Porque escribir

…“Rinaldo, Rinaldo te estamos esperando, ahora vamos a hacer un tema de Rinaldo, poné más agudo esto”… “Hola, hola, hola, parezco un político. No se escucha parece…Bueno, este, yo voy a hacer un tema que se llama La Niña… Esteeee… La niña es, …esteee… es muy dulce, muy mansa… ¡Que pasa!, ¡que pasa!, hola, hola. Bueno,… escucha la letra porque yo, esteeee, mejor cuando se escribe que cuando se habla... Y después queda, ¡viste!....”

Rinaldo Rafanelli, en concierto de despedida Sui Generis 1975

jueves, 21 de octubre de 2010

EXTRACTO DE UNA CARTA DE PEDRO DE VALDIVIA

El presente es un extracto de una de muchas cartas que Pedro de Valdivia envió tanto al conquistador del imperio Inca, Francisco Pizarro, como al rey de España, Carlos V. En ellas, el conquistador castellano fue, quizás, el primero en vender “una imagen país” que hablaba del virtuosismo de nuestra tierra, que no sólo era visual sino también que hablaba de riquezas minerales en abundancia, que brotaban de la tierra y tornaban a los desventurados y desposeídos hombres en notables señores. Evidentemente lo de las riquezas en abundancia no era tan cierto. Nuestro territorio, a diferencia de otros, no tenía en abundancia este metal que alteraba de forma tan singular la producción de saliva de los conquistadores extranjeros… Bueno, en realidad si lo tenía, pero una vez más la riqueza de nuestro suelo colmará bolsillos extranjeros como es el caso de PASCUALAMA, o la mitad del cobre de nuestro suelo, o el molibdeno y ayer el salitre…en fin, para qué seguir. Por último, es interesante pero no menos chocante leer cómo el conquistador cuenta de muertos y orejas y narices cortadas como si hablara de lo bonito del clima o de la diversidad de la fauna local. Las cursivas y las negritas llegando al final de la lectura son mías, el escrito es de Él, la culpa es de la historia, nuestro olvido es la victoria de los poderosos, la ignorancia es nuestro peor enemigo, como decía Gondwana.

A SUS APODERADOS EN LA CORTE
Santiago, 15 de octubre de 1550
“…Informar cómo torné a dar la vuelta e torné a pasar el río de Nibequetén, e fuime al de Biubiu abajo, que allí se juntan ambos, cinco leguas de la mar, hasta que llegué a ella. Asenté media legua del río de Biubiu en un valle, cabe unas lagunas de agua dulce, para buscar de allí la mejor comarca donde asentar, no descuidándome en la vela y guardia que nos convenía, porque velábamos los medios una noche y los otros otra. La segunda noche vinieron, pasado la media della, sobre nosotros tres escuadrones de indios, que pasaban de veinte mill, con un tan grande alarido e ímpetu, que parescía hundirse la tierra, y comenzaron a pelear con nosotros tan reciamente que ha treinta años que peleo con diversas naciones e gente e nunca tal tesón he visto en el pelear como éstos tuvieron contra nosotros. Estuvieron tan fuertes, que en espacio de tres horas no pude romper un escuadrón con ciento de a caballo. Era tanta la flechería e astería de lanzas, que no podían los cristianos hacer arrostrar sus caballos contra los indios. E desta manera estábamos peleando todo el dicho tiempo, hasta que vi que los caballos no podían meterse entre los indios. Arremetí a ellos con la gente de pie, e como fui dentro en su escuadrón e sintieron las espadas, desbaratáronse e dan a huir. Hiriéronme sesenta caballos e más, e otros tantos cristianos, e no murió más de un cristiano, e no a manos de indios, sino de un soldado que, disparando a tino un arcabuz, le acertó. Lo que quedó de la noche e otro día atendieron a curarse e yo fui a ver la comarca para asentar, que fue en la parte donde los años pasados, cuando vine a descubrir, había mirado.
Informar cómo a los veintitrés de hebrero pasé allí el campo e hice un fuerte, cercado de muy gruesos árboles, espesos, entretejídolos como seto, e haciendo un ancho e hondo foso a la redonda, a la lengua del agua e costa de la mar, en un puerto e bahía el mejor que hay en estas Indias. Tiene en un cabo un buen río que entra allí en la mar, de infinito número de pescado, de céfalos, lampreas, lenguados, merluzas e otros mill géneros dellos, en extremo buenos, e de la otra parte pasa otro riachuelo de muy clara e linda agua, que corre todo el año. Aquí me puse por ser muy buen sitio y por aprovecharme de la mar para me socorrer de la galera y un galeontete que traía de armada el piloto capitán Joan Batista de Pastene, al cual había dado orden me viniese a buscar en el paraje de Biubiu, e corriese a la costa hasta me hallar.
Informar asimismo cómo a veinte e tres de hebrero comencé a hacer el fuerte e se acabó en ocho días, e fue tal e tan bueno, que se puede defender de franceses, el cual se hizo a fuerza de brazos. Hízose por dar algún descanso a los conquistadores en la vela e por guardar nuestro bagaje, heridos y enfermos e para poder salir a pelear cuando quisiésemos y no cuando los indios nos incitasen a ello.
Informar cómo a tres de marzo del año de quinientos e cincuenta entramos en el fuerte e repartí las estancias. A todos ordené las velas e guardias, de tal manera, que podíamos descansar algunas noches, cayéndonos la vela de tres en tres días. Estando ocupados en hacer nuestras casillas para nos meter e pasar el invierno, que comienza por abril, me vino nueva cómo toda la tierra se juntaba para venir sobre nosotros, y estos toros cada día los esperábamos, viendo que por nuestra ocupación no habíamos podido salir a buscarlos a sus casas.
Informar asimismo cómo un día, a hora de vísperas, se presentaron sobre nuestro fuerte en unos cerros cuatro escuadrones, que habría cuarenta mill indios, viniendo a dar socorro otros tantos e más. Salí a las puertas; e como vi que no se podían favorescer el un escuadrón al otro, envié al capitán Jerónimo de Alderete con cincuenta de caballo, que venía un tiro de arcabuz de la una puerta. Ellos, con determinación de ponernos cerco, marcharon para el fuerte. Acomételos de tal manera, que luego dieron lado, e viendo los otros escuadrones esto, dan a huir. Secutóse la vitoria; matarse hían hasta dos mill indios; hiriéndose otros muchos. Prendiéronse trescientos o cuatrocientos, a los cuales hice cortar las manos derechas e narices, dándoles a entender que se hacía porque les había avisado viniesen de paz e me dijeron que sí harían, e viniéronme de guerra, e que, si no servían, que así los había de tratar a todos; e porque estaban entre ellos algunos caciques principales, dije a lo que veníamos para que supiesen e dijesen a sus vecinos, e así los licencié.
Informar cómo luego hice recoger toda la comida de la comarca y meterla dentro en el fuerte…”

