Porque escribir

…“Rinaldo, Rinaldo te estamos esperando, ahora vamos a hacer un tema de Rinaldo, poné más agudo esto”… “Hola, hola, hola, parezco un político. No se escucha parece…Bueno, este, yo voy a hacer un tema que se llama La Niña… Esteeee… La niña es, …esteee… es muy dulce, muy mansa… ¡Que pasa!, ¡que pasa!, hola, hola. Bueno,… escucha la letra porque yo, esteeee, mejor cuando se escribe que cuando se habla... Y después queda, ¡viste!....”

Rinaldo Rafanelli, en concierto de despedida Sui Generis 1975

sábado, 31 de enero de 2015

EL RETORNO DE LAS BRUJAS - INTRODUCCIÓN

Nunca se fueron en realidad. Siempre han estado ahí durmiendo el sueño profundo de una América derrotada. Cubiertas por el polvo bajo siglos de olvido. Destruidos sus colosales monumentos. Borradas todas sus huellas, sus rastros, sus imágenes, los ritos ancestrales que en torno de ellas se realizaban.

Prácticamente toda la América originaria (exceptuando el caso del pueblo mapuche) sucumbió bajo la maquinaria de guerra y la firme convicción de los nuevos conquistadores. Uno a uno nuestros pueblos y algunos con una facilidad asombrosa como es el caso de la gran cultura de América del Sur, la incaica, cayeron. Bastó sólo cambiar la cabeza y reordenar algunos detalles más para completar la tarea. El padre inti reemplazado por el dios cristiano.

Ser mujer y ser diosa para la precaria concepción de los antiguos conquistadores era doblemente impensado. Sus rostros, sus atuendos, sus ornamentos eran provocaciones en sí mismos. Baste sólo imaginar la repulsión que debió haber provocado Ixchel, la diosa maya de la luna, adornada su cabeza con una enroscada serpiente con cara de pocos amigos. La serpiente es otro tema para reflexionar y que nos permite dimensionar el enorme quiebre y distancia cultural que significó la conquista.

La España de aquellos días, el mayor imperio del momento, reafirmado en su voluntad de poder, conquista y supremacía tras la expulsión sangrienta de moros y judíos de su territorio; transformada, pese al desgaste de la guerra, en la cultura salvaguardora de la fe católica, viviendo en plenitud el rigor de las creencias dominantes a través de la Inquisición, tenebrosa policía de las conciencias, esa misma España en su inesperado descubrimiento de nuestro continente y sus inconmensurables riquezas, también descubre con el error y el horror de quien cree en verdades absolutas y dogmas inmutables que la vida americana giraba en torno de otros intereses. Dioses multicolores, vengativos, temibles a los que había que rendir culto y tributo, dioses y diosas de miradas furiosas, rabiosos, guerreros, serpientes emplumadas representando la más alta autoridad cósmica, íconos, colores, imágenes que, a los ojos inexpertos en historia americana de los primeros conquistadores, representaban sólo una cosa: Que nuestra américa morena era sin ningún asomo de duda, el reino de Satanás. La conquista y la barbarie fueron justificadas, entonces, en virtud de esta cruzada redentora. Había que aniquilar la presencia del demonio a como diera lugar. Nuestros pueblos originarios, en ese silogismo básico, en tanto adoradores del enemigo de Dios, carecían de alma, la muerte de niños, mujeres, ancianos y cuánta gente se cruzara en el camino de los nuevos conquistadores no alteraba ninguna ley cristiana y, por el mismo precio, las riquezas inconmensurables de los ahora vencidos, pasaban a convertirse en un beneficioso botín de guerra.

Luego de la muerte y el saqueo o quizás junto con ellos vino a instalarse la nueva cultura. Los viejos templos fueron arrasados, quemados, usadas sus piedras para levantar los nuevos centros rituales. Se borraron las huellas, los senderos ancestrales, el polvo de los siglos fue cubriendo y cubriendo la historia, se levantaron otras ciudades, se impuso en toda nuestra tierra la cultura del vencedor. Luego vinieron más guerras, con otros rostros, más sangre, otras justificaciones, doctrina de seguridad nacional, ruido, enemigos internos, contaminación, modernidad, transnacionales, neoliberalismo, forestales, etc., y etc.

En las siguientes publicaciones de “El Retorno de las Brujas” quisiera recoger la experiencia de 4 hallazgos, 3 en México y uno en Perú, que nos devuelven la mirada a esa parte de nuestra historia que, de tan olvidada por el peso de nuestra educación “a la occidental”, nos golpea y nos asombra por su buen estado de conservación y su monumentalidad. El primer estudio será sobre la diosa azteca de la luna: Coyolxauhqui.

LOS PROFESORES COMO INTELECTUALES TRANSFORMATIVOS

El siguiente es uno de los clásicos textos de  Henry Giroux, uno de los principales exponentes de la llamada pedagogía crítica, y pareciera que el pensador estaba muy concentrado mirando nuestra realidad educativa cuando decidió escribir este texto que se instala en un punto neurálgico de cualquier proceso de mejoramiento pedagógico, cual es la "formación del profesorado", o mejor dicho, el rol que debe corresponder a los educadores en cualquier debate respecto de nuestro tema: la educación. El texto analiza algunas causas estructurales responsables, en gran medida, de nuestra enervante pasividad, pero también instala con mucha fuerza, un DEBER SER, una ética pedagógica, un camino posible y cargado de dignidad.


viernes, 30 de enero de 2015

DIEZ PROHIBICIONES DE LA EDUCACIÓN

Interesante texto, extraído de la web,  que desde una perspectiva crítica y libertaria mira con detenimiento a la escuela actual. La crítica está planteada desde el contexto europeo y específicamente atendiendo  la realidad española de los últimos 10 años. El texto, del mismo modo, se instala en una  reflexión que se vincula indirectamente con el documental argentino "La Educación Prohibida" y de manera directa, pues de ahí extrae la esencia de estas 10 reflexiones, con la propuesta pedagógica de la ESCUELA PAIDEIA, un proyecto pedagógico libertario que no podemos dejar de admirar y revisar. (en la página principal del blog, en la esquina derecha al final, agregué hace un tiempo una "Tesis sobre la Escuela Paideia", para quien quiera nutrirse de material, ideas y experiencia).
Por último, este texto nos abre la posibilidad de establecer una reflexión respecto de nuestro propio modelo educativo, sus complejos engranajes, su perspectiva ideológica, la escuela o las escuelas que tenemos en Chile y las escuelas que muchos profesores y/o educadores quisiéramos construir.

DIEZ PROHIBICIONES DE LA EDUCACIÓN

1) La escuela como reproducción social
La educación estatista y obligatoria tiene su origen en las necesidades históricas de las elites gubernamentales y empresariales de adiestrar y configurar súbditos y trabajadores/as. Tal y como afirman las teorías críticas con el funcionalismo de Baudelot y Establet o de Bowles y Gintis, existen dos versiones pedagógicas en el sistema capitalista: la de los/as dominantes y la de los/as dominados/as, así como imitan la jerarquía empresarial con el objetivo de difundir la superestructura y la ideología burguesa. Sería así, la escuela, un mecanismo fundamental para constituir el consenso gramsciano

2) La educación está fragmentada
Siguiendo la lógica fabril y empresarial que practica la escuela actual, ésta se encuentra fragmentada y clasificada. El educando está separado de sus iguales por criterios no naturales (la generación y/o el sexo) en aulas cerradas, como si de departamentos especializados se tratase, y el conocimiento se limita a materias concretas y delimitadas. Frente a esta visión antipedagógica, la escuela libre propone la educación integral u holística, la cual supone una visión general, una visión del todo. El conocimiento es transversal, puesto que tanto las ciencias como los valores tienen una relación estrecha entre sí, no limitada.

