Porque escribir

…“Rinaldo, Rinaldo te estamos esperando, ahora vamos a hacer un tema de Rinaldo, poné más agudo esto”… “Hola, hola, hola, parezco un político. No se escucha parece…Bueno, este, yo voy a hacer un tema que se llama La Niña… Esteeee… La niña es, …esteee… es muy dulce, muy mansa… ¡Que pasa!, ¡que pasa!, hola, hola. Bueno,… escucha la letra porque yo, esteeee, mejor cuando se escribe que cuando se habla... Y después queda, ¡viste!....”

Rinaldo Rafanelli, en concierto de despedida Sui Generis 1975

viernes, 18 de junio de 2010

SOBRE MIGUELITO o el sentido de mis creencias…



SEGUNDA PARTE

Llevo poco más de una década ejerciendo de profesor y poco menos de 30 en el ámbito de la educación social.
_Ahora me pagan por lo que solía hacer gratis con los viejos amigos del barrio_, suelo comentarle, medio en broma medio en serio, a mis alumnos. ¡Cuánto he aprendido en este largo camino!. ¡Cuánto aún me queda por descubrir!. Al principio solía adoptar un aire de autosuficiencia que a veces rayaba en la arrogancia. Poco a poco he ido comprendiendo algunas sencillas verdades que me han hecho fuerte: “Reconocer mi debilidad es el comienzo de mi fortaleza”, “El error es una excelente posibilidad para mejorar mi práctica pedagógica”, “No existen los estudiantes-problemas. El problema radica en nuestra imposibilidad de influir en ellos. Luego, el problema no son nuestros estudiantes sino nuestra propia inexacta mirada y deficiente práctica”, “Yo no tengo nada que enseñar, no soy un manual, ni un instructivo. Tal vez sí puedo influir, tal vez sí puedo generar reflexión, tal vez sí puedo generar duda, suave brisa o furioso vendaval, todo depende de la energía de mi aleteo”, “mi interés principal en una clase no es imponer mi punto de vista, sino instalar la necesidad de CONTAR CON UN PUNTO DE VISTA en mis estudiantes”, “Debo ser consecuente y mi discurso debe estar ceñido a mi práctica y ambos (discurso y práctica) deben dar cuenta de mi visión, de mi forma de concebir el mundo, ese mundo en el que quiero que mis hijos se hagan hombres y mujer”, “el amor hacia la especie humana es una fuerza prodigiosa”, “Aprender no es sólo recordar información valiosa el día de una prueba, también lo es reconocerse, descubrirse talentos ocultos, adoptar una posición meditada en la vida, recordar que lo esencial es invisible a los ojos”, “Mis estudiantes aprenden de mí, y yo también aprendo de ellos. Y si siento que no aprendo de ellos, debo aguzar más el oído, afinar el tacto, silenciar más mi voz y ajustar la mirada. Ellos todos los días me enseñan cosas nuevas”, “Cualquier situación es susceptible de ser interpretada o trabajada pedagógicamente, incluso las más insólitas, tan sólo debemos pensar pedagógicamente”. Etc. y etc.

Siempre he considerado a Miguelito un estudiante, un ALUMNO en el sentido clásico socrático, alguien con quien hay que desarrollar un trabajo para que encuentre la luz que está guardada en su mundo interior. Parte importante de mi labor pedagógica consiste, precisamente, en promover esa búsqueda interior, ese conocerse y reconocerse en el diálogo, en la influencia mutua, en la interacción con los otros y otras (CONTINUARA)

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