CARTA DEL CACIQUE SEATTLE

Les dejo otro texto clásico desde la perspectiva de nuestra mirada originaria. La comentada suposición de que se trata de una interpretación libre realizada por un hombre contemporáneo de nombre TED PERRY es más que una suposición, una realidad evidente. Sin embargo,podemos reconocer en este mensaje un fascinante resumen de lo que algunos llamamos la filosofía originaria, la mirada de América preeuropea que se une en torno a temas comunes, más allá de las rencillas, las guerras y las diferencias culturales y locales, una voz que nos conecta, más allá del tiempo y la distancia, que nos transforma en hijos del mismo suelo, de la misma gran patria que resulta ser nuestro continente.

CARTA DEL JEFE SEATTLE
El Gran Jefe Blanco en Washington ha ordenado hacernos saber que nos quiere comprar las tierras. El Gran Jefe Blanco nos ha enviado también palabras de amistad y de buena voluntad. Mucho apreciamos esta gentileza, porque sabemos que poca falta le hace nuestra amistad. Vamos a considerar su oferta pues sabemos que, de no hacerlo, el hombre blanco podrá venir con sus armas de fuego a tomar nuestras tierras. El Gran Jefe Blanco de Washington podrá confiar en la palabra del jefe Seattle con la misma certeza que espera el retorno de las estaciones. Como las estrellas inmutables son mis palabras.
Pero... ¿Quién puede comprar o vender el cielo o el calor de la tierra? Esa idea es para nosotros extraña. Ni el frescor del aire, ni el brillo del agua son nuestros. ¿Cómo podría alguien comprarlos? Si nadie puede poseer la frescura del viento ni el fulgor del agua, ¿cómo es posible que usted se proponga comprarlos? Aún así, trataremos de tomar una decisión.
Cada pedazo de esta tierra es sagrado para mi pueblo. Cada rama brillante de un pino, cada puñado de arena de las playas, la penumbra de la densa selva, cada rayo de luz y el zumbar de los insectos son sagrados en la memoria y vida de mi pueblo. La savia que recorre el cuerpo de los árboles lleva consigo la historia del piel roja.
Los muertos del hombre blanco olvidan su tierra de origen cuando van a caminar entre las estrellas. Nuestros muertos jamás se alejan de esta bella tierra, pues ella es la madre del hombre piel roja. Somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas son nuestras hermanas; el ciervo, el caballo, el gran águila, nuestros hermanos. Los picos rocosos, los surcos húmedos de las campiñas, el cuerpo sudoroso del potro y el hombre, todos pertenecemos a la misma familia.
Por esto, cuando el Gran Jefe Blanco en Washington manda decir que desea comprar nuestra tierra, pide mucho de nosotros. El Gran Jefe Blanco dice que nos reservará un lugar donde podamos vivir satisfechos. Él será nuestro padre y nosotros seremos sus hijos.
Él ha enviado máquinas para ayudar al hombre blanco en su trabajo, y con ellas se construyen grandes poblados. Él hace que vuestra gente sea, día a día, más numerosa. Pronto invadiréis la tierra, como ríos que se desbordan desde las gargantas montañosas, como una inesperada lluvia. Mi pueblo, sin embargo, es como una corriente desbordada, pero sin retorno. No, nosotros somos razas diferentes. Nuestros hijos y los vuestros no juegan juntos, y vuestros ancianos y los nuestros no cuentan las mismas historias. Dios os es favorable, y nosotros nos sentimos huérfanos.
Aun así, meditaremos sobre vuestra oferta de comprarnos la tierra. No será fácil, porque esta tierra es sagrada para nosotros. Esta agua brillante que se escurre por los riachuelos y corre por los ríos no es apenas agua, sino la sangre de nuestros antepasados. Si les vendemos la tierra, ustedes deberán recordar que ella es sagrada, y deberán enseñar a sus niños que ella es sagrada y que cada reflejo sobre las aguas limpias de los lagos hablan de acontecimientos y recuerdos de la vida de mi pueblo. El murmullo de los ríos es la voz del padre de mi padre.
Los ríos son nuestros hermanos, sacian nuestra sed. Los ríos cargan nuestras canoas y alimentan a nuestros niños. Si les vendemos nuestras tierras, ustedes deben recordar y enseñar a sus hijos que los ríos son nuestros hermanos, y los suyos también. Por lo tanto, ustedes deberán dar a los ríos la bondad que le dedicarían a cualquier hermano.
Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestras costumbres. Para él una porción de tierra tiene el mismo significado que cualquier otra, pues es un forastero que llega en la noche y extrae de la tierra aquello que necesita. La tierra no es su hermana sino su enemiga, y cuando ya la conquistó, prosigue su camino.
La sepultura de su padre y los derechos de sus hijos son olvidados. Trata a su madre, a la tierra, y al cielo como cosas que puedan ser compradas, saqueadas, vendidas como carneros o adornos coloridos. Su apetito devorará la tierra, dejando atrás solamente un desierto.