3) La homogeneización del educando
La escuela estatista y obligatoria no hace distinción entre educandos. Los/as niños/as son únicos e irrepetibles, sin embargo, los contenidos son homogéneos. No se atiende a las capacidades y plazos individuales de aprendizaje, convirtiéndoles en masa. Asimismo, tampoco se tienen en consideración las características personales del educando: todo lo que haga está mal, fruto del culto a la moderación. Se construyen estándares normalizados a través de mecanismos poco científicos (el cociente intelectual) para asociar cualquier distinción con enfermedades (hiperactividad) o anomalías cognitivas (superdotados).

4) La disciplina como control autoritario
El sistema escolar preconiza una idea de disciplina autoritaria, vertical, donde el objetivo es el control y sumisión del educando en base al miedo. Los hábitos y actitudes de los/as niños/as son moldeados hacia la despersonalización. Frente a esto, las escuelas libres proponen una disciplina funcional (comunitaria) o la autodisciplina, basadas no en la obediencia, sino en el respeto y las decisiones colectivas. Es necesario que el educando comience a hacerse responsable (y aprenda) de sus actos y las consecuencias derivadas del mismo. Por ello, se propone que no existan estructuras de poder, puesto que las normas sociales (y, por tanto, también las escolares) son dinámicas.

5) La evaluación como adulteración de la identidad
La escuela preconiza un ideal resultadista de la educación, en el que la meta es más importante que el sendero; que el aprendizaje en sí. Las evaluaciones (premios y castigos) no sólo descontextualizan y desvirtúan la educación, sino que además generan identidades no naturales en los educandos. Los/as niños/as pasan de tener personalidad a ser alumnos/as de sobresalientes, de notables, de aprobados, malos alumnos; (en la crítica marxista a la educación, categorías equivalentes a las salariales). Asimismo, cabe interrogarse: ¿qué se evalúa y con qué justificación?. En la evaluación no se tiene en cuenta la unicidad del educando, y el establecimiento de un patrón estándar elimina un sinfín de potencialidades positivas. Los principios que transmite la evaluación, y por tanto la competencia y el miedo (principios superestructurales), son contrarios a la cooperación y producen un modelo conductista irracional. El/la niño/a debe corregirse, con sus errores, aciertos, la experimentación con sus pares y la guía del adulto/a, a sí mismo/a. Las titulaciones, por su parte, son una abstracción imperfecta, puesto que el conocimiento no se adquiere de manera definitoria; el aprendizaje no es un proceso terminable. En la educación no debe de haber vencedores/as y perdedores/as.

6) El educando como objeto pasivo de la educación
La escuela considera al niño/a como un ser vacío y dispuesto a ser rellenado por la superestructura. Éste jamás participa de los contenidos de las materias, nunca decide qué quiere aprender sino que consume aquello que quieren que repita. En lugar de ser el/la protagonista, es un/a actor/actriz de reparto. La enseñanza, para ser, debe ser libre, así como para poder ejercer esa libertad fuera del entorno escolar y escoger sin condicionamientos interesados el propio camino en la vida. De esta manera, el educando debe poder tomar parte de lo que aprende y de cuándo lo aprende, así como desarrollar conocimientos en las áreas donde posea una mayor destreza sin que aquellas con mayor dificultad obstaculicen su aprendizaje. Asimismo, también debe ser un activo en el funcionamiento del centro a través de mecanismos de diálogo como las asambleas, no sólo oyendo sus opiniones, sino escuchándolas y teniéndolas en cuenta.

7) La repetición contraintelectual.
Los métodos pedagógicos de la escuela actual son, al igual que sus evaluaciones, resultadistas. La institución no tiene cuidado por el aprendizaje, sino por los contenidos verbalizados. La repetición textual es una técnica alienante cuya consecuencia es la ausencia de creatividad. Sin comprensión lo estudiado cae en el olvido, puesto que el almacenamiento de información no es aprendizaje. Además, esta metodología no tiene en cuenta las capacidades del educando: no importa si se le pide más (habilidad memorística) a un/a niño/a de lo que puede dar. Por ello, desde las escuelas libres se considera capital evitar la pérdida de curiosidad natural en el/la niño/a. El tedio de la educación actual es lo que mata el interés y las intenciones de investigación que biológicamente desarrollan los/as infantes y adolescentes. Éstos tienden naturalmente a aprender (y equivocarse) a través del juego, la creación y el arte, es decir, lo lúdico, un aspecto metodológico descuidado en la escuela. Se pone mayor énfasis en conocimientos ajenos que en aquellos que tienen verdadero impacto en la cotidianidad. La escuela ha apartado al/la niño/a de la (su) Naturaleza.

8) La indiferencia como trato al educando
La escuela no enseña en el amor, como hemos visto, ni siquiera en un periodo tan importante como la infancia. El/la docente, por lo general, no dispone de herramientas para preocuparse por los sentimientos y emociones del educando. El florecimiento de las relaciones afectivas en el aula es el leitmotiv de la educación, con la intención de que sea esto lo que se reproduzca una vez abandonada la escuela.

9) El/la maestro/a como hijo/a del sistema
Los/as docentes no son, por lo general, responsables intencionales de la prohibición de la educación, sino que han sido también enseñados/as en la alienación y deben emanciparse de su figura autoritaria y prepotente. Tienen que ser felices para poder enseñar en la fraternidad. De esta forma, en las escuelas libres los/as maestros/as son guías que abren caminos (y no constructores/as de un único camino), aceptan el fluir de la vida y cuidan más que educan. Los/as maestros/as tienen voz, pero no voto en las decisiones del educando. Tampoco existen estructuras de poder entre los/as docentes, eliminando el cargo de dirección y favoreciendo el trabajo horizontal y en equipo entre iguales.

10) La familia como obstáculo educativo
En la actualidad, los/as niños/as no sólo pasan más tiempo en la escuela que el que pasarán en la universidad (lo cual no parece lógico), sino que también que el que pasan en el hogar o el que pasan con sus progenitores o tutores/as por culpa de la dinámica laboral neoliberal. La familia es la responsable de la vida y la cría de la persona, por lo que los/as padres/madres no pueden considerar la educación como un fenómeno profesional del que desentenderse. La escuela debe tener su reflejo en la familia y viceversa.

Texto publicado originalmente por Adrián Tarín el 20 de noviembre de 2012 en: http://www.regeneracionlibertaria.org/diez-prohibiciones-de-la-educacion

INDICE DE PRIORIDAD SOCIAL 2014

Este es un interesante texto al que le podemos sacar mucho lustre en Teoría de la Educación, Gestión de Aula o Sujeto-Cultura-Aprendizaje

miércoles, 28 de enero de 2015

4 breves cuentos de Eduardo Galeano

FUNDACIÓN DE LOS ABRAZOS
Muchísimo antes de que el Irak fuera tierra arrasada por la cruzada civilizatoria del presidente Bush, allí en Irak, había nacido la escritura. Y allí había sido escrito el primer poema de amor de la historia humana. El poema escrito en lengua sumeria, escrito en el barro, narraba el encuentro entre un pastor y una diosa. La diosa Inanna, amó esa noche como si fuera mortal, y Dumuvi, el pastor, fue inmortal mientras duró esa noche.

