Porque escribir

…“Rinaldo, Rinaldo te estamos esperando, ahora vamos a hacer un tema de Rinaldo, poné más agudo esto”… “Hola, hola, hola, parezco un político. No se escucha parece…Bueno, este, yo voy a hacer un tema que se llama La Niña… Esteeee… La niña es, …esteee… es muy dulce, muy mansa… ¡Que pasa!, ¡que pasa!, hola, hola. Bueno,… escucha la letra porque yo, esteeee, mejor cuando se escribe que cuando se habla... Y después queda, ¡viste!....”

Rinaldo Rafanelli, en concierto de despedida Sui Generis 1975

sábado, 6 de noviembre de 2010

UN DIA CUALQUIERA

Los jóvenes de la cárcel tienen un idioma propio, una cultura, una forma de ser y de estar, una particular cadencia de frágil estabilidad entre el silencio sagrado y el golpe lanzado de súbito, con inusual violencia. Hoy ha sido un día extraño. Todo parecía el presagio de una tormenta, los treiles cantaban como si oyesen la cercanía del húmedo vendaval, el aire se respiraba cargado de malos presagios, había una inusual tensión en el ambiente y el calor pesado de noviembre cansaba nuestros pasos y tornaba pesado nuestros cuerpos más allá de lo necesario. El sueño habitaba el paisaje y cualquiera hubiese dado lo impensable por estar en otro sitio, pero aquí estábamos.

En casa 2 no es que hayan comenzado los problemas, pero ahí se dio la cosa. Era la clase de la profesora de inglés, una joven muchacha egresada hace muy poco tiempo. De a poco comenzó un ruido, una molestia sin sentido, un cantar a todo pulmón y comenzar a subir el tono de las palabras hasta llegar directamente a las groserías. La profesora se sintió atacada y pidió apoyo a los profesores de trato directo. Se separó a un grupo de 6 jóvenes del total de aproximadamente 30, los precisos, los más bulliciosos, los que habían iniciado el altercado y tras la irrupción de gendarmería se los llevó a la casa 5, que resulta ser la casa de castigos. Hasta ese momento todo parecía explicar un hecho corriente: jóvenes que se sintieron con la libertad de faltar el respeto a su profesora y debido a eso fueron castigados ejemplarmente siendo confinados a casa 5, en fin, sólo bastaba abrazarnos y felicitarnos por la buena labor realizada. La verdad estaba lejos de aquellos peregrinos intereses míos.
Algo que aprendí pronto en CIP – CRC San Bernardo es que la información circula a través de 2 canales, uno formal y otro informal. El formal es lento, pausado, se toma su tiempo y sigue obedientemente el conducto regular. El otro, el informal, tiene a su vez, dos variantes, una variante que hace circular la información a través de los educadores a nivel de comentario mal o bien pensado y otra que es propia de los jóvenes, los que tienen sus propios canales de circulación informativa. Ese último modelo es el más eficiente, delicado y altamente peligroso. Todo se sabe en CIP – CRC San Bernardo. Con una rapidez asombrosa los jóvenes de todas las casas se enteran de recién llegados, de castigos, de allanamientos, de descubrimientos de celulares, de golpeados, de alguno que habló más de la cuenta, de deudas pendientes, de pago de protecciones no realizadas, de venganzas y nuevos líderes, de prontos beneficios, etc. y etc.

Hay una soterrada y a veces evidente repartición del poder en cada casa. Hay jerarquías, intocables, perkins (aunque ese concepto ya no se usa y es reemplazado por el de “perro”, “este es mi perro”), soldados, armeros (encargados de buscar y recopilar todo lo que pueda convertirse en un arma), protegidos de los jefes (los que generalmente manejan dinero y pueden pagar por protección), abusados (de todo tipo) y otro etc. Lo que la mayoría aprende de inmediato es que debe someterse a un grupo, debe buscar una pertenencia y deberle culto a esa pertenencia grupal. Dependiendo del rol que la haya sido asignado debe actuar en concordancia con ese rol, ¡¡Ay del que se niegue o se torne rebelde!!, las palizas son de antología, según lo que hemos podido recabar. Detrás de las clases que a diario intentamos desarrollar se esconde un mundo cargado de simbolismos y a veces resultamos ser meros objetos de decoración de un entramado que algunos de nosotros no terminamos jamás de entender, como fue el caso de esta tarde.