Mi gente siempre se ha apartado del ambicioso hombre blanco, igual que la niebla matinal en los montes cede ante el sol naciente. Las cenizas de nuestros antepasados, sus tumbas, son tierra santa, y por eso estas colinas, estos árboles, esta parte del mundo, nos es sagrado. Nuestras costumbres son diferentes. Tal vez sea porque soy un salvaje que no comprendo.
No hay un lugar quieto en las ciudades del hombre blanco. Ningún lugar donde se pueda oír el florecer de las hojas en la primavera o el batir de las alas de un insecto. Tal vez sea porque soy un hombre salvaje y no comprendo.
El ruido de vuestras ciudades es un insulto para el oído de mi gente y me pregunto, ¿qué clase de vida tiene el hombre que no es capaz de escuchar el grito solitario de la garza o el diálogo nocturno de las ranas en un estanque?
Mi pueblo prefiere el suave murmullo del viento encrespando la superficie del lago, y el propio viento, limpio por una lluvia diurna o perfumado por los pinos.
El aire es de gran valor para nosotros, pues todas las cosas participan del mismo aliento: el animal, el árbol, el hombre, todos. El hombre blanco parece no dar importancia al aire que respira, a semejanza de un hombre muerto desde hace varios días, que es insensible a su propio hedor. Pero, si os vendemos nuestra tierra, no olvidéis que tenemos al aire en gran estima, que el aire comparte su espíritu con la vida entera. El viento dio a nuestros padres el primer aliento, y recibirá el último. Y el viento también insuflará la vida a nuestros hijos. Y si os vendiéramos nuestra tierra, tendríais que cuidar del aire como un tesoro y cuidar la tierra como un lugar donde también el hombre blanco sepa que el viento sopla suavemente sobre la hierba en la pradera.
Por lo tanto, vamos a meditar sobre la oferta de comprar nuestra tierra. Si decidimos aceptar, impondré otra condición: el hombre blanco debe tratar a los animales de esta tierra como a sus hermanos.
Soy un hombre salvaje y no comprendo ninguna otra forma de actuar. Vi un millar de búfalos pudriéndose en la planicie, abandonados por el hombre blanco que los abatió desde un tren al pasar. Soy un hombre salvaje y no comprendo cómo es que el caballo humeante de hierro puede ser más importante que el búfalo, que nosotros apenas sacrificamos para protegernos y alimentarnos.
¿Qué es el hombre sin los animales? Si todos los animales se fuesen, el hombre moriría de una gran soledad de espíritu, pues lo que ocurra con los animales en breve ocurrirá a los hombres. Hay una unión en todo.
Ustedes deben enseñar a sus niños que el suelo bajo sus pies es la ceniza de nuestros abuelos. Para que respeten la tierra, digan a sus hijos que ella fue enriquecida con las vidas de nuestro pueblo. Enseñen a sus niños lo que enseñamos a los nuestros, que la tierra es nuestra madre. Nuestros muertos siguen viviendo entre las dulces aguas de los ríos, y regresan con cada suave paso de la Primavera, y sus almas van con el viento que sopla, rizando la superficie del lago. Todo lo que le ocurra a la tierra, le ocurrirá a los hijos de la tierra. Si los hombres escupen en el suelo, están escupiendo en sí mismos.
Esto es lo que sabemos: la tierra no pertenece al hombre; es el hombre el que pertenece a la tierra. Todas la cosas están relacionadas como la sangre que une una familia.
Lo que ocurra con la tierra recaerá sobre los hijos de la tierra. El hombre no tejió el tejido de la vida; él es simplemente uno de sus hilos. Todo lo que hiciere al tejido, lo hará a sí mismo.
Incluso el hombre blanco, cuyo Dios camina y habla como él, de amigo a amigo, no puede estar exento del destino común. Es posible que seamos hermanos, a pesar de todo.
Podéis pensar que ahora Dios os pertenece, de igual manera que hoy deséais que nuestras tierras sean vuestras. Pero Él es el Dios de todos los hombres y su amparo alcanza a mi gente y a la vuestra.
La tierra es preciosa, y despreciarla es despreciar a su creador. Los blancos también pasarán; tal vez más rápido que las otras tribus. Contaminen sus camas y una noche serán sofocados por sus propios desechos.
Cuando nos despojen de nuestro terruño, ustedes brillarán intensamente iluminados por la fuerza del Dios que los trajo a estas tierras y por alguna razón especial les dio el dominio sobre ellas y sobre el hombre piel roja.
Este destino es un misterio para nosotros, pues no comprendemos que los búfalos sean exterminados, los caballos bravíos sean todos domados, los rincones secretos del bosque denso sean impregnados del olor de muchos hombres y la visión de las montañas obstruida por hilos de hablar [telégrafos].
¿Qué ha sucedido con el bosque espeso? Desapareció.
¿Qué ha sucedido con el águila? Desapareció.
La vida ha terminado. Ahora empieza la supervivencia.