LA CREACIÓN
La mujer y el hombre soñaban que dios los estaba soñando. Dios los soñaba mientras cantaba envuelto en humo de tabaco y agitaba sus maracas y se sentía feliz y también estremecido por la duda y el misterio. Los indios Maquiritares saben que si dios sueña, sueña con comida, fructifica y da de comer; y si dios sueña con la vida, nace y da nacimiento... Y en el sueño de los Maquiritares, la mujer y el hombre soñaban que en el sueño de dios aparecía un gran huevo brillante. Y dentro del huevo ellos cantaban y bailaban, y armaban mucho alboroto porque estaban locos de ganas de nacer. Y soñaban que en el sueño de dios la alegría era mas fuerte que la duda y el misterio. Y dios soñando los creaba... Y cantando decía: "Rompo este huevo y nace la mujer; y nace el hombre; y juntos vivirán y morirán; y nacerán nuevamente y volverán a morir; y otra vez nacerán... Y nunca, nunca dejarán de nacer... porque la muerte es mentira".

LA CULTURA DEL TERROR
La extorsión, el insulto, la amenaza, el coscorrón, la bofetada, la paliza, el azote, el cuarto oscuro, la ducha helada, el ayuno obligatorio, la comida obligatoria, la prohibición de salir, la prohibición de decir lo que se piensa, la prohibición de hacer lo que se siente y la humillación pública, son algunos de los métodos de penitencia y tortura tradicionales en la vida de familia. Para castigo de la desobediencia y escarmiento de la libertad, la tradición familiar perpetúa una cultura del terror que humilla a la mujer, enseña a los hijos a mentir y contagia la peste del miedo.
En Chile, me comenta, Andrés Rodriguez: "Los derechos humanos, tendrían que empezar por casa".

EL ARTE DE MANDAR
Un emperador de China, no se sabe su nombre ni su dinastía ni su tiempo, llamó una noche a su consejero principal y le confió la angustia que le impedía dormir. Le dijo: Como nadie le temía nadie lo respetaba. Y como nadie lo respetaba nadie le obedecía. El consejero principal meditó un ratito y opinó: "Falta castigo". Y el emperador sorprendido dijo que castigo no faltaba, porque él mandaba a la horca a todo el que no se inclinara a su paso. Y el consejero principal le advirtió: "Pero esos, esos son los culpables. Si sólo se castiga a los culpables, sólo los culpables sienten miedo". El emperador chino pensó y pensó... y llegó a la conclusión de que el consejero principal tenía razón. Y le mandó cortar la cabeza. La ejecución ocurrió en una gran plaza pública, la plaza celestial, la plaza principal del imperio. Y el consejero fue el primero de una larga lista.

martes, 27 de enero de 2015

EL EPITAFIO COMO ACTIVIDAD PEDAGÓGICA

La verdad lo he usado 3 o 4 veces en alguna actividad de Gestión de Aula. No recuerdo haber racionalizado la necesidad de utilizarlo con algún grupo determinado o simplemente fue intuición pedagógica, pero lo instalé en las actividades, más bien cerca del final del semestre, cuando ya habíamos caminado un largo e intenso sendero juntos y habíamos desarrollado un meridiano conocimiento respecto de los otros. Qué cortos, a veces, se hacen los semestres.

En alguna ocasión generó algún nivel de controversia, una duda, una reflexión sobre lo tétrico del tema cuando ni siquiera comenzamos a caminar por el sendero pedagógico algunos, un juego divertido y proyectivo otros, y, los últimos y últimas, nunca terminando de entender la explicación, en fin. Muy pocos se restaron de la actividad, quizás con un supersticioso temor, haciendo un simil, tal vez, entre esas viejas historias de fotografías que podían dejarte sin alma, y este ejercicio que podría, en virtud de algún influjo inexplicable, atraer a la muerte y su poderosa influencia. La muerte es uno de los grandes temas respecto de los cuales no somos capaces de establecer un proceso de reflexión crítica. Nuestra opinión está cruzada de cultura, la muerte nos abate, nos doblega, o al menos lo hace por algún tiempo, nos asusta y, en definitiva, nunca llegamos a estar del todo preparados para mirarla directamente a los ojos, sin temor; pese a todas nuestras proyecciones, cosmovisiones, creencias en la trascendencia, dudas y certezas. Ella está ahí, con su vestido de noche, esperando el momento indicado para cobrarte esa cita acordada al momento de nacer.

La actividad entonces, circunscrita a un momento determinado de las últimas 5 sesiones del semestre, es más sencilla que su introducción. Se pide a los estudiantes (tras un momento de introspección sugerida por algún cortometraje, una cinta, un video, una canción, historia, cuento, o lo que sirva para el objetivo) que se autoimaginen, que se proyecten al otro lado del tiempo, que se miren a sí mismos, cumpliendo ya el largo ciclo de la vida, viejos, de vuelta de un luminoso e intenso viaje, en el cual la pedagogía fue el pilar, el soporte, la piedra angular, el timón, el viento que mueve las velas, el sentido más profundo de la vida en este plano de la existencia. Llegados a ese momento, la petición es que miren hacia atrás de su vida, hacia ese sendero inasible y perpetuo y resuman su vida en un epitafio pedagógico. Sencillo.

Los epitafios que a continuación divulgo, son el resultado de alguna de estas actividades, realizadas en la UCSH durante el año 2014

“Aquella profesora de matemática que aún sonreía en tiempos difíciles, con las locuras que hacía en sus clases, de lo cercana que era con sus estudiantes y de su sinceridad para decir las cosas”
E. LLAULÉN

“Será recordada por su amor por la enseñanza, la inclusión, la motivación que le entregaba a sus alumnos, con tanto cariño y amor, sin importar ninguna condición” F. ARRAÑO

“Ya aporte a este loco mundo un grano.. ahora les toca a ustedes” H. FONSECA

“Una profesora cercana a sus estudiantes, comprometida con cada uno de ellos, cariñosa. Su amor y dedicación por la pedagogía se manifestaban en cada una de sus clases, llegando a cada uno de sus estudiantes, entregándoles conocimientos para la vida, dejando una huella en ellos” T. RODRIGUEZ

“Puta que lo pasábamos bien en el liceo, con las locuras del profe, en las clases de Física” J. NÚÑEZ

“Solo preocúpate de ser feliz y encontrarte a ti mismo, así también transmitirás felicidad al mundo” M. AGUILERA

“Me gustaría que me recordaran como aquel profesor loco y afectuoso, que les enseñó hasta el cansancio lo que deben perseguir en su vida, aquel que les dejó una huella indeleble en sus corazones y mentes, que desbloqueó sus almas y les guió a dar un paso hacia la libertad” R. SOTOMAYOR

“Me gustaría que mis estudiantes me recodasen como una profesora maternal que más allá de lo estrictamente curricular los apoyó y escuchó es momentos de su vida más relevantes, una docente que los llenó de ilusiones y sueños” R. ARAVENA

“Alguien cercano, en quien se podía confiar. Siempre estuvo ahí contigo, apoyando, escuchando, ayudando” C. ORELLANA

“Que las enseñanzas de aula no hayan sido sólo contenidos, sino que también sean trabajo hacia la persona” N. CÁRDENAS

“Fuiste muy especial, siempre recordaremos tu alegría” N. AEDO

"Aquí yace P. Seyssel que dentro y fuera del aula trató de hacer digno su paso por este camino llamado vida" P. SEYSSEL

“Aquí yace un formador de ideales, que nosotros mantendremos vivos para siempre” M. BRAVO

domingo, 18 de enero de 2015

TREN AL SUR CAP. 1

Tras una larga ausencia de los noticiarios de la televisión abierta de mi vida, me vi escuchando y observando sobre accidentes, asaltos a famosos para robarles su camioneta, los efectos inmediatos del Caso Penta, el “chilenismo” de una “senadora de la República”,(ya el concepto entre comillas me parece gracioso, de una forzosa formalidad), los pasajeros de un tren que iniciará viaje rumbo a Temuco, las playas del litoral central, las vacaciones, el fútbol y eso, y eso, y eso.

