Porque escribir

…“Rinaldo, Rinaldo te estamos esperando, ahora vamos a hacer un tema de Rinaldo, poné más agudo esto”… “Hola, hola, hola, parezco un político. No se escucha parece…Bueno, este, yo voy a hacer un tema que se llama La Niña… Esteeee… La niña es, …esteee… es muy dulce, muy mansa… ¡Que pasa!, ¡que pasa!, hola, hola. Bueno,… escucha la letra porque yo, esteeee, mejor cuando se escribe que cuando se habla... Y después queda, ¡viste!....”

Rinaldo Rafanelli, en concierto de despedida Sui Generis 1975

domingo, 22 de julio de 2012

TODO HA DE SALIR BIEN ENTONCES

Vuelo descalzo hasta tu regazo
Con mi canto sereno
De vagabundo
Y me pierdo
En la vuelta inquieta de tu cintura
Mujer

Todo ha de salir bien de aquí en adelante, todo volverá a su sitio inalterable, como siempre, como ayer, como el día antes de ayer.

La tierra corregirá una vez más su eje imaginario y los muertos olvidados de tantas batallas inútiles recuperarán su lugar en la historia nuestra, esa la de todos los días, temprano de madrugada, al levantarse para iniciar la larga jornada que ya no pesa tanto como antes, que ya no pesa porque tú estás aquí, porque tú estás y eres quien eres, y ese eres que eres tú mi mira con orgullo y cuando me mira tu eres con esa mirada de gacela virgen que me electriza completamente yo soy, y soy un hombre feliz y así voy y atravieso la extensión perfecta de los días, con tu eres y con mi yo soy unidos en perfecta concordancia, como concordancia hay en tu beso y mi beso adheridos al labio superior del otro, o al inferior, que no es lo mismo pero que resulta igual de intenso y dulce, y perfecto, y excitante, y repetible muchas veces.
Todo ha de salir bien entonces y los días han de recobrar su brillo perdido como si de pronto quitásemos el tamiz de melancolía a nuestra respiración y las marcas de mi rostro desaparecerán de súbito, será tan rápido el proceso que yo no estaré quizás preparado y sienta algo de temor tal vez por el embate del nuevo ventarrón de días luminosos, pero de mi temor me alimentaré y así recuperaré mi rostro antiguo y así las neuronas perdidas en tantas batallas que algún día he de olvidar despertarán de improviso de su letargo tetrahidrocanabidolesco y yo seré capaz de recordar todo y recordaré todos y cada uno de los detalles, hasta los más insignificantes, como la ropa que vestía el día que me gradúe del jardín infantil allá en mi lejano barrio de Recoleta junto al sol de diciembre y todo el abierto y singular mundo de los seres humanos esperando mi paso sereno, recordaré los detalles y mi memoria se alimentará vigorosamente de los días y de las horas y de los segundos y volveré una vez más a sentir la tibia sensación de la pequeña siesta antes de la muerte en la frágil consistencia del útero materno y la madre hablará palabras dulces y su voz sonará transparente, traslúcida a través de la rugosa tela de su piel y yo desearé no haberme movido nunca jamás de mi pequeño y a ratos incómodo pedazo de mundo y luego la luz pálida de la muerte todo lo invadirá con su olor de cloroformo y hospital una madrugada de abril comenzado el año 1971.

Todo ha de volver a su sitio, haré las cosas correctas esta vez y pensaré cada uno de mis pasos con un cuidado nunca antes visto. Volveré el rostro para saludar a mis amigos y vestiré impecablemente cada día como si tuviese que rendirle cuentas al eterno sol de un clima benévolo como el que me ha de seguir a todas partes, en todo sitio, en todo momento y lugar.
Viajo
Seguro de mi buena estrella
Al encuentro
De la muerte
Con mi altiva frente
De hombre en construcción.

Perderé menos mi tiempo. Hablaré menos y escuchare más. Que dulce es la sensación de ver el movimiento perfecto de tus labios mientras narras tus cosas cotidianas, y tu lengua que busca la ubicación exacta con su punta húmeda apuntando en mi dirección.

Seré más constante
Más preciso
Igual de complejo pero con menos voracidad
Tal vez con menos asfixia
Con más soltura
Con más tranquilidad
Con más audacia y talento que desperdigar a la marea incontenible del nuevo siglo que avanza también hacia su encuentro irremediable con la muerte. Esperaré mi turno en el andén
Esperaré leyendo un viejo capítulo de una novela olvidada
Esperaré con la frente en alto y el corazón díscolo y palpitante
Como una gran fragua de mármol y tierra húmeda
Esperaré a la muerte sin una gota de temor y esta pasará
Así, con su olvidada sencillez
Y tal vez me olvide rápidamente
Y tal vez ni se acuerde de mí
Y tal vez sí
Y tal vez no
Y tal vez

Esperaré la micro cada mañana
Y el metro por las tardes
Esperaré tu llegada todas las noches
El beso de la aurora al despertar
Tu propio beso de mujer a cada instante
Tu beso de amor
Con furia
Con pasión
Con toda la entrega tuya que me electriza
Con toda tu cadencia femenina
Con toda tu energía de mujer única y ancestral
Con esa tibieza excitante que depositas en mis labios cada vez que te beso.
Con esa dulce sensación de no pertenecer a nadie más que a ti en el mundo cada vez que me enredo a tu boca.
Con una emoción que se traspasa de tu vientre a mi vientre movedizo y mi vientre que se pega al tuyo como buscando la fuente secreta de tu luz, la fuente secreta de sus sueños, la fuente secreta de tu encanto de mujer, la fuente secreta y húmeda sobre la cual deposito mis plegarias cada jornada, la fuente de la vida eterna, porque contigo es que nazco al nuevo día, porque sólo tú iluminas cada uno de mis pasos, porque sólo tú me alimentas y yo me nutro de tu savia y me alimento de tus pechos y penetro al fondo de tu ser con una dulzura que me desconocía y penetro una y otra vez al fondo de tu ser hasta dejar de ser yo mismo, y penetro una y otra vez hasta lo más recóndito de tu ser hasta que juntos nos derrumbamos en un colapso de amor y fantasía, y penetro una y otra vez hasta la raíz misma de tu esencia de mujer, hasta que el mundo deja de ser mundo y el planeta se reduce tan sólo al espacio de nuestro pequeño albergue, mujer.
Dulce mujer.

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