martes, 12 de octubre de 2010

12 de octubre de 2010 – LA SANGRE PRIMERA

518 años. Demasiadas generaciones. Millones de vidas cegadas en nombre de santas palabras y superiores razones. Basta sólo mirar el mapa de América Central. Tuvieron que traer esclavos negros para suplir la mano de obra originaria que moría a millares esclavizados en las minas, en condiciones infrahumanas hasta reventar y que terminó prácticamente por desaparecer en su totalidad. Y lo mismo en América Central y lo mismo en los Andes Centrales y luego la larga muerte cultural, la imposición de un idioma único, de una nueva y única religión para tan diverso panorama cultural. Nuevos conceptos como propiedad privada, robo y enfermedad. Nuevas armas de destrucción masiva, nuevas tecnologías que reemplazaron a la piedra, madre fundadora de todo el orden cosmogónico amerindio.

Evidentemente, para el fenómeno del exterminio de nuestros pueblos a manos de los depredadores europeos no existe un consenso definido respecto de la cantidad de muertos y, en ese sentido surgen dos miradas extremas desde el mundo de la historiografía: Los que hablan de un 95% de la población precolombina muerta en los primeros 130 años de conquista y los que creen que del total de habitantes de nuestro continente, un 30% fue muerto. Cualquier análisis respecto de esta situación debiese instalarse entre una de estas dos orillas y aún desde la perspectiva menos dramática hablamos de varios millones de muertos.

En donde si coinciden la mayoría de los expertos, aunque con los evidentes matices, es en la forma y naturaleza de las muertes. En principio se trató de una guerra de conquista de un imperio (el español) a otros, una guerra para aplacar, para imponer el poderío de las tecnologías de guerra foráneas, altamente superiores por sobre rudimentarias formas de guerra. En este proceso, en este choque, cayeron los primeros y en algunos casos, como el de la guerra mapuche/español este proceso se extendió por largos 3 siglos, con algunos intervalos de relativa paz.

La segunda madeja de este entramado de sangre fue una guerra silenciosa, microscópica, pero que cobró la mayor cantidad de víctimas. Nuestro continente, pese a que hay varias e interesantes teorías que hablan de más intercambios culturales de los que suponemos ente Europa y América antes de Colón, permaneció en una suerte de encierro sanitario durante cientos de años y los virus y bacterias que en Europa cobraron millones de muertos en algunas épocas, y que habían generado anticuerpos en las nuevas generaciones, prácticamente se desataron sin control alguno entre nuestros antepasados, que morían por montones, presa de fiebres, llagas y doloroso tormento. Enfermedades como la viruela, la peste bubólica, el sarampión, los simples resfriados, el tifus, enfermedades venéreas, entre otros flagelos, fueron más poderosos aún que la pólvora, la rueda, el caballo, las armaduras y la ambición de los primeros conquistadores.