La evocación que provocó la noticia sobre la reapertura parcial de los viajes en tren desde Santiago y hasta Temuco aún ne mantiene. Una belleza de recuerdo. Los buses interprovinciales no existían. Las locomotoras eran las dueñas del país, de norte a sur y de cordillera a mar. Cada línea una historia, cada ramal una cultura viva, pujante y tan provinciana que resulta ser íntima, como esas fotos antiguas tiradas a sepia.

Mi familia hacía el viaje prácticamente todos los veranos. La Estación Central hervía de gente. Los trenes llegaban prácticamente hasta la avenida y había que ser astuto para encontrar un lugar dónde acomodar los huesos durante el viaje, un duro asiento de madera, que la gente ablandaba con las frazadas que de inmediato aparecían. Mi padre trepaba por la ventana al tren cuando llegaba, tomaba posesión de dos asientos y luego subíamos las cosas que llevábamos, todo por la ventana. La gente cruzaba con canastos, animales vivos, olor a semillas, fruta, pan amasado, huevos duros, pollos cosidos listos para comérselos fríos, termos con el té ya hecho en su interior, maletas, maletas y maletas. A la antigua.

Los baños, ubicados al comienzo de cada carro olían a orina, con toda personalidad. La gente no se peleaba los asientos colindantes, en realidad se ocupaban igual, pero no eran la primera opción. Algunos seguían de largo buscando una mejor ubicación más adelante, para solo constatar que ya estaba todo copado, entonces volvían desesperados a esos primeros asientos, pero otros no habían dudado tanto y se iniciaba la carrera al próximo vagón. A veces esa premura desataba algunas rencillas y papá casi siempre tenía buen ojo, y era choro y vivo, un par de asientos con ventana completa hacia el horizonte, hacia donde caía el sol.

El sol golpeaba directo en la cara, 31 grados a la sombra y en el interior del carro mucho más, el marco de la ventana dónde intentaba acomodar el codo, quemaba. Mi sensación del paso del tiempo era claustrofóbica, los segundos eran lentos, perezosos, la hora de la partida no llegaba nunca. A veces, por segundos, no recuerdo si luego de una sirena como de fábrica o de un silbato, sentía que el tren iniciaba su marcha y lo podía ver moverse incluso, pero mi ansiedad y una clásica ilusión del movimiento inducido no me dejaban ver la realidad, era otro el tren que partía, lentamente, sin ninguna prisa, sin ruido incluso. El sol, en la inmovilidad metálica del resto de la Estación Central, no daba tregua.

Era el verano de 1979, tal vez un año antes o un año después

viernes, 9 de enero de 2015

LA CLASE QUE SE CONSTRUYE

Una experiencia de clase hoy día debe ser una puesta en escena, una vertiginosa obra en la que todos participamos e improvisamos a ciegas. La pedagogía es nuestra rectora, nuestra brújula. Es el rumor que deja cada experiencia contada lo que alimenta a la clase, de esa manera se hace el camino. Considerar una idea a trabajar, por ejemplo el concepto de SOLIDARIDAD. Este es, entonces, el punto central desde el cual desplegamos nuestra ingeniería pedagógica.

Será necesario articular una discusión respecto de lo que entienden unos y lo que entienden otros en lo cotidiano respecto de este término.
Interesante es acudir a la etimología. Solidaridad proviene del latín “soliditas”, uno de cuyos sentidos y/o significados está asociado al mundo de la construcción: "sólido", asociado al concepto de "cohesión", etc.

Un grupo puede confundir su definición con el de caridad. Rescatar desde los baúles de la historia la figura de Pierre Lerroux, quien fue el que revistió al concepto de un carácter ético antropológico, basado en la idea del bien común (noción que Durkheim, posteriormente, amplificaría desde la sociología y las organizaciones reivindicativas de la clase obrera considerarían como la base doctrinaria de su discurso y práctica); a diferencia de la noción de caridad que se construye en la lógica de la relación vertical entre el ser humano y la divinidad.
El aporte de Diderot, en el siglo XVIII quien asoció el concepto a la idea de "estar adherido a una causa", como suele reconocerse hoy en los diccionarios.
Surge de inmediato la comparación.
La corrección en el detalle de cada concepto.
La realidad nacional, instituciones de caridad y de solidaridad.
Puede entenderse la solidaridad desde una cosmovisión cristiana, como desde una no cristiana, no creyente, librepensadora, ¡cómo la llamemos!.
Del mismo modo es necesario articular una conexión entre esta mirada, de absoluta matriz europea, y una conceptualización en nuestras culturas originarias que pudiese significar algo parecido, apelar a los principios éticos que mueven y sustentan el concepto de solidaridad. ¿Cuáles serían estos?.
Darnos cuenta, constatar o comprobar que podemos encontrar definiciones más completas, profundas o interesantes en nuestras culturas ancestrales sobre el mismo tema.
El concepto de “compromiso”, que lleva implícita la palabra solidaridad.
Nuestros propios compromisos, nuestra perspectiva ética. ¿Qué es educar para nosotros?, ¿cuál es nuestra definición de escuela?, ¿de estudiante?, ¿cuáles son los principios que me mueven en la vida?.

Creo que tenemos suficiente para una sola clase. Cerrar el ciclo de la jornada con una breve, pero precisa evaluación sobre lo conversado y presentado. Ha sido muy entretenido cuando se instala un pie forzado de definir en una sola palabra, lo que la clase significó para el estudiante. Una sola palabra. No hay mejor evaluación para una clase que “ESA PALABRA”. Qué importante es escuchar las voces de tus estudiantes si sabes mover un barco cuyo timón es la PEDAGOGÍA, o mejor dicho en matriz mapuche, el KIMUN.

Sugerir algunos textos que profundicen lo dialogado y apoyarse en una actividad que resuma, profundice, critique, proponga, etc., respecto de la jornada vivida

EJEMPLO 1 DE ACTIVIDAD
Revisar el sitio "MEMORIA CHILENA", en el ámbito correspondiente a la prensa obrera en Chile (1880 - 1930) en:http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-3533.html#documentos y buscar en los textos sugeridos, ejemplos concretos de la definición de solidaridad que la prensa obrera chilena concebía. Señalar, al menos 5 ejemplos.

EJEMPLO 2 DE ACTIVIDAD
Realizar una revisión en la web o en textos especializados, respecto del concepto "KIMUN", y el sentido que representa para la cosmovisión mapuche.

