Porque escribir

…“Rinaldo, Rinaldo te estamos esperando, ahora vamos a hacer un tema de Rinaldo, poné más agudo esto”… “Hola, hola, hola, parezco un político. No se escucha parece…Bueno, este, yo voy a hacer un tema que se llama La Niña… Esteeee… La niña es, …esteee… es muy dulce, muy mansa… ¡Que pasa!, ¡que pasa!, hola, hola. Bueno,… escucha la letra porque yo, esteeee, mejor cuando se escribe que cuando se habla... Y después queda, ¡viste!....”

Rinaldo Rafanelli, en concierto de despedida Sui Generis 1975

viernes, 27 de agosto de 2010

VUELO LIGERO

Vuelo ligero. Mis ojos arman simulacros de enfrentamiento con una que otra estrella del firmamento aunque todo sea inútil, mis ojos entienden que el brillo de esos astros ya no existe. Sólo contemplo el mundo como fue hace millones de años atrás. Observo a través de mi ventana el pasado de los tiempos, la piedra milenaria del origen, la flor antigua del mesozoico convertida en materia transgresora.

Yo soy la materia transgresora en este tiempo de rigidez y disciplina. Mis átomos se despliegan con vigor y se entrecruzan en una loca carrera por llegar a presenciar el nacimiento de la aurora cada mañana.

Nada existe como aquel primer día en que arribamos al mundo de este mundo, con el ebrio encanto del amnios salvador desplegando su húmedo brillo por nuestro cuerpo, con la palpitación cardiaca de la madre aún navegando en el recuerdo de los tímpanos, con las alas aún sin desplegar, torpes y necesitados del brillo de otros astros, pero perteneciéndonos por fin a nosotros mismos. Nada hay como ese primer nacimiento a una hora indeterminada en que los relojes detienen el movimiento de la tierra en torno al sol, como ese primer grito de espanto y rabia al nacer y saltar de
nuestro antiguo mundo útero materno a este otro mundo llamado ciudad.

Nada hay como romper el cascarón de nuestra anterior estructura y dejarse llevar por la consistencia del viento sur y cerrar los ojos y sentir la respiración de la tierra en nuestros pies y sentir el susurro de un labio pronunciando mi nombre en la
oscuridad y sentir el beso de la mujer que habita el paisaje, el breve beso de la mujer hecha con las manos de originarios artesanos; la mujer tolteca que todo lo
habita con su luz; la mujer cosmopolita que todo lo conquista con el brillo de sus ojos; la mujer hecha de tierra y fuego que besa y derrite el casquete polar con su canto de sirena noctámbula; la mujer única en su especie; la mujer que es toda piel del viento; la mujer de hoy y la de mañana, aquella que con sólo una palabra suya transforma la geografía a su paso. La Mujer. La Mujer...

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