Por último, quienes sobrevivieron a la primera ola de guerra y de guerra bacteriana fueron condenados a vivir esclavizados en las minas y en las haciendas de los nuevos dueños de la tierra. Los lavaderos de oro comenzaron a cimentar la riqueza de los extranjeros a costa de la más inescrupulosa de las explotaciones. Las alicaídas economías europeas cobraron un inusitado auge gracias a esta violenta expoliación de todo un continente… Pero este será tema de una pronta nueva crónica.

Por último les dejo dos videos cuyas canciones son preciosas desde el punto de vista de la mirada de nuestra Amérika Originaria. El primero es "La Maldición de Malinche", de Amparo Ochoa, que nos relata desde Mesoamérica la tragedia de nuestros pueblos. El segundo forma parte de la obra "Taki Ongoy", de Victor Heredia, y nos cuenta el encuentro entre las hordas de Pizarro y la corte del Inca atahualpa, el verdadero "encuentro" entre dos mundos y la cosmovisión del mundo andino.

MALDICION DE MALINCHE


CREO EN MIS DIOSES

CARTA DE UN JEFE INDIO

En este día que ya no es 12, comienzo a desarrollar otro espacio de reflexión y creación desde una perspectiva pedagógica. Aquí miraremos desde nuestra Amérika Precolombina, miraremos con los ojos de la tierra y escucharemos la voz del viento sur a través de este espacio virtual. Les dejo un precioso texto que encontré por ahí, en los senderos insondables de este mundo cibernético. En principio creí que se trataba de un texto fidedigno, pero buscando y buscando dí con el autor del texto: Luis Britto García, un genial profesor, abogado, periodista, escritor, dramaturgo y etc., venezolano. Un tipo al que hay que leer y del que hay mucha información en la web. He aquí el texto:

Carta de un Jefe Indio a los gobiernos de Europa
Por Guaicaipuro Cuautémoc
(El líder indígena mexicano Guaicaipuro Cuautémoc, que visitó Europa en 1992 por la conmemoración del 500 aniversario del descubrimiento de América, expresa sus opiniones sobre la deuda externa)

Aquí pues yo, Guaicaipuro Cuautémoc, he venido a encontrar a los que celebran el encuentro. Aquí pues yo, descendiente de los que poblaron la América hace cuarenta mil años, he venido a encontrar a los que se la encontraron hace quinientos años.
Aquí pues nos encontramos todos: sabemos lo que somos, y es bastante. Nunca tendremos otra cosa.
El hermano aduanero europeo me pide papel escrito con visa para poder descubrir a los que me descubrieron. El hermano usurero europeo me pide pago de una deuda contraída por judas a quienes nunca autoricé a venderme. El hermano leguleyo europeo me explica que toda deuda se paga con intereses, aunque sea vendiendo seres humanos y países enteros sin pedirles consentimiento. Yo los voy descubriendo.
También yo puedo reclamar pagos. También puedo reclamar intereses. Consta en el Archivo de Indias. Papel sobre papel, recibo sobre recibo, firma sobre firma, que solamente entre el año 1503 y 1660 llegaron a San Lucas de Barrameda 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata provenientes de América. ¿Saqueo? ¡No lo creyera yo! Porque es pensar que los hermanos cristianos faltan a su séptimo mandamiento. ¿Expoliación? ¡Guárdeme Tanatzin de figurarme que los europeos, igual que Caín, matan y después niegan la sangre del hermano! ¿Genocidio? ¡Eso sería dar crédito a calumniadores como Bartolomé de las Casas que califican al encuentro de destrucción de Las Indias, o a ultrosos como el doctor Arturo Pietri, quien afirma que el arranque del capitalismo y de la actual civilización europea se debió a la inundación de metales preciosos!
¡No! Esos 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata deben ser considerados como el primero de varios préstamos amigables de América para el desarrollo de Europa. Lo contrario sería presuponer crímenes de guerra, lo que daría derecho, no sólo a exigir devolución inmediata, sino indemnización por daños y perjuicios. Yo, Guaicaipuro Cuautémoc prefiero creer en la menos ofensiva de las hipótesis. Tan fabulosas exportaciones de capital, no fueron más que el inicio de un plan Marshalltezuma para garantizar la reconstrucción de la bárbara Europa, arruinada por sus deplorables guerras contra los cultos musulmanes, defensores del álgebra, la poligamia, el baño cotidiano y otros logros superiores de la civilización.
Por eso, al acercarnos al Quinto Centenario del Empréstito podemos preguntarnos:
¿Han hecho los hermanos europeos un uso racional, responsable, o por lo menos productivo de los recursos tan generosamente adelantados por el Fondo Indoamericano Internacional?
Deploramos decir que no. En lo estratégico, lo dilapidaron en las batallas de Lepanto, armadas invencibles, terceros Reichs y otras formas de exterminio mutuo, sin más que acabar ocupados por las tropas gringas de la OTAN, como Panamá (pero sin canal).
En lo financiero han sido incapaces -después de una moratoria de 500 años- tanto de cancelar capital e intereses, como independizarse de las rentas líquidas, las materias primas y la energía barata que les exporta el Tercer Mundo. Este deplorable cuadro corrobora la afirmación de Milton Friedman conforme a la cual una economía subsidiada jamás podrá funcionar. Y nos obliga a reclamarles -por su propio bien- el pago de capital e intereses que tan generosamente hemos demorado todos estos siglos.
Al decir esto, aclaramos que no nos rebajaremos a cobrarles a los hermanos europeos las viles y sanguinarias tasas flotantes de un 20 por ciento y hasta un 30 por ciento que los hermanos europeos le cobran a los pueblos del Tercer Mundo. Nos limitaremos a exigir la devolución de los metales preciosos adelantados, más el módico interés fijo de un 10 por ciento anual acumulado durante los últimos 300 años. Sobre esta base, aplicando la europea fórmula de interés compuesto, informamos a los descubridores que sólo nos deben, como primer pago de su deuda, una masa de 185.000 kilos de oro y 16 millones de kilos de plata, ambas elevadas a la potencia de trescientos. Es decir un número para cuya expresión total serían necesarias más de trescientas cifras, y que supera ampliamente el peso de la tierra.
¡Muy pesadas son estas moles de oro y de plata! ¿Cuanto pesarían calculadas en sangre? Aducir que Europa en medio milenio no ha podido generar riquezas suficientes para cancelar este módico interés sería tanto como admitir su absoluto fracaso financiero y/o la demencial irracionalidad de los supuestos del capitalismo.
Tales cuestiones metafísicas, desde luego, no nos inquietan a los indoamericanos. Pero sí exigimos la inmediata firma de una carta de intención que discipline a los pueblos deudores del viejo continente; y los obligue a cumplir su compromiso mediante una pronta privatización o reconversión de Europa que les permita entregárnosla entera como primer pago de una deuda histórica.
Dicen los pesimistas del Viejo Mundo que su civilización está en una bancarrota que les impide cumplir con sus compromisos financieros o morales. En tal caso nos contentaríamos con que nos pagaran entregándonos la bala con que mataron al poeta.
Pero no podrán. Porque esa bala es el corazón de Europa.