EJEMPLO DE ACTIVIDAD 3
Realizar una revisión en la web o en textos sociopedagógicos, respecto del concepto alemán de "BILDUNG" y el sentido que representa para la perspectiva pedagógica social

WEBGRAFÍA BÁSICA UTILIZADA
http://www.um.es/tonosdigital/znum14/secciones/estudios-21-solidaridad.htm
http://origendelaspalabras.blogspot.com/2012/12/origen-de-la-palabra-solidaridad.html
http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-3533.html#documentos
http://www.serindigena.org/libros_digitales/cvhynt/v_iii/t_ii/v3_t2_c3-NEWEN.html
http://lexicoon.org/es/solidaridad

"La caridad es humillante porque se ejerce verticalmente y desde arriba; la solidaridad es horizontal e implica respeto mutuo". EDUARDO GALEANO

martes, 6 de enero de 2015

NOCHE DE VERANO EN BUS INTERPROVINCIAL

El eterno ruido de la ciudad comenzaba a apagarse poco a poco, extrañamente, como si de pronto el núcleo sólido de la vida urbana se desperdigara sobre la marea frágil del tiempo hasta hacerse sólo sombras movedizas detrás del vidrio. Mis oídos parecieron destaparse por un momento. Sólo se oía el ronroneo suave del bus y la respiración de los vecinos más cercanos. Miraba hacia fuera del vidrio con una vigilante inquietud, como si quisiese presenciar un nacimiento dentro de la oscuridad. Yo y el conductor sentíamos el vértigo de la velocidad. Nuestra nave rompía la inconsistencia del aire partiéndolo en dos. La inquietud crecía como una mala hierba por mis entrañas, se movía con cierta facilidad por mis vasos sanguíneos, lo cual me provocaba un delicado escozor cercano al cosquilleo. Su influjo atravesaba mi estómago, perforándolo como a una hoja reseca y subía lentamente dominando las acciones en el centro de mi cerebro. La invasión resultó ser un éxito perfecto, nada más botar el aire sobrante de los pulmones un extraño vértigo se apoderaba de mis movimientos.

El lápiz temblaba sobre la temblorosa hoja la cual temblaba aparentemente en descontrol. Solté el lápiz y la gravedad lo precipitó al suelo. Incómodo por la posición de mi compañera de asiento intenté bajar una parte mínima de mi cuerpo hasta el suelo para buscarlo con el tacto sin sobresaltar el armónico vaivén de su ritmo cardíaco. Así lo hice aunque fue necesario ladear mi espalda hacia su cuerpo lo cual hizo que me acercara demasiado a su vientre, aunque de nada serviría cualquier intento ajeno a la propia necesidad de la búsqueda pues un grueso abrigo cubría el olor de su sexo, las palpitaciones de su inquieto corazón y la tibia humedad de sus pechos. Maldito calor que me hinchaba los pies una vez más en esta noche endemoniadamente oscura como la piel de mi vecina de asiento o como mi propia piel de hombre demasiado cerca de un vientre cuyo perfume se desvanecía lenta pero arrebatadamente envolvente en el aire viciado y tropical de este bus que corría a perderse con dirección al sur. Maldita noche de intranquilidad misteriosa que me hacía perder el único Bic bueno en el piso de un bus viciado y junto a los pies de una mujer dormida a la cual no tenía ninguna intención de despertar y a la que, sin embargo, desperté.


Un pequeño grito que rompió el abismo entre nuestro propio y mundano mundo y el misterioso aquel de los sueños. Las manos palpándose el cuerpo como si temieran el extravío de una parte importante de su compleja arquitectura. Su mirada buscando la mía, buscando el centro de mis ojos, intentando descifrar el lenguaje de mi corazón, con el temor de no conocer una respuesta certera frente al hecho de haber sido despertada de improviso, en pleno desarrollo de la batalla por la conquista de la luz, en pleno viaje místico de su parte por el mundo carcomido de los sueños, en pleno viaje de este bus que corre a perderse a los confines de este, nuestro mundo moribundo del siglo XX, en plena búsqueda inarmónica de mis manos y en aplicación directa del sentido del tacto en el suelo áspero y más que tibio, buscando en la rugosidad movediza del suelo hasta topar con una extraña dureza que inexplicablemente confundí con el lápiz y apreté como se apretaría a un Bic de consistente plástico transparente y sobre los cuales, en mi primera infancia, descubrí por primera vez y sin mediar ninguna investigación previa, el efecto de la luz descomponiéndose en un prisma mágico y arrebolador que dejaba entrever el misterioso colorido de un pequeño arco iris. Esta vez, la magia dio paso a un fenómeno mucho menos estimulante y maravilloso. No era el lápiz Bic que yo había perdido en el suelo lo que mis manos asieron e intentaron acercar hasta el resto de mi cuerpo con el efecto de reubicar mi estructura de su incómoda posición de búsqueda. No, al contrario de lo que mi deseo de continuar con la idea que giraba en mi cerebro hubiese creído, no se trataba de mi lápiz Bic perdido... Era uno de los dedos del pie derecho de mi vecina, para ser más exacto el dedo meñique. Mi vecina también sentía los estragos del calor en aquella noche de cálido encierro movedizo, también sus pies sufrían las secuelas de la alta temperatura en el piso de este bus que continuaba su inexorable marcha; también ella se había sacado los zapatos para descansar mientras durara el viaje nocturno. Sus dedos sin calcetines no esperaban la profunda intromisión de mi mano buscadora, pero eso obtuvieron sin más y sin menos y eso la hizo saltar en el respaldo de su asiento y eso me hizo reacomodarme en la posición originaria antes del extravío del lápiz en fracción de segundos, no los suficientes como para que ella no se percatara de que el intromisor o la mano intromisora pertenecía a un todo más amplio y complejo cuyos terminales nerviosos pertenecían a su vecino de asiento, o sea a mí.

Me miraba semiaterrada, con la imaginación trabajándole a un ritmo asombroso y el pulso cardíaco disparado a un punto de quiebre sobre el cual navegaba un torrente de adrenalina, supongo. Esperaba un pronunciamiento de mi parte, algún mensaje aclaratorio, alguna explicación que develara el misterio de mi inentendible conducta, pues nada hacía prever, una vez ubicados en nuestros respectivos asientos, una actitud de mi parte distinta a la fría lejanía que provoca el desconocimiento y el poco desarrollo del músculo del afecto. Pero ahí estaban, su sobresalto y el mío echando por tierra la lógica y ahora ella esperaba mis palabras, mi aclaración, mis excusas, quizás.

