Porque escribir

…“Rinaldo, Rinaldo te estamos esperando, ahora vamos a hacer un tema de Rinaldo, poné más agudo esto”… “Hola, hola, hola, parezco un político. No se escucha parece…Bueno, este, yo voy a hacer un tema que se llama La Niña… Esteeee… La niña es, …esteee… es muy dulce, muy mansa… ¡Que pasa!, ¡que pasa!, hola, hola. Bueno,… escucha la letra porque yo, esteeee, mejor cuando se escribe que cuando se habla... Y después queda, ¡viste!....”

Rinaldo Rafanelli, en concierto de despedida Sui Generis 1975

miércoles, 20 de abril de 2011

EL DERECHO A FUGA

Eran 3 jóvenes pasados los 18 años, cada uno con su condena, con su particular universo de contradicciones, sus aprendizajes, desaciertos y compleja vida a cuestas. En ese determinado instante, a una hora inexacta de la tarde-noche, en ese pedazo inconcluso de tiempo, en ese espacio amurallado en el que el tiempo pierde toda consistencia, algo más fuerte aún que el propio hecho de estar privados de libertad en CRC San Bernardo los unió: el irrestricto deseo de fugarse.

En la historia reciente de los últimos 20 años en nuestro país, el tema de la fuga está instalado en nuestra desmemoriada retina. Cómo olvidar el helicóptero aquel rescatando a 4 miembros del FPMR de la Cárcel de Alta Seguridad, situación que a muchos nos hizo brindar de emoción, por la épica instalada en esa fuga, por el estilo, por la puesta en escena, por la limpieza de la acción, por la audacia. Cómo olvidar esa otra fuga a través de un túnel por el que se fueron medio centenar de presos políticos y se hubiesen ido otros tantos a no mediar el atascamiento provocado por un “compañero” con varios kilos de más que taponó con su cuerpo la posible salida para muchos otros, según refrenda la mitología popular. O, por otro lado, un intento de fuga en Colina 1 o 2, en el que los “capos” del penal contrataron a unos pirquineros para que construyeran el túnel, que casi les resulta de tan perfecto que estaba hecho, con tabiquería firme a prueba de derrumbes pero no del oído inquisidor de los vecinos. O los montones de intentos fallidos o ciertos a lo largo y ancho de la geografía carcelaria de nuestra país.

La posibilidad de fuga es un derecho de todo prisionero. No tengo la menor idea si está instituido en tanto derecho jurídico, tampoco sé si en caso de atrapar a los fugados las condenas pueden aumentar, pero mientras existan cárceles, hombres y mujeres encerrados forzosamente, existirá esa necesidad inalienable de pensar la mejor manera de fugarse. En ese sentido hay algunos libros o cintas que son realmente espectaculares al respecto. Recuerdo una de ellas: The Shawshank Redemption (no sé su traducción al castellano) de 1994, en la que un tipo de muy buen pasar, acusado de matar a su esposa es encarcelado. En el encierro es prontamente descubierto por sus dotes con las matemáticas por el señor alcaide, el que lo obliga a llevar las cuentas de la cárcel, cuentas con muchos abusos de poder y dinero a raudales. El prisionero, de inteligencia superior, comienza desde muy pronto a cavar y cavar su camino hacia la libertad. A medida que descubre todas las turbiedades de sus custodios, se hace de amigos entrañables y logra armar un plan posible de fuga, cambiar números de cuenta, no ser descubierto y disfrutar lo que le queda de vida. Vale la pena verla, al igual que “Fuga de Alcatraz”, “Celda 211”, “El Patio de mi Cárcel”, “Papillón”, ”La Fuga”, “Brubaker”, “El Expreso de Medianoche”, “En el Nombre del Padre”, y otras tantas de menor factura. En fin.

Quiso la mala suerte o el destino o la buena suerte, que estos muchachos fueran sorprendidos en su intento cuando “casi” lograban su acometido libertario. Uno de ellos fue prontamente trasladado para el purgatorio que resulta ser la sección juvenil de Puente Alto y a los otros dos aún los ando buscando para entrevistarlos y mejorar esta breve crónica.

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