Porque escribir

…“Rinaldo, Rinaldo te estamos esperando, ahora vamos a hacer un tema de Rinaldo, poné más agudo esto”… “Hola, hola, hola, parezco un político. No se escucha parece…Bueno, este, yo voy a hacer un tema que se llama La Niña… Esteeee… La niña es, …esteee… es muy dulce, muy mansa… ¡Que pasa!, ¡que pasa!, hola, hola. Bueno,… escucha la letra porque yo, esteeee, mejor cuando se escribe que cuando se habla... Y después queda, ¡viste!....”

Rinaldo Rafanelli, en concierto de despedida Sui Generis 1975

lunes, 26 de julio de 2010

CRÓNICAS DESDE LA CÁRCEL


UN CHORO A LA ANTIGUA

El día de un frío intenso era el comentario en boca de todo el mundo. Todos nos quejábamos de lo mismo y ninguno de los muchachos estaba dispuesto a estar más del tiempo prudente en la sala de clases, sin calefacción. Algunos se reían del largo de mi pelo y bromeaban entre ellos al respecto. Uno de los que estaba en el grupo no se reía y escuchaba seriamente lo comentado por mí sobre la inexistencia de fomento del deporte en las poblaciones. Tomó la palabra y me dijo que le gustaba mucho aprender de mí y de los profesores en general. Sus compañeros callaron al oírlo hablar. Hace unas pocas semanas había llegado trasladado de una cárcel de adultos y eso ya le otorgaba un estatus mayor que a cualquiera de los que ahí estaba. Por ende, sus palabras inspiraban respeto y audiencia inmediata. El continuó:

“Uno tiene que aprender cabros, pulirse, yo camino en la calle y nadie se entera que ando robando, hablo con respeto, no camino a lo choro, no me corto el pelo a lo sopaipilla, ¡hay que ser vivo!, paso por pokemon. Mire profe, yo a mi señora le tengo una casa, carteras de marca, ropa de marca, un barrio tranquilo, no la ando paqueando, la trato bien y ella me responde, siempre está conmigo. La otra vez iba a venir a verme y yo le dije que no. Imagínate hermano, que a tu mina te la toquen, la empeloten, le abran las piernas y le pongan un espejo ahí, hermano, terrible de denigrante, ni cagando, le dije que no viniera, ni a mi vieja le permito que venga. Otros guevones llorando por que no los vienen a ver, no piensan hermano. Y esos mismos giles son los que nos paquean la cana. Están presos porque les robaron a los mismos vecinos, o a la gente en la micro pos guacho. Calcula lo siguiente, un obrero se saca la mierda trabajando el día entero, los 30 días del mes, terrible paqueado en el trabajo, al final recibe su sueldo, que es una cagada de plata, pero es su sueldo, se sube a la micro contento, va a llegar a su casa, comprarle cosas a su viejita, pagar las cuentas y seguir trabajando todo el mes, va en la micro ¡¡y un maldito le ropa la plata!!, a ese viejo, que a lo mejor es su mismo vecino. Miserable el guevón, le roba a los pobres. Yo no pos hermano. Yo le robo al que tiene, al que no le duele, porque tiene todo asegurado. Si el viejo pierde 20 millones, el seguro se los repone, no pierde nada. A esos yo les robo, pero siempre ubicado.
Un día estábamos en una casa, allá por Los Trapenses, eran unos alemanes y no entendían nada. Yo trataba de explicarle que no les iba a pasar nada si cooperaban “no problem”, les decía, “no problem”. De repente el chico J… pesca al cabro chico y lo empuja, el cabro se cae, se pega en las costillas, se pone a llorar, la vieja se pone a gritar, yo gritándole al guevón que no se zarpara con el cabro, el medio bullicio hermano. Después los calmamos, los encerramos en el baño y nos fuimos en el auto del dueño de casa, si salimos hasta en la tele pos hermano, íbamos por la autopista como a 140 y en una curva nos volcamos, casi nos matamos, por culpa de ese guevón del chico J… nos dimos vuelta. Yo tenía la cagá en una pierna, cojeando nos fuimos y no nos pillaron. Llevábamos como 20 millones en joyas y especies y un maletín lleno de euros y dólares, una fortuna. Mi mamá me llevó a una clínica, ningún problema, dije que me había caído de la escalera, hay que saber hablar pos hermano, pagué, me fui en taxi pa la casa y estuve como 2 meses fondeado, los ratis andaban verdes en los hospitales y en las urgencias buscándome, yo estaba tranquilito”.
La audiencia estaba en completo silencio, algunos de los auditores eran precisamente de esos “miserables” que estaban presos por robos a la clase trabajadora, por “domésticos” y otros delitos menores, pero guardaban un respetuoso silencio y un cierto dejo de vergüenza casi imperceptible que los obligaba, seguramente, a revisar su propia historia sin grandes hazañas y a admirar sobremanera a este personaje que representaba para algunos el ideal a seguir, un líder natural, un ejemplo, un noble guerrero, un Robin Hood moderno y remasterizado, en fin.
“Yo he andado con una pulsera con puras joyas en una mano y en la otra un reloj de 10 millones de pesos. Andaba con una casa en una mano y un auto en la otra, y así tranquilo por la calle, porque a mi me gustan las cosas caras, la buena marca, pero también si un vecino está cagao y sé que si no paga las sesenta lucas del dividendo, los malditos le van a quitar la casa, porque es así hermano, porque el viejo no pudo pagar las 60 lucas le quitan su casa o paga el triple de lo que iba a pagar al principio, siempre cagan al pobre, hermano, siempre lo cagan. Entonces si yo veo al viejo que está sin plata, y yo lo puedo ayudar… Hermano, 60 lucas pa uno no es nada, si yo ando con cualquier plata en los bolsillos cuando ando en la calle. Le paso la plata al pobre viejo y lo ayudo en su problema, si es fácil ayudar hermano, además uno tiene que ser agradecido, las cosas se te devuelven”
Para mi ya era tarde, mis compañeros seguramente se estaban yendo o estaban a punto de marchar a sus casas, me despedí hasta la próxima del muchacho y de su grupo, me fui pensando en un texto que leí en una vieja revista llamada “Krítica” y que hablaba sobre el Huevo Siciliano, un joven delincuente formado en la antigua escuela del hampa, aquella que tenía fuertes códigos de honor que obligaban al ladrón a ser educado, vestirse con dignidad, a no robarle a mujeres, ancianos, niños o a sus propios vecinos. La historia era bien interesante y la revista más aún. Recuerdo que anduve por muchas ferias de cachureos buscando otro ejemplar de aquella mítica revista pero nunca, hasta ahora, he podido encontrar otro número. Quizás en la Biblioteca Nacional, quizás… Del muchacho en cuestión, lo último que supe, pues no lo he vuelto a ver, es que organizó junto a otros muchachos una protesta pacífica pues querían levantarse más tarde en estas frías mañanas de invierno. No fueron escuchados, por cierto, se castigó a varios de los organizadores de la protesta y él, el primero de todos, fue trasladado a la sección juvenil de la Cárcel de Puente Alto… Cosas de la cárcel.

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