sábado, 9 de octubre de 2010

MRS HOLLAND'S OPUS

CLAVE: Profesor de Música
La cinta es de aquellas películas presentadas en CINE PEDAGOGÍA que, a quienes hemos convertido este bello oficio de influir a través de la pedagogía en los corazones y en el mundo de las ideas de nuestros estudiantes, nos emociona en lo más profundo de nuestro ser. La última escena, cuando el profesor tras recoger sus cosas luego de ser despedido, se va acompañado de su esposa e hijo y tras oír un ruido en el gimnasio irrumpe en él, es sobrecogedora; no podemos dejar de pensar cómo será aquel día en que la sociedad nos termine transformando en un desocupado por jubilación a nosotros mismos. ¿Seremos recordados con el mismo cariño?, ¿Habremos sido lo suficientemente dignos de nuestra investidura?, ¿Habremos sido realmente significativos para nuestros estudiantes, o seremos uno más en una larga lista de profesores para el olvido?.

El profesor Holland no eligió la pedagogía como primera opción, al contrario. Llegó a ella a través de caminos más complejos, como algunos de nosotros. Descubre su vocación tras otros intentos que terminan de llenar sus inquietudes más recónditas, pues en principio tan sólo vio la labor docente como un medio seguro para ganar dinero y que le permitiría el tiempo suficiente para desarrollar su principal motivación: componer “la obra de su vida”. En su clase de “apreciación musical” descubre su verdadera vocación, pero su experiencia de vida no se traduce tan sólo en la historia de un profesor de música que enseña música a sus estudiantes, él aprende a ser un PEDAGOGO, es decir, un educador que a través de la entrega de su arte u oficio, influye de manera profunda en la vida de sus estudiantes, promoviendo una MIRADA, una forma de ver más allá de lo evidente, proporcionándoles una “brújula” como tan certeramente se lo señala la directora de la es
cuela donde comienza a trabajar.

En la película podemos apreciar varias historias que cobran vida propia pero que no dejan de estar unidas por un coherente y sensible hilo conductor. Por un lado no podemos dejar de pensar que la trama nos cuenta la historia de un educador a lo largo de 30 años de su vida, desde que trabaja como músico en locales nocturnos hasta que jubila de profesor de música rodeado del reconocimiento y el aprecio de compañeros de trabajo y generaciones de estudiantes.
Del mismo modo en el desarrollo de la trama se va generando una creciente tensión dramática en la relación entre Holland y su hijo sordo. Podemos imaginar lo complejo y doloroso que debe ser para un músico convivir, en principio, con un hijo que no podrá apreciar con la misma energía que uno espera su obra. Holland vivió esa tensión y hay que ver la película para saber si pudo resolver de manera satisfactoria ese conflicto. Otro nudo de la historia es la relación de afecto-amor que se va desarrollando entre el profesor y una aventajada, bella y de dulce voz estudiante: Rowena. Rowena es la musa poderosa colmada de hechicería, aquella capaz de modificar el eje de la tierra con tan sólo una mirada suya directo al corazón del hombre artista, basta sólo dar un pequeño paso, basta sólo dejarse llevar por la marea incontenible, por la pasión, por la dulce pasión creadora que todo lo transforma con su lenguaje de manantial. Holland es un artista de una fibra única, sin embargo. Prima en él la reflexión pedagógica, el amor entrañable a su familia, su perspectiva ética que le impide transformar su relación maestro/alumna en algo más visceral.