Nada más respirar con normalidad, no pensando que decirle la miré fijamente, cosa que hasta ahora no había hecho y controlando al máximo el movimiento muscular de mi cara le dije y ya no me acuerdo con que tono de voz.
- He venido a despertar tus fantasmas dormidos, y lo he logrado.
La expresión de terror en su rostro se acentuó con el condimento de mis palabras que sólo lograron aumentar su confusión. Cuántos microsegundos faltarían para que saliera corriendo por el estrecho pasillo del bus rumbo a la cabina del conductor que a esta hora imprecisa de la madrugada se encontraba aislada del resto de los asientos por una gastada cortina; cuántos segundos faltaban para el clásico grito de espanto en medio de la infernal noche en el interior de este bus; cuántos segundos para los golpes, los arañazos, la histeria y luego la histeria colectiva que daría paso a nuevos gritos provenientes de otros asientos y el despertar abrupto de los dormidos y la confusión que precede a la calma y el llanto de los niños y la elucubración mental de 36 o 38 cerebros al unísono pensando sobre el origen físico y la causa del primer grito y las luces del bus encendiéndose de improviso y 36 o 38 pares de ojos nadando en unos cuantos segundos, de la oscuridad plena a ese neónico y artificial amanecer que se proyecta sobre mi estructura cegándome, cegando al maniático, al sátiro, al ladrón profesional que intentó aprovecharse de la señorita mientras dormía, degenerado, pervertido y etc. y etc. y un coro de voces pronunciándome y señalándome con el dedo índice y yo todo turbado luego de la aparente tranquilidad de la frase dicha para salir del paso y que en el fondo terminó enredándolo todo y luego de esta rapidísima proyección mental de lo que podría pasar en una lógica eventualidad, la vuelvo a mirar a los ojos y ahora con una expresión más confusa intento explicarle el origen de su abrupto despertar y ella que comienza a respirar y a mirarme más detenidamente a través de las luces de la carretera que iluminan tenuemente nuestras siluetas y yo que me enredo en explicaciones y aclaraciones absolutamente necesarias y le muestro mis escritos y juntos comenzamos a buscar el famoso Bic y lo encontramos muy cerca de sus pies y la miro nuevamente con una expresión triunfal en la mirada y ella que me observa cada vez más comprensiva y yo que comienzo a encontrarla cada segundo más atractiva ahora que veo sus ojos moverse suavemente, con algo de sueño aún navegándole en la dulce expresión de mujer que comienza a comprender lo sucedido y a confiar poco a poco en su vecino de asiento hasta volver a dormirse con una dulce expresión de serena tranquilidad bañándole el rostro que, de tanto en tanto, era iluminado tenuemente por las luces del camino.

Ahora ella dominaba la ventana y el mundo que nos dejaba y avanzaba en la dirección contraria a la nuestra. Ahora yo dominaba la perspectiva angosta del pasillo y en la semipenumbra podía distinguir algunas dormidas cabezas asomando en su incómodo dormitar. Ahora yo me encontraba una vez más solo frente a mis cavilaciones y sin la mínima posibilidad de escribir pues no quería importunar de nuevo a mi accidentada vecina.

Aquí estaba, viajando a 99 kilómetros por hora, a 100 kilómetros por hora, un ruido molesto como de pito de tetera hirviendo sonaba por unos pocos segundos y nuevamente estaba a 99 kilómetros, luego el pito de la tetera y así durante incontables kilómetros en un juego que resultaría divertido a no mediar mis propias preocupaciones en torno a la muerte y sus consecuencias en quienes no la padecemos en carne propia y no bebemos de su insalubre néctar. La muerte oscura con su manto asfixiante de pesadillas y frío glaciar sobre la piel del hombre viajero en esta noche. Cuántas muertes en la vida del hombre, cuántos ríos de sangre para comprender la inutilidad de tanto martirio sobre la superficie rugosa de nuestro planeta. Cuántas civilizaciones han construido sus maravillosas obras de ingeniería, sus palacios, sus calles empedradas, las reproducciones de sus dioses, sus sillas y sus mesas sobre la sangre de otros hombres, cuántas culturas han solidificado sus raíces regadas con el corazón sangrante de miles y miles de hombres, mujeres y niños. Cuando los primeros conquistadores españoles llegaron a nuestro continente se horrorizaron con las prácticas caníbales y ritualísticas de algunos pueblos y lavaron la afrenta a sus cristianos ojos con un baño de sangre jamás visto en nuestra historia. El invasor bárbaro detrás del indígena bárbaro en una cadena inagotable de dolor y humillaciones y más dolor y más humillaciones que resquebrajó para siempre los cimientos endebles de nuestro continente, que transformó su inestable geografía hasta formar un nuevo diseño, un molde, un probeta desde el cual salimos todos gritando de dolor como si fuese nuestro primer grito de espanto al nacer, luego del dulce baño marsupial en el útero de la madre y la madre es la tierra y el líquido amniótico es la sangre de nuestros pueblos originarios y nosotros somos la resultante de la simbiosis racial y cultural, de la muerte y de la vida entrelazadas por una cadena de fuego y tiempo, somos el momento impreciso entre el día y la noche, un bosquejo inconcluso lanzado con premura hacia el espacio de nuestro tiempo luego de la marea envolvente de los ciclos eléctricos del destino.

Cuántas muertes he debido soportar en este largo viaje, cuánta gente muere en este preciso momento que viajo rumbo al sur al encuentro de la muerte en este bus que de tanto en tanto baja su velocidad hasta el límite permitido por los sensores de velocidad. He muerto mil veces mientras caigo en el sueño, he caído mil veces con cada muerte, he llorado y he reído y en este momento de soledad mis ojos se anegan con las lágrimas que brotan y brotan como si proviniesen de una fuente inagotable, abierta en la tierra por una misteriosa mano anónima, mi piel ha cambiado de rumbo con cada eclipse de luna llena, he devorado estrellas a mi paso con el hambre de cielo que me atormenta por las noches cuando miro la oscuridad tamizada de puntos movedizos y estáticos sobre mi cabeza. Sólo he sido hasta ahora un naufragio desconocido en la inquietud del tiempo, un barco desconocido, un errante anónimo del que nadie pide antecedentes y al que nadie busca ni espera en ningún puerto. Sólo he sido hasta ahora una figura pasajera, un asteroide sin eje girando a merced del viento y de los vaivenes de la casualidad y el azar. He despertado mis fantasmas y estos no me dejan dormir en esta noche, he perdido la luz en una terrible borrachera y ahora navego a ciegas por este mar de penumbras y ruido submarino. Siento que el mundo arde detrás mío, los caminos se cierran a mi espalda, los puentes se cortan luego de mi paso, siento el ruido del Viaducto del Malleco corroer su estructura luego de mi paso hasta lanzarla a tierra en un chirrido de fierros retorcidos que me perturba. Siento la tensión en mi pecho, en mi ombligo que alguna vez fue un puente entre mi mundo y el de mi madre y que también fue cortado segundos después de haber nacido y que aún, luego de 25 años continúa así, cubierto de espacio vacío entre su mundo y el mío. Nadie más que yo y el conductor y la máquina que señala el límite de velocidad permanecemos despiertos. Todo el mundo se ha perdido en el sueño y viaja prematuro a merced de nuevas sensaciones. Todo el mundo se ha perdido irremediablemente en este oscuro laberinto que resulta ser el interior del bus. Permanezco en silencio, hablando tan sólo con la corriente del pensamiento, ¡Como quisiera articular la palabra escrita en este instante!, ¡Como quisiera pedirle a mi cerebro que avanzara a la velocidad de mis dedos para poder desarrollar de mejor forma las ideas!, pero mi cerebro no me responde, viaja sólo, a la deriva por el camino de su propio ritmo monocorde, desesperadamente acelerado, y yo no puedo hacer nada para atrapar las palabras que se escapan como estrellas fugaces por las paredes de la memoria, no puedo detener este flujo incontenible de ideas inconexas que se separan de mi propio pensamiento construyendo mundos paralelos al de mi propia imaginación como si se tratasen de amebas en su proceso de creación de una nueva célula y así me siento en este instante, como si fuese el partícipe directo de un nuevo nacimiento dentro de mi propio ser corporal . Observo a mi vecina de asiento, perfectamente desconocida hasta hace unas pocas decenas de minutos y ahora parte integrante de este trozo de vida que vivo, coprotagonista de mi locura cerebral. Le hablo en silencio, con ideas que fluyen de este nuevo ser corporal al que comienzo a dar a luz, disparo mis palabras por este aire envolvente y tibio de la madrugada, en silencio, como una alimaña del desierto que se arrastra lentamente buscando el camino de su presa. Miro a mi compañera y le hablo como si le hablara a la Cordillera de Los Andes y su majestuosa corporalidad. Siento el paso del viento, allá afuera, abrir el camino furiosamente, golpear sobre los árboles como si se tratara de un ajuste de cuentas entre dos enemigos irreconciliables. Siento que el mundo galopa sin sentido entre un abismo y otro como un ciego con la frente marchita y los pies destrozados por el paso inclemente del tiempo. Pero tú, compañera mía, en este viaje de insomnio al lado de tu asiento, ¿Qué puedes entender de la locura de dar a luz las ideas en este otro viaje tuyo del sueño?, ¿Qué puedes entender de mis cavilaciones nocturnas y de las lágrimas que caen en una caída libre sobre mis mejillas?. Tus dulces sueños de mujer fértil no pasan por mi boca sino en susurros.