Casa 5 es, por lo general, el lugar de reunión de toda la información. Desde ahí se mueve, cobra vida propia, se multiplica a través de un intrincado sistema de señales y códigos. Muchas de las palizas y semi linchamientos ocurridos, se han fraguado aquí o se han llevado a cabo en este lugar. El caso es que hace pocos días llegó a esta casa un joven acusado por otros de haber hablado más de la cuenta, de haber “sapeado”, en estricto rigor. Para las leyes soterradas de los muchachos presos no hay acción más deleznable que esta. Si alguno es vulnerado en sus derechos y es golpeado por sus compañeros de encierro, debe ser HOMBRE y callar, dar nombres es autosentenciarse, perder de súbito los pocos privilegios obtenidos, perder amigos, protección, un grupo de apoyo, es caer en la vulnerabilidad total, es perderse y pocos están dispuestos a vivir en esa situación. Todos o casi todos callan, todos aceptan, todos entienden que esa es LA FORMA en que se resuelven las cosas. Este muchacho, al parecer, habría transgredido este principio de vida y ya había sido golpeado duramente por ello… pero faltaba más. La idea ahora era “marcarlo”, convertirlo en un chivo expiatorio, en un ejemplo a ojos de los demás de que las leyes sagradas se respetan con la razón o con la fuerza. La marca debía ser en su cara, es decir, debían cortarlo y ese corte todos lo verían, hasta la posteridad, los de ahora y los de siempre, la intención era dejar en él una huella imborrable. Maquiavelo quedó irremediablemente corto.

Como los compañeros de casa del muchacho, que lo habían sentenciado, no querían quemarse siendo ellos mismos el largo brazo de la ley, aplicaron otro principio básico, heredado de la vieja y mítica organización obrera: a saber, la ayuda mutua. Los padres fundadores del movimiento obrero crearon prontamente Sociedades de Resistencia para hacer frente al avasallamiento patronal y generar espacios de profunda solidaridad de clase, empleando también, en algunos casos, la violencia obrera para frenar la violencia de los poderosos. En el pos moderno caso que nos convoca, los principios rectores son otros y evidentemente el fin último de la respuesta no es ni mucho menos la transformación de la sociedad de clases a una sociedad de hombres libres. Aquí sólo era venganza y un cierto argumento fascista de que el orden impuesto por los poderosos no se altera pues el que lo intente sufre las consecuencias. La antítesis total de nuestros abuelos…

El caso es que, usando este corredor inasible de información se contactaron los muchachos con los de otras casas y validaron su argumento a través quien sabe de qué, pero seguramente apelando a favores recíprocos, algo así como hoy por mí y mañana ya veremos. La profesora de inglés sin querer ni saber, fue víctima de este entramado subterráneo, pues el grupo de muchachos necesitaba un serio argumento para irse a casa 5 a “cobrar”. La falta de respeto fue el leit motiv que los llevó directamente a su presa y por querer hacer lo correcto se hizo el designio de los jóvenes que mueven los hilos del poder interno en el Centro. Valga mi mínimo reconocimiento por ello. ¿Cuántas veces ha sucedido?, ¿Pasará a diario?, ¿Qué otras situaciones más complejas aún pasarán cotidianamente frente a nuestras narices? Como para pensar que la realidad carcelaria es un universo del que se ha descubierto tan sólo una mínima parte. Cómo esto sucedió tan sólo hoy día es de esperar que el joven haya recibido la adecuada protección por parte de los profesores de casa 5. Mañana ya veremos… mañana.

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