Mrs Hollad’s Opus, es decir, La Obra del Señor Holland, nos muestra el despe
rtar de la vocación, la maduración pedagógica de un hombre para el que el trabajo docente, en principio, era sólo un trabajo como cualquier otro y, en ese sentido, no generaba posibilidad alguno de un intercambio fluido de ideas y pasión con sus estudiantes, los que reprobaban en gran número su clase y se contagiaban de su antipatía y falta de motivación. Cuando Holland descubre su talento para enseñar, todo en él se revoluciona. Los estudiantes captan su energía, se enamoran de su arte, son capaces de mirar el mundo desde una perspectiva musical y así pasan los años hasta que las nuevas políticas económicas y educacionales deciden descartar el arte en sus prioridades y Holland es despedido, cualquier semejanza con la realidad no es una mera coincidencia.

ESCENAS DE LA CINTA


DATOS DE LA PELÍCULA
DIRECTOR: Stephen Herek
PAÍS: Estados Unidos
GUIÓN: Patrick Sheane Duncan
MÚSICA: Michael Kamen
FOTOGRAFÍA: Oliver Woods
AÑO: 1995
DURACIÓN: 135 minutos
GENERO: Drama
ACTORES PRINCIPALES:
-Richard Dreyfuss como el profesor Glen Holland

- Glenne Headly como Iris Holland, la esposa del profesor
- Jay Thomas como Bill, el profesor de deporte
- Olimpia Dukakis como Helen Jacobs, la directora del colegio
- Jean Louisa Kelly como Rowena, la alumna enamorada
PREMIOS: Nominaciones a los Globos de Oro 1995 como mejor actor para Richard Dreyfuss y mejor guión. Nominación al Oscar 1995 al mejor actor. Premio alfa y Omega 1996 a los valores morales

martes, 5 de octubre de 2010

PASAJERO HABITANTE DE LOS DÍAS

Caminar, ceñirse el traje de los días, ajustar el sombrero, abrir los ojos, despertar de súbito en medio de la noche y la lluvia detrás de la ventana anunciando el advenimiento de algo más hermoso aún que la aurora después de un día de lluvia, vacía de aire enrarecido. Caminar bajo la deriva de los días, romper con el reloj que nos encadena, acabar con su grisácea monotonía, relentar los aplausos, dejar de pensar en el día aquel de nuestro nacimiento, olvidarse de todo lo prescindible, tantas cosas, tal vez, tantas cosas.

Mirar el cielo como el primer día al nacer de madrugada pasada la media noche, escuchar las campanadas de una vieja iglesia de pueblo convocando a los ausentes, ver marchitarse las lilas y los heliotropos y las hojas de mi antiguo cuaderno virgen y la camisa favorita que de tan desgastada ya no sirve más que de trapero en la cocina. Beber del vino abierto hace dos semanas, sentir el saborcito agrio adueñándose de la boca, beber sin embargo, reescribir un gastado texto nunca terminado, acostumbrarse a los nuevos esquemas, ver la puesta de sol desde mi ventana espacial, aquella que de sólo cerrar los ojos transforma toda su estructura en un espejo de agua tibia y sencilla, cerrar los ojos, respirar sin dificultad el nuevo aire de octubre de 2010, sentir una vez más el temblor imperceptible de la tierra, agitarse con su movimiento en torno al sol, cerrar los ojos, respirar sin dificultad, asombrarse, mirar la puesta de sol, acostumbrarse, sonreír por este día existencial, sentir el gusto aún del vino en el paladar, ajustarse el nuevo traje, acomodar la negra bufanda a su permanente sitio en torno al firme y delicado cuello, cerrar los ojos, fijar la mirada,respirar hondo y muy ligero, cargarse entero con la pasión que habita en el ozono, apagar los faroles, cerrar el eterno bolso luego de guardar en él los eternos abalorios, mirar hacia la puerta, apagar las luces, buscar la llave en los bolsillos, hacerla sonar entre los dedos, recordar un pésimo programa de la televisión, cerrar los ojos, sonreír, llenarse el pecho de dulzura, escrutar el horizonte lejos de la puerta y frente a la mirada de hombre animal hijo de la tierra, cerrar la puerta tras de sí, respirar hondo y con plena convicción de los actos, abrir el pecho, echarse a andar sin mirar atrás… El viento sur guía mis pasos.

