como la de una poetisa nosteamericana Nadine Stair, quien lo habría publicado en 1978. Como está instalada la duda me quedo en ella y no sé a quién reconocer como autor de tan decidor texto. Me hace mucho sentido con la actividad que hace un tiempo les presenté respecto de los epitafios, aunque esta vez se trata de un a persona que está en la etapa final de su vida, que realiza las necesarias evaluaciones de lo que ha sido y no ha sido, y se da cuenta, con toda la pena y la inmutabilidad de aquello que ya no tiene vuelta, de que faltó por hacer tantas y tantas cosas, que termina abrumándose. Lo imagino en perspectiva de profesor o profesora, aquel o aquella maestra que se fue quedando en el camino, él o la que perdió la vertiginosa velocidad inicial, la inagotable fuente de sueños, las energías renovables día a día, las ganas de mover el mundo, la actitud desafiante y revoltosa del maestro que siembra dudas, chispas colmadas de energía, preguntas y posibilidades, en medio de la nada oscura. Ese o esa maestra que olfateando la proximidad de la muerte, se mira a sí mismo o a sí misma y de pronto, en un arranque asaz de lucidez, reconoce la delgada huella que dejará su historia. Todo un tema para una reflexión pedagógica

INSTANTES. EL ÚLTIMO POEMA

Si pudiera vivir nuevamente mi vida, en la próxima trataría de cometer más errores. No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más.

Sería más tonto de lo que he sido, de hecho tomaría muy pocas cosas con seriedad. Sería menos higiénico. Correría más riesgos, haría más viajes, contemplaría más atardeceres, subiría más montañas, nadaría más ríos.

Iría a más lugares a donde nunca he ido, comería más helados y menos habas, tendría más problemas reales y menos imaginarios.

Yo fui una de esas personas que vivió sensata y prolíficamente cada minuto de su vida; claro que tuve momentos de alegría. Pero si pudiera volver atrás trataría de tener solamente buenos momentos. Por si no lo saben, de eso está hecha la vida, sólo de momentos; no te pierdas el ahora.

Yo era uno de esos que nunca iban a ninguna parte sin un termómetro, una bolsa de agua caliente, un paraguas y un paracaídas; si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano.

Si pudiera volver a vivir comenzaría a andar descalzo a principios de la primavera y seguiría descalzo hasta concluir el otoño. Daría más vueltas en calesita, contemplaría más amaneceres, y jugaría con más niños, si tuviera otra vez vida por delante.

Pero ya ven, tengo 85 años...
Y sé que me estoy muriendo.

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