Pronto despertarás, el despertar es una sensación apocalíptica de embriaguez, como si hubiésemos perdido un tesoro valioso. El despertar es como si algo nuestro se hubiese perdido para siempre, siguiendo el curso de la humanidad dormida, el despertar es como volver a la vida después de un largo naufragio en medio de la noche inquieta, el despertar es volver a situarnos en nuestro espacio tiempo con la in entendible sensación de que pertenecemos a otro mundo extraño que se aleja irremediablemente mientras reubicamos nuestra estructura en busca de la muerte. Y no es acaso la muerte la primera meta que todos perseguimos sin saber. Para morir es que hemos nacido, el camino es este corazón que late deprisa y golpea su savia en las sienes, el camino es esta vida diaria que día a día nos conecta como si se tratara de un puente móvil a dos orillas de luz y sombra permanente. Vivimos y perduramos y crece nuestro lenguaje como las ramas de un árbol, crece nuestro pelo linealmente. Es de a poco que caemos en las preguntas, primero es la confusión que provocan los elementos, luego sentimos la pesada carga de no tener respuestas exactas, la mirada de mil rostros con semblante diferente, la imagen de la duda que penetra por las puertas que abre nuestro intelecto rabiosamente y nos desnuda la imaginación y torna confuso nuestro andar y nos transforma en autómatas, en rígidas maquinarias al servicio de una maquinaria superior, indestructible que se alimenta con nuestro sudor, con el fruto de nuestras manos, con la rabia acumulada luego de tantos años inútiles, vividos en vano, perdidos como en un juego de azar que nunca quisimos jugar.

Vuelvo a mirarte vecina mía, desde este mundo inquieto que me perturba el alma, vuelvo a recuperar palabras que me pertenecían y que yo he borrado sin querer, pisándolas con el descuido del niño que corre sobre la arena con todo el ruido del universo germinando planetas en torno a él. Vuelvo y reabro este cofre marchito. Vuelvo hasta el mismo punto de partida de esta vuelta elíptica que empezamos a recorrer al nacer, vuelvo a cobrar sortilegios sobre las paredes de esta gran casa que me persigue como una sombra siempre presente. Vuelvo a abrir este trozo de mundo cerebral que han forjado los astros en torno a mí. Ya nada me pertenece, nunca nada me ha pertenecido más que mis manos y los músculos que se enredan sobre mis huesos y este volcán hambriento que me habita y esta naturaleza furibunda que se estremece con cada latido de piel. Nada me pertenece excepto mis pasos cansados de pisar donde antes pisaron otros pasos cansados de pisar la tierra revuelta por millones de otros pasos, cansado de pasar por el puente aquel por el cual ha transitado la humanidad entera en su viaje sin retorno, la humanidad entera con su carga imprecisa de historia. Estoy sentado en medio del puente, viendo abrirse el cielo y la tierra mientras caen los hombres al abismo, estoy sentado, retornando de quizás que lugar endiablado y quizás cierre los ojos y me lance de espaldas para caer donde mismo estoy sentado ahora en este incómodo asiento de bus frente a ti, dulce compañera, que duermes mientras el mundo se destruye en torno nuestro. Vuelvo a ti, mujer, vecina mía, vuelvo a recobrar el aliento perdido hace mucho tiempo atrás, vuelvo a ver esa boca profunda de mujer cerca de mis ojos escrutadores. Busco un límite, un río para mirar hacia la otra orilla y cruzar de ser posible.

A veces hay que tender a mirar a la muerte a los ojos, prepararse, dominar los temores, enfrentar los fantasmas que revolotean en nuestro entorno como molestos zancudos, hay que preparar las baterías para la gran batalla por la vida, descargar las emociones del pecho, librarse del equipaje, de los puntos cardinales y del propio idioma para enfrentar a la dama vestida de negro con una sonrisa insolente y desprejuiciada. Hay que romper el miedo que nos embarga como el frío en algunas noches de bohemia. Hay que transitar como un oscuro animal sediento de palabras, plagado de dudas y de certezas, como un mar muerto de dudas y de certezas, como un libro dormido olvidado en un viejo armario, como el tesoro que espera abrigado en el manto de la tierra. A veces hay que tender a morir para palpar la insistencia de estar vivos, para saber de qué se trata estar vivos, para entender la inutilidad de las convenciones, de las murallas protectoras, de nuestros escudos que nos alejan, que me alejan de ti, mujer frente a mis ojos incontrolablemente despiertos mientras duermes, que se acercan, buscando tu aroma y la tibieza de tu respiración, que te huelen por sobre el ropaje, por sobre la consistencia del abrigo, que buscan la tibieza carnal de tu boca y que te roban un beso mientras duermes, mientras el conductor disminuye la velocidad para acallar el ruido delator del sensor de velocidad, mientras todo el mundo conocido duerme en esta larga noche de verano, mientras deprisa me acerco hasta el paisaje cálido de mi niñez y de lo mejor de mis recuerdos infantiles.

lunes, 5 de enero de 2015

SOBRE "LA ALDEA DE LOS MOLINOS DE AGUA"

La cosa empezaba con Akira Kurosawa, si no  me equivoco. Un día, en los encuentros de cine en casa de María organizados por la Universitas Albertiana, la gente compartía animosamente durante la previa, unos picapicas por aquí, vino y jugos por allá, la invitación que le daba sentido a la película, la película en sí y luego, entretenidas reflexiones sobre el sentido que encontramos en la cinta vista. 

Un día propuse iniciar con un corto, me rondaba hace rato ya la historia de la aldea de los molinos de viento,su delicada sencillez, la épica de los molinos, la simbología que hay en la historia respecto de su girar, que también hacen recordar las lecturas del Quijote y su sentido épico respecto de lo que los molinos representaban. 

Vaya, los enlaces que establece nuestro cerebro, los molinos harineros de Nueva Imperial a mediados de los 80, el molino Thiers, las carretas, los caminos de tierra y los caminos de carreta paralelos a los caminos de tierra, la belleza de un campo que se extendía con júbilo a través de los cerros y pajonales casi sin oposición, abiertos los campos, los árboles altos indicaban los límites y a veces, sólo a veces, una que otra reja de alambres púas. 07: 30 de la húmeda mañana en un camino rural de la comunidad Tranamil-Rulo. El Tata Vital y yo, caminando delante de la carreta, prácticamente atestada de sacos de trigo y algo de linaza, rumbo al pueblo. La fotografía de un niño de 12 años en la casa de sus abuelos, libre, feliz, expandiéndose.

