La nacionalización del cobre, un proyecto eterno por el que muchos dirigentes, senadores y diputados de izquierda se jugaron el pellejo. Hacer chileno un producto dormido en lo profundo de la madre tierra, de la Ñuke Mapu y que sin embargo desde 1905 (habría que ver cual fue el presidente “vendepatria” de aquella época;… No nos desesperemos: fue Germán Riesco Errázuriz) pertenecía a capitales extranjeros, norteamericanos, por cierto. El cobre, luego del salitre, se ha transformado en la columna vertebral de la economía de nuestro país. El viejo Estado Benefactor, aquel en el que estudiaron muy probablemente gratis varias de nuestras actuales autoridades políticas, ha sido totalmente desmantelado desde 1973 hasta nuestros días, “vendiéndose” prácticamente la totalidad de sus empresas, de las cuales se sustentaban las transformaciones sociales, la construcción de hospitales, escuelas, educación gratuita y de calidad, caminos, sueldos dignos, viviendas en las que vivir sin asfixiarse por el mínimo espacio y la pésima construcción, barrios con áreas verdes, con poderosas y eficientes redes sociales, etc., y etc.
A 40 años de tan significativo suceso, sabemos que sólo un tercio de la producción de cobre es chilena. El resto es la misma historia de siempre para un país colonia, para un país cuya élite gusta de regalar al mejor postor lo que produce su suelo y sus principales enclaves económicos. Sin embargo sobre el viento cabalga la fuerza de la historia y es la juventud, una vez más, la que exige estatización de los grandes recursos de Chile: cobre, agua, molibdeno, etc., y probablemente no sea coincidencia el paro nacional de los trabajadores del cobre concretado hoy, ni las grandes movilizaciones sociales del último par de meses en Santiago y regiones. La ciudadanía despierta del largo sueño de la ignorancia. Lo que encuentra es un país que no le pertenece, lo que encuentra es un gran cartel de propiedad privada escrito en cualquier idioma menos el de la calle, lo que descubre es la posibilidad de ser protagonistas, de cambiar la historia, de abrir, por fin, las grandes alamedas y caminar con la frente en alto y el corazón henchido de sueños.
NACIONALIZACIÓN DEL COBRE
DISCURSO DE S. ALLENDE PARA NACIONALIZACIÓN DEL COBRE
CANCION NUESTRO COBRE
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