NADA QUE CELEBRAR

Ahora sí, septiembre ha pasado y con él las dificultades para escribir en estos días. Ya comienza a volver la calma tras el vendaval de ruido y fiebre tricolor. La chilenidad se vistió de gala. Los jardines infantiles, colegios, universidades, oficinas espacios públicos y todo lugar habitable desplegaron sus ingenios, atizaron la fiebre colectiva y todo lo visible fue adornado prolijamente para la ocasión. 200 años desde el comienzo de la independencia… El Bicentenario…

Los medios de comunicación tuvieron fiesta para un buen rato. Los dueños del retail lloraban lo que dejarían de ganar durante 3 días, los dueños de los almacenes de barrio se preparaban henchidos de emoción por la gran oportunidad que se les presentaba. De todas partes imaginables florecieron niñas vestidas de “chinas” y pequeños engalanados en sus trajes de “huaso”, huasos terratenientes, por cierto. Olor a empanadas de pino, la rica cebolla bajada con algo de azúcar, contundentes asados, vino tinto y chicha dulce de uva. Imágenes de gente celebrando, gente bailando, borrachos, peleas, borrachos, el pie de cueca del presidente, el viejo y poco agraciado pie de cueca de Lagos Weber, borrachos, un minero atrapado bailando en torno de la bandera, fondas, nuevos asados, la empanada más grande del mundo, juegos de luces, ensayo de aviones en el cielo, bandas de guerra en los colegios, desfiles, borrachos, perros vagabundos, conciertos gratuitos de chilenidad, banderas, banderillas, cintillos, chapitas, O’Higgins y Carrera unidos a la fuerza con el beneplácito de la Logia Lautarina, la bandera más grande de todas las banderas, parada militar para que tiemblen los vecinos de más al norte, mensajes de los 33 mineros atrapados, cumbias, bailanta popular, reggaeton a todo flow, aviones sobre La Moneda bombardeando humos tricolores esta vez, celebración, desmanes, borrachos, perros vagabundos, celebración y desmanes, más celebración, desfile de barcos, borrachos, borrachos y más borrachos, el ruido, el himno nacional con la mano derecha en el pecho a la usanza gringa, las luces de una ciudad bulliciosa, el frío de una noche que aún no es verano, el latido urbano, la bandera con su estrella solitaria. Celebración y más celebración… Demasiada chilenidad, demasiado pan y circo romano para mi viejo gusto de hombre anclado a la tierra.

Algunos de los que vivimos y transitamos a diario por este mismo suelo no tenemos nada que celebrar. ¿Cómo podríamos celebrar mientras un puñado de guerreros mapuches mantuvo inalterable una huelga por más de 80 días hasta la fecha de realización de este texto?, ¡¡¡80 días!!!, 80 días para exigir ser tratados con los mismos derechos que cualquier otro habitante de esta tierra, 80 días para romper el cerco comunicacional de los poderosos de siempre. En Chile debe generarse una profunda discusión respecto de los cimientos culturales que le dan forma a nuestro carácter colectivo, si es que lo tenemos… No somos una cultura uniforme, una nación bajo la lógica tradicional que pretende uniformar las diferencias. Somos una nación multicultural, diversas culturas la habitamos y la chilena, generada con fuerza creciente a partir del proceso independentista, es una de estas culturas, probablemente la más híbrida, la más heterogénea, la más masiva. En la medida en que los educadores fomentemos una discusión profunda respecto a construir un país que respete la sencilla pero profunda y necesaria diferencia entre las culturas, un país que no le tenga miedo a la diversidad, que reconozca el derecho de los pueblos a vivir y mantener las costumbres ancestrales, que le otorgue calidad jurídica a la multiculturalidad, este tema dejará de ser noticia de la crónica policial y dejarán de existir ciudadanos de primera y segunda clase. Cambiar esta perspectiva es cambiar la naturaleza del Estado, un Estado que se ha caracterizado por fomentar, avalar y justificar los procesos históricos de exterminio y posterior despojo de los territorios ancestrales en beneficio de los inversionistas nacionales y multinacionales, un Estado que representa los intereses de la eterna élite gobernante y que se vale de sus medios de comunicación para desinformar y generar una visión parcial y carente de una mínima perspectiva histórica respecto de los conflictos de autonomía y búsqueda de reconocimiento de nuestros pueblos originarios.

Octubre comienza a transformar de manera tímida el amanecer en una brisa cada vez más tibia y bienhechora. El ciclo de la vida sigue su curso inalterable y las siembras se preparan para sus primeros brotes. Es la hora de caminar, dejarse llevar por el viento sur, sentir el latido de la madre tierra que nos arrulla, buscar en el sueño la voz profunda de los antepasados, hablar con la lluvia, con los árboles del camino y mantener la misma mirada de los antiguos que a veces nos hablan desde el horizonte de los sueños.