Y comenzó el corto, el trino de los pájaros, el fluir de un caudal, el desconocido observando el girar de las palas de dos molinos, los niños saludando al desconocido. Los niños cruzan puentes que hoy causarían el terror de algunos padres, y el cruzar esa barrera también puede ser entendido como el tránsito por sobre la dureza de los viejos paradigmas. Busquémosle sentido a ese puente, a ese fluir vigoroso del agua debajo del puente, a las culturas expuestas, a su diferencia conceptual. ¿Qué clase haríamos con esta cinta?, ¿Cuál sería nuestro tema?, ¿Qué sentido le daríamos?. ¿Cómo la organizaríamos?. ¡Uff!.

El diálogo tan abierto que provocó el corto casi hace abortar a la película de fondo. Todo un éxito, y no logro recordar cuál fue la película que vimos posteriormente. En las siguientes sesiones mensuales continuamos con los otros sueños, unos de mejor provocación de diálogos interesantes que otros.

Tarea para la casa.
Imágenes de nuestra propia y chilena aldea de los molinos de agua.
Única Pista: Se encuentra en la Sexta Región

Escena final de "La Aldea de los Molinos de Agua" de Akira Kurosawa

sábado, 3 de enero de 2015

LAMENTO BORINCANO

Veníamos caminando por la orilla de la carretera, Carol con Antü y yo con Nahuel. A nuestro lado izquierdo pasaban los microbuses a gran velocidad, arrastrando al viento en su camino. Un canal de regadío viajaba en dirección contraria a nosotros a nuestra derecha. La brisa hacía bastante agradable el día y la caminata, pese a lo peligroso que puede ser caminar a la orilla de la carretera.

Tras el canal podíamos casi tocar un murallón de árboles, zarzamoras, ciruelas de campo, pequeñas, coloridas, hay unas de tono amarillo y otras más rojizas muy dulces. Mi madre hacía jugo con ellas en los resecos veranos de mi niñez y adolescencia, las cocía en una olla gigantesca, con azúcar, mucha azúcar y, a veces, unas ligeras trazas de canela. Luego la dejaba enfriar al aire libre para, finalmente guardar el líquido de un ligero tono ocre en el refrigerador. Una delicia; los pequeños frutos se apelotonaban al fondo de la olla, desprovistos de la piel, perfectos en su simetría, dulces, fríos, refrescantes, en medio de la aridez de calles de tierra, casas de madera, fonolas, latas, cartones y un cuanto hay, que servía mínimamente par hacer más digna la vida.

Ahora Caetano Veloso canta “Lamento Borincano” con una suave cadencia que invita a bailarla sin prisa. Y luego, si la canción y su letra te atrapan, a conocerla, a respirarla, a estar ahí, en un viejo muelle de la aún más vieja ciudad de San Juan, en Puerto Rico, y caminar sus calles y tocar sus paredes , y recorrer sin apuro su malecón y sacarse una foto de esas antiguas, bajo la puesta del sol para ponerla de fondo en el computador, o tal vez nada de eso y sólo dormir sin tiempo bajo ese húmedo calor, tan centroamericano.

Víctor Jara tiene una versión un poco más rápida, con un arreglo muy bello, melancólico y trágico, como epopeya griega. Recuerdo al profesor Sieveking reprendiéndome severamente por escrito respecto de mi uso de la palabra "melancolía" en un guión frustrado que escribí y que él evaluó en su clase ¿Sería yo capaz de explicar el sentido que le doy a esa palabra?. Un genio severo y necesario.

Y después fue sólo buscar, Javier Solís tiene una versión cuya voz es inigualable. Mi viejo tenía un disco de Javier Solís en la casa y lo escuchaba en su tocadiscos RCA Víctor, con la icónica postura del perro blanco frente al parlante, como si estuviese cantando una canción de Sinatra o Bill Withers, la memoria de la infancia se activa rápidamente con estos ejercicios. Era imposible no solidarizar con la suerte de aquel personaje, y es que la historia, además, estaba llena de paisaje, era y es muy visual en su relato.

Facundo Cabral convierte en drama la tragedia, la impronta de su voz le da otros matices que también se agradecen desde la bien lograda introducción con la guitarra, que recuerda a una pareja desplegando sus feromonas en la danza del tango hasta el energético final que nos recuerda la rabia histórica que durante mucho tiempo ha estado acompañando a nuestro continente, o al menos a una parte significativa de nuestro continente.

Una cibernauta escribe, respecto de la interpretación que Daniel Santos hace del Lamento Borincano, lo siguiente: "Esta canción me llena de recuerdos del año 1955 cuando yo fallecí en ese trágico accidente en la Ciudad de México. Ahora que he vuelto a la TIERRA totalmente re-encarnada en un nuevo cuerpo, sigo añorando y gustando la música inolvidable del Gran Señor Daniel Santos.   Esperemos que el también haya ya re-encarnado y ande por ahí dando lata en busca de mujeres morenas, altas, delgadas y eso si - anchas de caderas como a EL le gustaba. Gracias. - He Dicho - Caso Cerrado”. La historia comienza cuando un señor se toma en serio el exordio recién señalado, al menos por un instante. Cuando se da cuenta que la cibernauta se tomaba más que en serio el tema se despide rápidamente, no sin antes “reírse en la cara” de la mujer. Lo de reírse en la cara es sólo una figura literaria, pues le manifestó directamente su estado de completa chifladura, por escrito por supuesto. Luego aparece un escéptico y la cibernauta, devenida en mujer y luego en niña con dificultad para control emocional, pierde la paciencia. En fin.

La Floripondio deconstruye totalmente la historia, o tal vez sólo utiliza el título para un arranque conceptual mayor, quien sabe, sólo ellos y los expertos. Yo sólo soy un viajero observador en esta noche, aunque tomo nota de casi todo lo que veo. De todas maneras, es muy agradable al oído seguir su cadencia y su final “placer y dolor es lo mismo, placer y dolor es lo mismo”. Vale la pena completamente escucharla.

Mark Anthony hace una interpretación correcta, que a mi oído inexperto suena como si ya la hubiese oído, y es que de verdad llevo oyendo la misma canción hace más de una hora, degustándola, intentando dar cuenta de la impronta que cada interprete le confiere. Cerca del minuto 4 todo cambia y aparece el artista instalando su firma. La trompeta de los tonos más altos me recordó un par de segundos de “Vampiros en La Habana”.

Y hay una versión de Oscar Chávez, de Daniel Santos, de Alfonso Ortiz Tirado, una que interpreta José Feliciano con otros artistas, y otra, y otra, y montones más, que me abrumaron. Con una buena dosis más de tiempo, tal vez las escuche a cada una de ellas.

Casi sin darnos cuenta llegamos a un paradero de microbuses, justo frente a un colegio en el que irán a partir de marzo Antü y Nahuel. En minutos llegó la micro morada. El día habría cobrado un tono anaranjado, un incendio de pastizales elevaba una densa capa de humo que cubría el espacio entre nosotros y el sol, unas cenizas dispersas caían como una fina pincelada de nieve lanzada, casi con desgano, por una pintora ebria que ha perdido de improviso la inspiración. Los niños estaban radiantes. Tal vez la felicidad sea sólo aquel momento en que la suma de todas las acciones del día, meditadas, azarosas o del cerebro estableciendo asociaciones, se conjuguen de manera armoniosa y encantadora, como un cuadro de aquella misma pintora, en su momento de mayor epifanía o de iluminación profana, según sea el caso.